¿Otra moción de censura, Santi?
«Y es que en una democracia como la que afortunadamente vivimos no hay ni atajos ni lugar para los salvapatrias furibundos»
Ni un extraterrestre en su primera visita a este planeta, ni un tierno infante que aún no haya conseguido rellenar correctamente su primer pinta y colorea y ni siquiera El Coyote, ya saben, el siempre famélico dibujo animado que perseguía al Correcaminos con trampas marca ACME que nunca funcionaban, podrían llegar a pensar que la solución para la grave crisis política que vivimos es permitir que Pedro Sánchez destroce de nuevo a la oposición ganando una nueva moción de censura a escasos meses de las elecciones municipales y autonómicas.
Solamente a alguien tan alejado de la realidad como Santiago Abascal, que ya presentó una moción de censura que solo sirvió para ayudar a que Sánchez justificase ante su electorado sus posteriores pactos con el independentismo podría ocurrírsele repetir su dramático error volviendo a presentar otra con las mismas posibilidades de triunfo que la primera.
Solamente a alguien tan desesperado como una Inés Arrimadas en plena huida triunfal hacia la irrelevancia podría ocurrírsele que montar una moción de censura de la mano del partido más iliberal de nuestra escena política podría ser una palanca legítima para desahuciar a su rival, Edmundo Bal, en la carrera hacia la presidencia de un partido que se dice liberal.
Y finalmente, solamente a un «animal de cresta colorada que habita el monte y de vez en cuando baja al llano al grito de ¡rediós!«, que fue la feliz manera en la que el inmortal Pío Baroja dibujó a los carlistas en su novela Miserias de la Guerra, podría pasársele por la cabeza que encabezar esa coalición de reaccionarios, perdedores y desubicados podría ser la solución mágica a todos los males que aquejan a la patria.
Y es que miren, lejos de ser un supremo ejercicio de virilidad política con efectos taumatúrgicos, que es como la entienden esa legión de excelsos constitucionalistas que nunca se han leído la Constitución y que habitan dentro de la muy milenarista iglesia voxiana de los últimos días, la moción de censura es un tasadísimo procedimiento parlamentario establecido en el artículo 133 de la misma mediante el cual, la mayoría absoluta del congreso puede retirar su confianza al gobierno votando un candidato alternativo que debe presentar su candidatura y programa de gobierno ante la cámara.
«No basta con que 176 diputados se pongan de acuerdo en que el gobierno en ejercicio lo está haciendo mu malamente»
Un procedimiento para el que, como ven, no basta con que 176 diputados se pongan de acuerdo en que el gobierno en ejercicio lo está haciendo mu malamente y por tanto debe ser removido de sus funciones, sino que también deben coincidir en el nombre del candidato alternativo y que además cuenta con la salvaguarda de que no puede ser votada hasta cinco días después de su presentación, un espacio de tiempo valiosísimo para que el gobierno censurado y la oposición censurante recaben apoyos entre los diputados más dubitativos. Mecanismos ambos pensados para evitar cualquier vacío de poder que pueda llevar a algún salvapatrias de esos que hemos tenido en abundancia en nuestra historia pasada a hacerse con las riendas del estado.
Y es que en una democracia como la que afortunadamente vivimos no hay ni atajos ni lugar para los salvapatrias furibundos, y si el uso de un mecanismo como la moción de censura es tan imposible numéricamente como sobre todo contraproducente desde el punto de vista político ya que solo serviría para proporcionar otra rotunda victoria parlamentaria al presidente del gobierno a pocos meses de unas elecciones, en lugar de engañar a la ciudadanía insinuando que puede funcionar, existen otros mecanismos como recurrir las leyes que se consideren inconstitucionales ante el Tribunal Constitucional, que para eso está.
A no se que lo que se pretenda con la moción de censura no sea destituir al gobierno sino algo mucho más inconfesable como es polarizar aún más a la sociedad española para, en un escenario de enfrentamiento cainita, obtener en las próximas elecciones mayores réditos electorales.
Y si es eso lo que pretenden, que lo digan.