THE OBJECTIVE
Pilar Marcos

El taxidermista y su biombo

«Lo imprescindible es que cuando los españoles manden a Sánchez a la papelera de la historia, se lleve su biombo, porque de ahí proviene todo el maleficio que nos acompaña»

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El taxidermista y su biombo

El taxidermista y su biombo.

Las democracias fracasan cuando se vacían las instituciones que garantizan el funcionamiento de su Estado de Derecho. La convivencia en esas democracias fracasa cuando, desde el poder, se azuza el odio con éxito. La economía de esas democracias fracasa cuando deja de ofrecer prosperidad, siquiera esperanza de prosperidad… y este es uno de los daños colaterales del vaciado de sus instituciones, además de un potente motor del odio. Los gobernantes fracasan, incluso en la más elemental tarea de gobernanza, cuando dejan de impulsar el crecimiento económico de sus países para dedicarse a enredar con el reparto de la tarta, como si los juegos de suma cero no fueran, en realidad, de suma negativa para casi todos; es decir, para todos los que no forman parte de esas élites extractivas que, apalancándose en instituciones fallidas y alentando el odio, buscan perpetuarse en sus cuotas de poder. 

De todo esto tenemos tantos y tan crecientes ejemplos en la España actual que resulta arduo mantener viva una racional y razonable esperanza de recuperación para cuando los españoles envíen a Pedro Sánchez, con su biombo, a la papelera de historia. Debería ser enseguida, con la convocatoria de elecciones inmediatas que reclama Alberto Núñez Feijóo, y no dentro de un año. Lo imprescindible es que en ese (ojalá no lejano) día, Sánchez se lleve su biombo, porque de ahí proviene todo el maleficio que nos acompaña. A los socialistas les persigue desde octubre de 2016. A todos los españoles, desde finales de mayo de 2018. 

Para entender a Pedro Sánchez hay que marcar a fuego su escena del biombo. De ese biombo detrás del cuál pretendía incumplir las normas internas del PSOE en un lejano Comité Federal de 2016 que terminó con su salida temporal del partido. No le dejaron y se cobró venganza. Lo más urgente, cuando en mayo de 2017 recuperó el control del PSOE, fue someterlo a una minuciosa taxidermia como fría venganza. Y apropiarse de las siglas huecas.

El meticuloso vaciado de inteligencia, trayectoria y propósito que el gran taxidermista ejecutó a conciencia en el PSOE tenía un motivo: la represalia por haberse visto humillado un 2 de octubre, junto a su biombo, ese querido biombo que le acompaña cada vez que quiere saltarse las reglas sin que nadie le vea. Detrás de su biombo escondió al Frankenstein que le votó su moción de censura de mayo de 2018, con solo 85 diputados socialistas. En algún pliegue del biombo debió quedar el embrión de estos pactos encadenados de indulto, sedición y malversación que ahora nos escandalizan. 

«El problema de fondo será la marcha atrás después de que los españoles (¡ojalá muy pronto!) se deshagan del peor gobernante en 47 años»

El biombo para ocultar y la taxidermia como represalia para quienes osan poner trabas en su ocupación del poder: Ejecutivo, Legislativo y Judicial unidos en su sola persona con solo 120 diputados socialistas. El drama, para todos, es que el gran taxidermista ha decidido ahora aplicar el vaciado a la institucionalidad de España. Otra vez como ajuste de cuentas. 

¿A quién se le ocurrió declararle no uno, sino dos Estados de Alarma inconstitucionales? No volverá a ocurrir. Él ahora va «con todo», y ese todo incluye aplicar su taxidermia incluso al Tribunal Constitucional. Y terminar de aplicárselo al ya casi hueco Congreso de los Diputados.

La taxidermia empieza por el vaciado de significado de las palabras. Así, una chica (léase ministra) de su Gobierno puede acusar de «promover la cultura de la violación» al partido que alerta de que una ley de su coalición está excarcelando violadores. Sí, excarcelando violadores. Y otra (léase también ministra) puede acusar de anticonstitucional a quien ha osado señalar la inconstitucionalidad del último arreón de desguace institucional ordenado por su jefe. La misma, por cierto, que tiene el cuajo de proclamar que el PSOE «no apoyará nada que suponga un uso indebido de recursos públicos» para comentar el nuevo tratamiento a la malversación (léase ‘uso indebido de recursos públicos’) que han decidido su presidente y su sediciosa campaña. 

El problema de fondo será la marcha atrás después de que los españoles (¡ojalá muy pronto!) se deshagan del peor gobernante en 47 años. Entonces habrá que ver cómo revertir todo lo que se debe revertir, a qué costes y con qué plazos. El plazo se antoja perentorio si a los separatistas les entran las prisas. Contarán con dinero no malversado sino bienversado y con la garantía de un Código Penal bondadoso. O si los sindicatos, tan obsecuentes con la actual coalición gobernante, redescubren la necesidad de agitar las calles contra el próximo Gobierno, aprovechando las mejoras en el tratamiento de los piquetes. O, ¡quien sabe!, si unos u otros suman el respaldo de pacíficos ocupantes de viviendas a modo de recibimiento al nuevo Ejecutivo. 

¡Ojo! Este breve paquete de vistosos regalos para el pos-sanchismo proviene únicamente de las innovaciones gubernamentales de la semana del puente de la Constitución. No en balde, el viernes 9 de diciembre se conmemoró el Día Internacional contra la Corrupción. Y el gran taxidermista, con su biombo, gusta mucho de celebrar a su manera las fechas más solemnes: ¡el día de la Constitución anunció malversación!

Pero habrá que ser optimistas porque, como ha hecho célebre Mariano Rajoy, «ser cualquier otra cosa no sirve absolutamente para nada». 

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