Sánchez, Hubris y la fisura de Page
«Tenemos un presidente al que el ansia de poder le devora, le tiene atrapado. Es capaz de decir lo que haga falta, y lo contrario, para mantenerse en La Moncloa»
La deriva independentista que lleva el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, tiene muchos riesgos para el PSOE y muchos peligros para la España que él mismo preside. Todo tiene un punto surrealista que es difícil de comprender. Nadie entiende que un presidente tenga de aliados a los partidos que quieren romper España. Nadie se explica que ceda a todos sus chantajes o sea capaz de destrozar a martillazos el Código Penal para eliminar o rebajar penas de los delitos que protegen la unidad del país o la lucha contra la corrupción política.
Tenemos un presidente al que el ansia de poder le devora, le tiene atrapado. Es capaz de decir lo que haga falta, y lo contrario, para mantenerse en La Moncloa. Se podría decir que es «cuántico». Dice la verdad y miente simultáneamente. En sociología, y también con una derivada psicológica, existe el llamado «Síndrome de Hubris», que es un trastorno que se caracteriza por generar un ego desmedido, un enfoque personal exagerado, aparición de excentricidades y desprecio hacia las opiniones de los demás y hacia el sentido común. Leído así, seguro que reconocen a alguien.
Hubris es una palabra que los antiguos griegos usaban para hablar de aquellas personalidades en la que mandaba una arrogancia desafiante, incluso frente a los dioses. También era usada para los que tenían una ambición desmesurada y cito textualmente, en la que de forma «temeraria e insolente, creen que pueden obtener mucho más que aquello que el destino le permite».
El síndrome de Hubris no es una enfermedad como tal. El médico y político David Owen, que lo identificó, afirma que es más bien una característica de una personalidad que en un momento dado tiene mucho poder y se hace adicto a él. Muchos líderes políticos lo han vivido. Entre las características que cita Owen de aquellos que sufren este síndrome destaca la confianza exagerada que tienen en sí mismos, lo que les lleva a la imprudencia y a la impulsividad. También el exacerbado sentimiento de superioridad sobre los demás. Otro elemento clave es que piensan que el enemigo debe de ser vencido a cualquier precio. Se vuelven adictos al lujo y al cuidado de su imagen. Suelen despreciar internamente los consejos de quienes le rodean y acaban en un alejamiento progresivo de la realidad. Dice Owen que para que la curación es simple, se «cura» simplemente con que pierda su poder.
Sánchez no quiere perder el poder. Ha sido capaz de pactar con los partidos más contrarios a España. Ni siquiera le ha frenado los riesgos de que sus atrofias legales en beneficio de ERC y otras medidas igual de polémicas en beneficio de Bildu, pudieran tener un efecto negativo sobre sus candidatos. Y cuando digo sobre sus candidatos, es textual sobre sus candidatos. El partido casi no existe. Los órganos de gobierno más representativos del PSOE están controlados a la búlgara. Ni una sola voz contraria al César. Lejos quedan aquellos comités federales e incluso, ejecutivas, en las que la discusión y la presencia de distintas corrientes mantenían viva la autocrítica.
Sirva como ejemplo de lo dicho, la escenografía de este domingo del mitin de apoyo al candidato a la alcaldía de Barcelona de Jaume Collboni. En un gigantesco escenario dos mensajes claves: «La Barcelona del sí» y «#alcaldecollboni». Ni una referencia al PSC. Pero si alguien quería más información, sí tenía en el escenario tres perfiles de redes sociales. Uno de Twitter, otro de Instagram y el tercero de Facebook. Los tres de Pedro Sánchez Castejón, el partido personificado en su líder.
«La prueba del algodón será el día 22. Ese día se verá qué hacen en el Congreso los diputados manchegos socialistas. Si piensan como Page o prefieren seguir viviendo sin fisuras con su líder»
Sánchez corre como un poseso para aprobar todos sus despropósitos entre puentes y días navideños. Cree que si lo hace en este año se aleja del mayo electoral del año que viene. Y que la memoria actuará. El 22 de diciembre España estará pendiente del Sorteo de Lotería de Navidad. Pero el auténtico «Gordo», y no de millones, sino de despropósitos, se votará ese día en el Congreso. Enmiendas presentadas casi en la clandestinidad para evitar cualquier tipo de discusión y por supuesto los informes preceptivos de los órganos consultivos. Ese día la lotería nos traerá la desaparición del delito de sedición, la rebaja de las penas de la malversación, la reforma para evitar la obligada renovación del Tribunal Constitucional en tercios; la eliminación de las pruebas de idoneidad en el TC de los candidatos que se presenten; la eliminación de la necesidad de los tres quintos en el CGPJ sustituyéndola por mayorías simples para la elección de candidatos.
Sin olvidarnos de la ley trans aprobada, luego enmendada, luego suicidada en la comisión, y finalmente enviada a pleno sin tocar, en otro nuevo triunfo de Irene Montero sobre las feministas socialistas. Otro frente abierto que le puede crea fisuras a Sánchez. El voto femenino es muy importante en el PSOE.
No es el único triunfo de Irene Montero. Ha conseguido que se venda una exposición de motivos sin carácter normativo, como la única corrección a su ley del solo sí es sí. Dos meses ha tardado Sánchez en reaccionar. Y lo hace con una cortina de humo para disimular. Porque tampoco ahora se arregla o modifica. Dos meses que han provocado que a 52 violadores se les haya rebajado la pena y trece de ellos hayan sido excarcelados. Y no se cambia la ley ni se cambia el Código Penal. Eso solo se hace cuando lo exige ERC.
No han sido aprobadas todas las medidas de Sánchez y ya mismo Junqueras exige la amnistía y la autodeterminación. Dice el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños que «no habrá en ningún caso un referéndum por la vía pactada ni unilateral». Y pese al miedo que ha desatado esa negativa tan habitual antes de que se produzca lo que niega, Bolaños ha dicho también que los líderes territoriales de su partido «entienden» los pasos que está dando el Gobierno en Cataluña.
Y por esa frase Page no pasa. La respuesta ha sido fulminante: «No es tolerable pactar con delincuentes su propia condena… Es un momento grave para la política española. Que nadie piense que la gente es tonta y se olvidará». Y el hachazo no ha quedado ahí. Ha anunciado que él mismo como presidente autonómico, irá al Tribunal Constitucional si el Ejecutivo autoriza un referéndum en Cataluña el que «no hablen todos los españoles».
Hace unos días, cuando se inició el trámite de la derogación del delito de sedición, los parlamentarios socialistas se levantaron todos juntos al grito de «sin fisuras» para mostrar unión con Sánchez. Pero lo que pareció fue lo contrario. El control total que tenía Sánchez del grupo. Hasta ahora García Page, con Lambán en Aragón, han sido los más críticos, pero se limitan a hablar y luego daban dos pasos atrás. Pero Page ha cruzado hoy niveles que Sánchez nunca había escuchado desde que es presidente. Influyen las elecciones en mayo. Seguro, pero lo ha cruzado.
La prueba del algodón será el día 22. Ese día se verá qué hacen en el Congreso los diputados manchegos socialistas. Si piensan como Page o prefieren seguir viviendo sin fisuras con su líder. Pero hagan lo que hagan, la fisura está abierta. Y vendrán más.