Por qué estamos peor que en 2017
«Quien cuestiona el arbitraje del Tribunal Constitucional y la legitimidad del Poder Judicial no es ya el radicalismo nacionalista, sino el Gobierno de España»
Si a principios de semana no hubiera asistido a una temible obra de teatro escolar, les diría que la comparecencia de Pedro Sánchez es el espectáculo más traumático que he presenciado en mucho tiempo. Nunca antes un presidente del Gobierno había desacreditado al Tribunal Constitucional, a cuyos magistrados acusó de formar parte de un complot junto a las derechas políticas y mediáticas para «amordazar al Parlamento» y erosionar la democracia. No insistiré en la toxicidad de las declaraciones, les digo lo que dice Sabina de la rubia platino: exagerando, me quedaría corto.
La participación entusiasta del Ejecutivo en el descrédito institucional y el desprecio procedimental es uno de los muchos motivos por los que estamos peor que en 2017, aunque no ardan contenedores en la Via Laietana. Pedro Sánchez oculta sus maniobras tras las humaredas de entonces, pero la ausencia de tensión callejera no es síntoma de curación, sino de inmunodeficiencia.
En su comparecencia del jueves, el presidente declaró con solemnidad que el procés había acabado y aportó tres razones. En primer lugar, se felicitó porque el independentismo está dividido, como si esa circunstancia fuera un valor en sí. Pero si se trata de analizar alianzas, lo más destacable de la España de 2022 frente a la de 2017 no es la división del independentismo, sino la división del constitucionalismo. O lo que es peor: la alianza entre un segmento del independentismo y un segmento del constitucionalismo; lamentablemente, el segmento que está gobernando el país. El independentismo no es hoy más débil que en 2017, porque entonces solo se tenía a sí mismo, mientras que ahora tiene de su parte al Gobierno de España. Y si este insiste en su agenda, el independentismo tendrá de su parte a los tribunales de justicia y al tribunal de garantías constitucionales.
«Lo más destacable de la España de 2022 no es la división del independentismo, sino la división del constitucionalismo»
Esto enlaza con las demás razones. Dijo Sánchez que había terminado la vía unilateral. Y no se equivoca. La vía abierta es cada vez más bilateral. La colaboración del Gobierno de todos los españoles en allanar el camino del independentismo está siendo encomiable. El tercer motivo de orgullo es que el independentismo no se plantea quebrar la legalidad. Y de nuevo acierta. El independentismo no quebrará la ley porque la ley se ha redactado a su medida.
Estamos peor que en 2017 porque quien cuestiona el arbitraje del Tribunal Constitucional y la legitimidad del Poder Judicial no es el radicalismo nacionalista, sino el mismo Gobierno de España. E insistirán en ello, fingiendo que reaccionan ante golpes de Estado imaginarios, para consumar su control de los contrapoderes. Estamos peor que en 2017 porque la amenaza nacionalista no prende en las calles, sino que se infiltra lentamente en todos los estamentos que la detuvieron entonces.