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Jorge Vilches

La izquierda nos ha fallado

«El PSOE ha traicionado el pacto fundacional de la democracia española, desautorizado la Constitución y, por tanto, deslegitimado sus instituciones»

Opinión
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La izquierda nos ha fallado

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Europa Press

La causa directa de lo que ocurre en España no es el procés o el separatismo. Es de ingenuos, o simples mentales, considerar que quien ha fallado a la democracia española son los que no quieren estar en España. Quien ha fallado es la izquierda. 

El planteamiento es propio del pensamiento mágico, de quienes parten de supuestos erróneos para llegar a conclusiones falsas. Culpar a los independentistas es librar al PSOE de sus responsabilidades. Los nacionalistas hacen lo que se espera de ellos. Su misión es trabajar por la independencia, y es lo que han hecho con gran fortuna en Cataluña y en el País Vasco. Pero la misión del PSOE era aplicar programas socialdemócratas, no facilitar la vida a los rupturistas.

Más claro: nadie obliga al PSOE a allanar el camino a quienes quieren romper el orden constitucional en beneficio propio. Esto viene de largo. Comenzó antes de 2017. Nadie forzó al PSOE de Zapatero a firmar en 2003 el Pacto del Tinell para romper el consenso político de la Transición sobre el que se sustentaba el sistema del 78. Ni siquiera a decir que el Gobierno de España aceptaría el Estatuto que saliera del Parlamento de Cataluña. 

«En 2013, el PSC votó a favor del ‘derecho a decidir’ en el Congreso de los Diputados»

Los socialistas catalanes -el PSC- tienen una larga trayectoria en sentido anticonstitucional. Han ido del brazo en muchas localidades con ERC y otros independentistas desde el inicio de la democracia. Su grupo parlamentario ha votado en ocasiones en sentido nacionalista. En febrero de 2013, por ejemplo, el PSC votó a favor del «derecho a decidir» en el Congreso de los Diputados. 

Ese mismo año el PSOE acordó en Granada que su proyecto para España era una federación de naciones. Quisieron cerrar así el conflicto con el PSC. No dejaron claro el procedimiento para federar ni cuántas naciones había en el país, pero dio igual. Lo que quedó claro es que el PSOE consideraba que la Constitución de 1978 estaba anticuada, que la nación española era un invento, y que los nacionalistas tenían razón

El problema, por tanto, no es la existencia del procés, que empezó hace décadas, cuando Tarradellas avisó de las intenciones de Pujol en 1980. La cuestión es que el PSOE ha traicionado el pacto fundacional de la democracia española, desautorizado la Constitución y, por tanto, deslegitimado sus instituciones. 

La última vez que el PSOE actuó de forma responsable, no con patriotismo de partido, fue cuando echaron a Sánchez en octubre de 2016 y luego se abstuvieron para que Rajoy formara Gobierno. La sensación general fue que los dirigentes socialistas tomaron aquellas decisiones en contra de la militancia del PSOE. 

Comenzó entonces la podemización de las bases socialistas, que asumieron con gusto las formas y el fondo de la formación de Pablo Iglesias. Estaban entusiasmados por la fuerza arrolladora, casi revolucionaria, de la extrema izquierda populista. Coincidían ya con el discurso podemita de que la Constitución de 1978 era inadecuada, que la Transición había sido un timo franquista, la monarquía una antigualla, y que la derecha sobraba. 

«Ese PSOE fue el que propagó la idea de que la derecha no cabía en la democracia»

Fue el PSOE quien votó por dos veces a Pedro Sánchez en primarias a sabiendas de que prefería pactar con Podemos, ERC o Bildu antes que con el PP. Esa izquierda sabía que Sánchez consideraba más dignos de respeto a los separatistas y filoetarras que a los que habían sufrido el totalitarismo nacionalista y el terrorismo. Lo sabían y lo votaron. De hecho, gritaron a las puertas de Ferraz: «Con Rivera, no». 

Ese PSOE fue el del «No es no», el que propagó la idea de que la derecha no cabía en la democracia. Fue el que demonizó a todo lo que no fuera izquierda o nacionalista, y el que pactó con cualquiera en autonomías y municipios, como Bildu en Navarra. Al tiempo se excluyó al PP, y luego a Ciudadanos, usando un estilo populista, antidemocrático y agresivo. 

El pegamento de la alianza Frankenstein no es otro que la deriva anticonstitucional del PSOE desde 2003, el coqueteo con los antisistema izquierdistas y separatistas. Es lo que ha permitido la situación actual en España, impensable en ninguna democracia europea consolidada. De aquellos polvos antisistema vienen los lodos de hoy. 

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