THE OBJECTIVE
Fernando Fernández

'Austericidio' o prima de riesgo: usted elige

«La política económica seguirá en 2023 supeditada a las necesidades electorales del presidente, mientras no estalle. Y el malestar social seguirá creciendo»

Opinión
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‘Austericidio’ o prima de riesgo: usted elige

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Convaleciente aun de los excesos gastronómicos, pero todavía disfrutando de la familia y sus nostalgias, toca hoy hablar del futuro que nos espera. Consumado el asalto al poder sin pudor alguno por un partido social-sanchista que ha abandonado definitivamente el consenso de la Transición y ya sin indultos, sedición, corrupción ni malversación que le avergüence, se dispone a ocupar el poder judicial de la mano de una alianza de hierro con socios que se declaran públicamente enemigos de la democracia liberal, la monarquía parlamentaria y la Constitución del 78, hablar de economía parece una frivolidad. Y lo sería, si no fuera porque nos jugamos el bienestar social y la prosperidad futura.

Dos son las grandes amenazas del año 2023: la inseguridad jurídica y la complacencia. La primera es una obviedad, es difícil hacer negocios cuando la discrecionalidad del poder es absoluta y cuando éste ha demostrado no detenerse ante nada ni ante nadie. En ese clima, no puede haber empresarios, sino buscadores de rentas, capturadores de subvenciones o intermediarios con el poder. La cercanía al Ejecutivo se compra cara, pero se cobra bien. Lo contaba estos días John Müller en Abc con el caso Indra. Muchos años antes, en los primeros de la Transición, hizo fortuna un artículo de tres jóvenes profesores entonces cercanos al PSOE, Ángel Serrano, Santiago Roldán y Juan Muñoz, La vía nacionalista del capitalismo español, (Cuadernos Económicos del ICE, 1978) que subrayaban como característica definitoria del fracasado modelo de crecimiento español la presencia constante de un Estado intervencionista muy activo y proclive al proteccionismo y al favoritismo para perpetuarse en el poder.

Toda la política económica desde los Pactos de la Moncloa y los años de Felipe González y José María Aznar solo puede entenderse como un esfuerzo constante, aunque no siempre exitoso, de acabar con esa maldición, por abrir la economía española al mundo y liberarla de la pesada carga del Estado. Idea que desde José Luis Rodríguez Zapatero se sustituye por un nuevo mercantilismo impregnado de despotismo ilustrado y disfrazado de refundación europea. Pedro Sánchez ha hecho suya la tesis neo-mercantilista, de la mano de unos socios nacionalistas que solo buscan construir su Estado propio, gracias a la generosidad presupuestaria y reglamentaria del actual gobierno. Ese es el contexto de la economía española en 2023. Las rentas las crea el gobierno. Cuenta para ello con el BOE y la utilización discrecional de los fondos europeos abusando del silencio de Bruselas que anda ocupado en la guerra de Ucrania y no está para discusiones contables. Solo puede salir mal, como así ha sido históricamente.

«El INE apunta a una rápida e intensa desaceleración de la economía española que apenas habría crecido al 0,1% este verano»

La complacencia es el otro enemigo de la recuperación económica española. Permítanme que les ponga un ejemplo menor, pero muy ilustrativo. El INE acaba a de publicar su primera estimación del crecimiento del PIB este tercer trimestre. Es una estimación, pues todavía no dispone de datos completos ni de los registros necesarios, está basada en técnicas estadísticas y modelos econométricos hasta ahora homologables, y el INE últimamente suele revisarla con intensidad. Pero es lo que hay, y apunta a una rápida e intensa desaceleración de la economía española que apenas habría crecido al 0,1% este verano, pese a saber que ha sido un año turístico excepcional. Lo normal sería preguntarse qué estamos haciendo mal y cómo corregirlo. Pero como el INE también ha revisado sus estimaciones de crecimiento anteriores y ha elevado significativamente las del 2021 y el segundo trimestre de este año, el Gobierno y la prensa oficial sacan pecho y se felicitan porque los datos avalan sus políticas. Ni un ápice de crítica ni de preocupación por el futuro. Con el ojo derecho en el retrovisor y el izquierdo en qué contar para las elecciones sueñan ya con dejar de ser el farolillo de Europa y superar por fin el nivel del PIB de antes de la pandemia. Lo que pase después es ficción.

El problema es que el avance del PIB, como toda la información en tiempo real de la que hoy ya disponemos gracias a técnicas de big data e inteligencia artificial, apuntan a que la economía española se ha parado bruscamente. Los tres motores de la recuperación post-Covid están gripados y el sobrecalentamiento del cuarto solo puede amenazar la sostenibilidad futura. Los tres motores son conocidos: turismo, construcción e inmobiliario y fondos europeos. El turismo se está resintiendo de la recesión europea y solo lo salvan los americanos si continúa la debilidad del euro. El auge inmobiliario se ha pinchado con la subida de tipos, y las que nos quedan. Bastante tendremos con ahorrarnos una nueva crisis, confiemos en que el sector financiero haya hecho bien su trabajo de identificación y gestión de riesgos. De los fondos europeos mejor no hablar porque la incapacidad manifiesta ha generado una curiosa crisis de Gobierno, la última del año, por ahora. Una candidata al martirio electoral le hace la labor sucia al presidente limpiando su ministerio para que el entrante pueda brillar.

«La recaudación fiscal se ha disparado a máximos históricos gracias al impuesto de la inflación»

El cuarto motor del crecimiento, el intervencionismo gubernamental de la mano del gasto y empleo público no ha resultado explosivo porque la recaudación fiscal se ha disparado a máximos históricos gracias al impuesto de la inflación, y porque como es bien sabido turismo y construcción pagan muchos impuestos. Pero el gasto público es siempre resistente a la baja. Mas en año electoral y con un Gobierno en plena campaña populista, ahora nos anuncia un cheque supermercado, mañana ya veremos. El Banco Central Europeo ya no estará en el mercado comprando nuestra deuda. No es un tema menor, sus compras llevan varios años siendo prácticamente iguales a las emisiones netas del Tesoro, es decir financiando el déficit. El año que viene solo puede traernos dos cosas; o el gobierno hace un Tsipras y utiliza sus terminales mediáticas para glosar las bondades del ajuste fiscal que antes llamaba austericidio propio de la extrema derecha. O viviremos tiempos interesantes, nos volveremos a excitar con la prima de riesgo y seguiremos la evolución diaria de su diferencial casi con la misma pasión que los argentinos siguen el tipo de cambio en el mercado libre o a Messi.

En definitiva, que si ustedes creen que este año económico ha sido malo porque han perdido poder de compra y nos les llega el sueldo para nada, no se quejen mucho porque esto no ha hecho más que empezar. La situación internacional seguirá siendo restrictiva con una guerra en Ucrania enquistada y otra contra la covid en China tardía y perdiéndose. La inflación española se mantendrá en el entorno del 5% todo el año, pese a algunas triquiñuelas más, los tipos de interés volverán a subir y veremos el bono español a diez años claramente por encima del 4%. Los fondos europeos seguirán llegando tarde y mal y no servirán para aumentar el crecimiento potencial de la economía española; no financiarán las necesarias reformas estructurales aunque mejorarán la cuenta de resultados de algunos. La política económica seguirá supeditada a las necesidades electorales del presidente, mientras no estalle. Y el malestar social seguirá creciendo. Si usted cree en los Reyes Magos puede seguir confiando en este Gobierno y agradecer que le traiga carbón. Puede que lo necesite si sigue el frío. Si está ya un poco cansado y se ha hecho mayor, escéptico y algo cascarrabias, haga como yo, busque, compare y si encuentra algo mejor cómprelo. Que aún estamos a tiempo.

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