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El fiasco de Gijón contra la «emergencia climática»

«El plan del Ayuntamiento, al no tener ningún efecto, es menos dañino que las habituales y cuantiosas subvenciones a la adquisición de vehículos eléctricos»

Opinión

Un vehículo en proceso de fabricación.

El Ayuntamiento de Gijón, cuya alcaldesa es la socialista Ana González, en el marco de los esfuerzos titánicos de su partido por combatir la «emergencia climática», convocó en 2022 un plan de subvenciones para la adquisición de vehículos con etiqueta medioambiental

De acuerdo a las bases del programa de subvenciones, la finalidad pública que se cumple es la mejora medioambiental a través de la sustitución de vehículos contaminantes por otros más respetuosos con el medio ambiente. En concreto:

  • Contribuir a la mejora medioambiental a través de la sustitución de vehículos contaminantes por otros más respetuosos con el medio ambiente
  • Reducir las emisiones contaminantes a la atmósfera, principalmente las de óxidos de nitrógeno, partículas y gases de efecto invernadero
  • Contribuir a una movilidad sostenible utilizando vehículos energéticamente más eficientes
  • Atender a una demanda social para que el colectivo destinatario de las ayudas sea prioritariamente el de personas que acrediten escasez de recursos económicos

Los solicitantes y sus unidades de convivencia debían estar empadronados hace al menos un año en Gijón (con excepción de refugiados, víctimas de violencia de género, emigrantes retornados o víctimas de trata de seres humanos, a los que se eximía de dicho requisito), y acreditar no haber tenido unos ingresos brutos en el año 2020 superiores a entre 2 veces el IPREM (unos 16.200 euros brutos anuales) para unidades de convivencia de 1 ó 2 miembros, y 2,75 veces el IPREM (unos 22.300 euros) para unidades de convivencia de 5 o más miembros.

Estas subvenciones no eran compatibles con ningún otro programa de ayudas a la compra de vehículos, y exigían al solicitante:

  • Achatarrar un vehículo que no tuviera etiqueta medioambiental.
  • Ser titulares del vehículo en cuestión al menos un año antes de la solicitud.
  • Que el vehículo a achatarrar tuviera la ITV en vigor.
  • Adquirir un vehículo con etiqueta medioambiental, no siendo válida la transmisión entre particulares.

La subvención unitaria era de 1.000 euros por vehículo, y el programa del año 2022 estaba dotado con 150.000 euros, estableciendo claramente que, si se excedía la cantidad de solicitudes con los requisitos exigidos, se otorgarían por orden de presentación, y los que no las obtuvieran no tendrían preferencia en el programa para el año 2023, aunque sí podrían solicitarla de nuevo. Está claro que preveían una avalancha de solicitudes. 

«El programa se ha conseguido retirar de la circulación cuatro coches ‘contaminantes’, en una ciudad con más de 150.000 vehículos»

El éxito del programa ha sido arrollador. Se han presentado 5 solicitudes, 5, de las cuales una se ha devuelto al corral por no cumplir los requisitos. O sea, que con tan maravilloso programa se ha conseguido (en teoría) retirar de la circulación cuatro coches «contaminantes», en una ciudad con más de 150.000 vehículos. El planeta está ya a salvo, loada sea Greta.

Bueno, pues como la lucha contra la contaminación y el cambio climático con perspectiva de género, inclusiva y redistributiva continúa siendo una de las prioridades municipales, se ha convocado un nuevo plan para 2023. Se ha ampliado el plazo de presentación, que es ahora de casi 10 meses, se ha eliminado el requisito de que el vehículo a achatarrar tenga la ITV pasada, y además se han ampliado los requisitos de renta. Ahora, una unidad de convivencia de 5 o más miembros que acredite unos ingresos brutos inferiores a 4 veces el IPREM (unos 33.000 euros) podrá solicitar la subvención de 1.000 euros para la compra de vehículos con etiqueta medioambiental. Me barrunto que tampoco en 2023 va a agotarse el presupuesto del municipio para este fin (eso que se ahorrarán los gijoneses).

No sé en qué planeta viven nuestros gobernantes (particularmente, pero no solo, los de izquierdas). Si una familia tiene un coche con 15-20 años de antigüedad, normalmente no es porque quiere, sino porque no puede permitirse uno nuevo. Por lo tanto, concederles una ayuda de 1.000 euros (que además computará en el cálculo de sus ingresos a efectos de IRPF del año siguiente en la mayoría de los casos) es como ofrecerle a una familia de cinco o más miembros que ingresa 30.000 euros al año una semana de Hotel Plaza de Nueva York, sujeta a que los solicitantes se paguen el viaje y las comidas durante su estancia. Es decir, un esfuerzo condenado al fracaso.

En defensa del Ayuntamiento de Gijón hay que decir que este paripé, al no tener prácticamente ningún efecto, es menos dañino que los habituales planes de cuantiosas subvenciones a la adquisición de vehículos eléctricos, que abaratan cuantiosamente con ingresos públicos sufragados con los impuestos de todos (mileuristas y sujetos que perciben pensiones no contributivas, entre otros) los caprichosos juguetes de los más ricos (que son los que se pueden permitir en este país vehículos eléctricos).

No se enteran de nada. O sí se enteran, y es peor.  

  

13 comentarios
  1. ferflux

    Según estaba leyendo su columna me lo estaba imaginando a usted contando esto ante un micrófono, iluminado por un foco y con una pared de ladrillos detrás. Es absolutamente cómico, a la vez que dramático.

  2. Pasmao

    Apreciado Sr Velarde Daoiz

    No se si conoce el caso del geólogo Enrique Ortega Gironés, con un dilatado currículo como docente, investigador, jefe del Departamento de Geología de la minas de Almadén y consultor de la UE y el Banco Mundial, entre otros organismos internacionales, publicó un artículo, el pasado 30 de noviembre, en la revista del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos Tierra y Tecnología, cuyo título no podía ser más elocuente: “La Geología versus el dogma climático (1ª parte)”.

    La 2ª parte no se ha podido publicar.

    La dirección del boletín emitió un comunicado oficial donde se desmarcaba de las tesis del autor, lamentaba el revuelo causado y hacía voto de enmienda, prometiendo reforzar la línea editorial en un sentido aún más favorable al dogma climático; perdón, al “consenso científico”. Irónicamente, con ello no hacían más que corroborar la crítica de Ortega a “una supuesta unanimidad científica que está muy lejos de ser cierta”.

    Busquen Enrique Ortega Goronés en Google y tendrán mas información.

    Yo lo que he expuesto es un copy/pega parcial de la columna titulada «La carne, el demonio y el clima», de Carlos López Diaz. En su blog «Cero en progresismo».

    Respecto al Ayuntamiento de Gijón… nada mas me congratula que conocer el fracaso de esas iniciativas. Muchas gracias por dárnoslas a conocer. Nos alegran días aciagos.

    Un cordial saludo

  3. danif

    En cuanto a las encuestas que recogen que la primera preocupación de los ciudadanos, es el cambio climático y que por tanto ,verifican el éxito de una campaña gestionada por nuestros dirigentes y medios más influyentes .¿ Por qué los dirigentes que tienen tan claro lo que va a pasar después de un período tan largo de tiempo ,no tomaron medidas eficaces para solucionar COVID y la crisis energética y evitar tan gran catástrofe que afecta tanto a la generación actual como a las próximas , cuando eran previsibles?. Y este de Velarde es un
    gran ejemplo ¿ por qué el Ayuntamiento de Gijón no predijo semejante fracaso? Si no sirve para gestionar un proyecto tan sencillo que lo tiene a mano¿ no le da vergüenza hacer predicciones sobre los efectos futuros del cambio climático? Si son incompetentes en lo pequeño ¿ por qué valdrán para lo grande?

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