THE OBJECTIVE
Rebeca Argudo

Fraudes, mentiras y cintas de vídeo

«Existe la posibilidad de que alguien se haya perpetuado como director del museo de arte contemporáneo más importante de nuestro país al margen de la ley»

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Fraudes, mentiras y cintas de vídeo

Manuel Borja-Villel.

Manuel Borja-Villel se va pero porque quiere. Lo ha dejado muy clarito. Después de tanto secretismo, tanto hacerse el misterioso sobre su (más que probable) intención de presentarse a concurso público para continuar al frente del Reina Sofía, esta semana anunciaba su decisión de no hacerlo.  Curiosamente, lo hacía después de que el diario Abc destapara el supuesto (me pongo tertuliana del corazón con ese «supuesto») fraude de ley de sus últimos nombramientos. Él dice que no tiene nada que ver con eso, que ya lo había decidido antes, que todo es mentira, algo denunciable, un ataque a las instituciones, guerras culturales, pío pío que yo no he sido.  

El propio Reina Sofía enviaba a los medios el mismo domingo una nota (dos, en realidad. Una primero y luego otra que era la misma pero manifestando repulsa de manera explícita) en la que señalaba que todo era falso y que lo demostraban los informes de la abogacía. Informes de la abogacía que nadie ha visto todavía y que el propio Tribunal de Cuentas desestimó como argumentación ante un Informe de Fiscalización publicado en 2021, al que no hacía mención alguna esa nota. En ese informe, irrelevante para el museo, se señalaba que «la suscripción de las citadas prórrogas del contrato de alta dirección con el Director del Museo no se atienen a lo dispuesto en los artículos 10 de la Ley 34/2011 y 9.1 del Estatuto, que requieren que el Director del Museo sea nombrado y separado por Real Decreto»” y que urgía hacerlo lo antes posible. En calidad de ciudadanito de a pie, me he dejado estos días varias dioptrías buscando en el BOE los Reales Decretos por los que se nombraba a Borja-Villel en 2013 y en 2018 como director del museo. No ha habido manera. Presuponiéndome torpe, me he puesto en contacto a través de su página web con la Agencia Estatal del Boletín Oficial del Estado y ellos tampoco lo han encontrado. He llamado al Reina Sofía y tampoco me los han facilitado. Estos dos Reales Decretos son como el Santo Grial: existir, dicen que existen, pero no hay forma de dar con ellos.  

«Dice Borja-Villel que, de haber irregularidades, no sería cosa suya sino del Ministerio de Cultura»

Dice Borja-Villel en su última pataleta con formato de entrevista que, de haber irregularidades (que no es que las haya pero en el improbabilísimo caso de que las hubiera), no sería cosa suya sino del Ministerio de Cultura. Es más, sería cosa del PP. En realidad aquí pasarían dos cositas (de pasar, ya saben): La primera, que invocar una confianza legítima siendo el director del museo es muy poco creíble. Sobre todo cuando la ley es específica del museo, él fue impulsor de la misma y había aspectos que le afectaban directamente. Que no estamos hablando del bedel, hombre. La segunda, que precisamente el hecho de que esas irregularidades se cometan cuando es el PP quien está en el Gobierno podría obedecer a (ando elucubrando con las informaciones que tengo en la mano y aplicando la lógica) que de poner en marcha la maquinaria para acometer ese trámite irrenunciable (el nombramiento por Real Decreto tras acuerdo en Consejo de Ministros) se exigiera la aplicación rigurosa de la ley del Museo Reina Sofía y hubiese que convocar concurso público, de manera que la prórroga no hubiese podido ser, de facto como fue, automática. ¿Dónde está la bolita, dónde?

Como no soy jurista, no puedo aclararles el embrollo con una frase lapidaria que dé la razón a unos u otros, pero como soy periodista estoy intentando recabar toda la información al respecto para llegar lo más cerca posible de eso que hemos dado por llamar «la verdad». Así que en cuanto me contesten de transparencia (no tendrían por qué no hacerlo) y consulte a especialistas con todos los datos en la mano, les cuento. 

Porque aunque todo esto pueda parecer una simple irregularidad burocrática, de lo que estamos hablando aquí, y a mí me parece gravísimo, es de la posibilidad de que alguien se haya perpetuado en un puesto tan relevante como es el de Director del museo de arte contemporáneo más importante de nuestro país al margen de la ley. Eso supone el manejo ilegítimo de grandes cantidades de erario sin apenas control previo ni fiscalización, la posibilidad de colocar en puestos directivos a personas de confianza sin atender a criterios de mérito y capacidad, de acumular una experiencia curricular no legítima de cara a futuros procesos de selección, de reordenar los fondos del museo enseñando lo que quiere y ocultando lo que no, de insuflar el sesgo ideológico que le conviene a lo que debería ser instrumento para dar a conocer al gran público nuestra riqueza artística… 

Espero que a Borja-Villel le vaya muy bien en sus nuevas andaduras profesionales, por supuesto. Pero aún espero con más fervor que al Reina Sofía le vaya mucho mejor. Nos lo merecemos.

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