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Manolo Borja, el Reina Sofía y el comienzo de algo

El nuevo director deberá recuperar al gran público y revisar la colección permanente sin pretender, como Borja-Villel, reescribir la Historia de España

Manolo Borja, el Reina Sofía y el comienzo de algo

Manuel Borja-Villel. | EFE

Este jueves es el último día de Manuel Borja-Villel como director del Reina Sofía. Mañana ya no acudirá al museo. La rueda de prensa anunciada por la institución para el martes 17 se convirtió en una entrevista de su director a la agencia EFE donde anunciaba que no se presentaría al concurso internacional que elegirá al nuevo director. Fin de una etapa que ha durado 15 años y cuyo gestión quedará marcada desgraciadamente por su mala salida.

Nos cuentan que se ha tratado de una decisión personal de Borja-Villel que «comentó hace bastante tiempo con su familia y con el equipo» que no deseaba seguir e incluso «se planteó anunciarlo antes, pero al final ha querido estar hasta el último día». Quizá lo de su familia fuera cierto, pero su equipo, y sé de lo que hablo, no sabía nada de nada de su decisión. Es más: Borja-Villel, según fuentes de su entorno más cercano, estaba estudiando presentarse al concurso internacional que arrancaba el 1 de febrero, tras haber agotado ya las tres prórrogas reglamentarias. Esta continuidad como director -ya de 66 años- estaba respaldada por el ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, que hace unos días reconoció que no solo aprobaba su gestión sino que «no encuentro razón para evitar que continúe desarrollando su trabajo como lo hace». Pues ni lo uno ni otro. Las oportunas filtraciones del Tribunal de Cuentas al ABC quizá hayan tenido mucho que ver.

Pero ya da igual. Mañana viernes día 20 comienza el proceso para elegir un nuevo responsable del museo de arte más visitado de España, con algo más de tres millones de visitantes -según fuentes del museo- en 2022. Y Borja-Villel ya tiene «su cabeza en la Bienal de Brasil, donde va a ser comisario y adonde va a viajar el mismo sábado». Pues qué rápido todo y qué bien. Pero no se va y lo deja todo.

El director saliente del Reina Sofía ha dejado como herencia a su heredero una reciente reordenación de la colección permanente, que se ejecutó en varias fases a lo largo de todo el año 2021. Su visión del arte contemporáneo español recibió muchas críticas por lo ideológico de la propuesta que incluía desde el desastre del Prestige al colonialismo, pasando por la llegada de Eisenhower a España, el sida, el 15M, el feminismo o la ley trans. Pero eso tampoco ha sido todo.

«El concurso internacional que busca director se podría prolongar varios meses»

Su gestión al frente del museo ha acumulado críticas dentro y fuera de la gestión museística por su manera de seleccionar y programar exposiciones, por los cambios en su equipo de gobierno, por la habilidad para quemar equipos y conservadores, o por lo hermético de su gestión. Mabel Tapia, subdirectora artística y Julián González Cid, subdirector gerente, se hacen cargo del museo en este interregno que ahora comienza y que se anuncia largo. Largo porque el concurso internacional que busca director se podría prolongar varios meses. Aunque ya están seleccionados los miembros del comité que supervisará la elección, hasta primavera no se conocerá al elegido.

Los retos del nuevo director son enormes. De entrada deberá recuperar al gran público, ausente de la mayoría de las exposiciones del museo, pero sobre todo revisar el concepto de la colección permanente que aunque, según Borja-Villel, quiere contar la Historia del Arte, en realidad estaba empeñada en reescribir la Historia de España. El argumento del anterior director era que un museo «debe tratar de aportar las herramientas para que entendamos mejor la época en la que vivimos». Y no está mal, pero esa historia no se puede contar solo desde un punto de vista sino, sobre todo, desde el punto de vista del arte.

Un artista no es un político fracasado. Es un chamán que marca el camino. Un pensador que debe iluminar la vida cultural de un país y de sus personas. No necesita contarnos una historia que ya no interesa, sino un futuro que no alcanzamos a intuir. Se necesita un director que no tenga miedo; que no juegue a la política. El Reina debe ser un lugar donde los visitantes encuentren sosiego y respeto… La política es algo secundario. Debe dar poesía a la gente. Recoger a esa humanidad doliente que transita por Atocha y aledaños para darle un sentido a su vida. Miguel Hernández hizo una raya en el suelo para saber quien estaba con él o contra él. También es necesario un equipo. También para tener en cuenta lo que hizo el anterior director y cambiarlo si es necesario. Pero necesitamos recuperar la belleza y por eso necesario alguien que no dude en hacerlo. Hay que sacar a la gente de esta convivencia crispada y ofrecer algo que les haga trascender. Las crisis ofrecen oportunidades y este es el momento del Reina.

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