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¡A las barricadas!

«El Gobierno no necesita responder a la concentración de Cibeles porque no gobierna para quienes se manifestaron sino para sus seguidores. Y sus seguidores no se lo reclaman»

Opinión

Un cartel contra Sánchez en la manifestación de Madrid. | EFE

La concentración del pasado sábado en Madrid fue un acto de protesta moderado y limitado a criticar al Gobierno y a su presidente por todas aquellas decisiones que los participantes consideraban lesivas para la democracia, sin pasar a los insultos o las amenazas. La presencia en el evento del partido de la extrema derecha suponía una incomodidad para muchos viejos izquierdistas allí presentes, dispuestos a aceptar como un mal menor el hecho de que algunos indeseables se sumaran a la causa.

La convocatoria obtuvo una gran respuesta y fue la prueba evidente de que existe un amplio sector de la población irritado con la actuación del Gobierno y dispuesto ya a expresarlo de forma masiva en la calle. En otros tiempos, un acto de esta dimensión hubiera obligado a reflexionar a los gobernantes y hubiera dado lugar al menos a un tímido intento de rectificación. Era el tiempo en el que la acción política trataba de ajustarse, aunque fuera de forma aproximada e interesada, a la voluntad de los ciudadanos.

Hoy no será necesario nada de eso. Hoy basta con descalificar lo sucedido y rebajar el acontecimiento a una pequeña reunión ultra, como han hecho el presidente del Gobierno y los que amplían su eco, para que todo pueda seguir igual, sin que la concentración de Cibeles, no ya provoque alguna rectificación, sino que llegue viva a las tertulias del martes.

«Si un acto de protesta triunfa, se le pone la etiqueta de ultraderechista»

Todo se explica por la estrategia de polarización política que con tanto éxito ha desarrollado la coalición gobernante. Si la realidad no te gusta, se niega. Si alguien te critica, se le atribuyen intenciones perversas. Si un acto de protesta triunfa, se le pone la etiqueta de ultraderechista. ¡Cómo será de nociva esta estrategia de polarización que el Gobierno prefiere que haya decenas de miles de fascistas en Cibeles a que haya decenas de miles de demócratas descontentos!

No por nocivo el plan deja de ser eficaz desde el punto de vista electoral. La polarización ha demostrado antes en Estados Unidos o en Brasil que garantiza un ejército fiel de seguidores detrás de cada líder ideológico, lo que suele traducirse en elecciones muy ajustadas que terminan por dejar al bando derrotado resentido y al acecho. Un mal escenario al que parecemos abocados en España.

El Gobierno no necesita responder a la concentración de Cibeles porque no gobierna para quienes se manifestaron sino para sus seguidores. Y sus seguidores no se lo reclaman porque forman parte de un ejército unido en la misión suprema de frenar a la derecha y conservar el poder. Esa unidad exige algunas renuncias, pero todo sea por el premio mayor de mantener al enemigo postrado y envidioso.

¿Acaso no preocupa el fracaso de la ‘ley de sí es sí’ entre las filas de los seguidores del Gobierno? ¿No les duele la rebaja del delito de corrupción o les genera dudas la eliminación de la sedición? ¡Claro que les preocupa, les duele y les inquieta a muchos lo que está sucediendo! Pero da igual, porque la izquierda los ha llamado a las barricadas contra un ejército fantasmagórico que viste camisas azules. Es hora de destruir al adversario, no de entender sus razones. Era hora de ganar las próximas elecciones, como sea, sin complejos y sin piedad. Hay que seguir en el poder a cualquier precio, para volver a la carga después, sin desmayo, contra ese ejército maligno que se recompone una y otra vez, en esta guerra infinita a la que nos conduce la polarización.

23 comentarios
  1. Farringdon

    El autor se para en el aspecto práctico de la estrategia de polarización, y no en el hecho de que esté basada en mentiras. Mentiras flagrantes, palpables, demostrables, No tiene para el autor ningiuna consideración moral este hecho?

    Que la política se polarice resulta previsible cuando la situacion se complica: Podemos apareció cabalgando la crisis del 2008, y Vox se disparó en votos a raiz del golpe catalán de 2017. Ahora acabamos de salir de una pandemia, y la crisis energética provocada por la demencial política ecologista empieza a hacer mella. El régimen del 78 se está reemplazando por otro cuyo sesgo se desconoce (aunque se intuye) así que la tensión es bastante comprensible.

    El problema es cuando la polarización (en mi pueblo «cabreo») se genera de forma intencionada por medio de mentiras. Al autor parece no llamarle la intención que la apreciación difundida por el PSOE esté basada en falsedades. Que viene Franco, que vienen los fascistas, que van encerrar a las mujeres, y matar a los gays,….

    El mismo hecho de que la prensa «correcta» diga que la manifestación es de la derecha, cuando la convocante es Rosa Díez es de traca. La aceptación de la mentira como moneda de curso legal llega a cotas asombrosas.

  2. Sorprendido

    Habría que saber si hay algún comentario periodístico, o de los contertulios a tiempo completo, en los que para hacer crítica sobre el Partido Sanchista (derivación consentida del Psoe, digan lo que digan sobre todo los que detentan poder con el Partido) no se «derrape», sutil o claramente , haciendo referencias sobre Vox ; algo así como para que los «logros» del actual (des)gobierno queden ligeramente tamizados y no sean tan censurables. Un temor por aquí, un peligro por allá…y ahí está Vox.
    Los socios de Sánchez, oro molido.
    Dicho esto, Vox tendría que reflexionar sobre cómo salvar el mundo, después de sus recientes «éxitos» con la pureza nacional como estandarte.

  3. danif

    El proyecto autoritario de Sánchez y “ sus resultados” eran previsibles.
    La pérdida de calidad democrática de nuestro país ,que provocó el abandono del grupo de democracia plena este pasado año, deriva del camino hacia el autoritarismo que tomaron Sánchez y el sector político , informativo e intelectual que le apoyan.
    Sánchez tenía dos opciones: una la de que el partido que dirige sea la izquierda de una democracia plena en la que se conjuntaban el progreso económico y social y las libertades y otra la de convertir España en un régimen autoritario en la que los socialdemócratas son enemigos del sistema.
    Sánchez escogió ir de la mano del grupo de los autoritarios .Basta ver el nivel de ruina, corrupción, apropiación de la justicia y de las instituciones y falta de libertad de los países donde está implantado el proyecto para hacernos la idea de adonde nos llevan.
    Con Sánchez, España ha recuperado todos los defectos que con la transición creíamos superados, entre ellos, la apropiación de los recursos públicos y las instituciones del Estado para asegurar su poder y la crispación social sobre la guerra civil. Y con ello, ha socavado los fundamentos de nuestro estado democrático .
    Continúa con el proyecto político de Zapatero: “Zapatero modela un PSOE no europeo, con el horizonte de un socialismo que gana todas las elecciones sucesivamente, en el ejercicio de su hegemonía y del abuso de poder…Toda la estrategia de Zapatero y de Sánchez es evitar la alternancia del poder “R Arias Salgado

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