El quilombo del Salario Mínimo
«Los aumentos excesivos resultan perjudiciales para España en dos de sus principales problemas: el elevado nivel de desempleo y la despoblación»
En estos días hemos vivido de nuevo el final de la recurrente polémica sobre el aumento del anual Salario Mínimo Interprofesional (SMI), polémica que la ministra de Trabajo -y el presidente del Gobierno- suelen estirar hasta lo indecible por creer que el debate previo y la solución que en cada caso adoptan favorecen su imagen y sus expectativas electorales. En esta ocasión y harta ya de sus tácticas, la CEOE ha rechazado participar en el juego. Garamendi, que se dejó engañar una vez al dar su apoyo a la contrarreforma laboral de Yolanda Diaz, parece que no ha querido ser engañado otra vez. Finalmente, el Gobierno ha decidido aumentar el SMI hasta 1.080 euros mensuales -15.120 euros al año- lo que supone para el empresario un coste laboral próximo a 20.000 euros anuales. Convengamos que resulta un importe significativo para cualquier empresa, en especial si es una pyme, a la hora de contratar nuevos trabajadores. Conocido el dato, conviene reflexionar sobre la función que cumple el SMI, sobre los efectos que provoca su aumento y sobre su utilización con fines electoralistas.
La existencia legal de un salario mínimo concurre en todos los países comparables con el nuestro sin que sea discutible que su finalidad es garantizar que todo trabajador obtenga por su trabajo una retribución digna que resulte suficiente para su supervivencia. Dado que ésta tiene un coste creciente conforme pasa el tiempo, es razonable que el SMI vaya siendo sucesivamente actualizado. Eso es lo lógico, pero quizás no resulte tan lógico el ritmo con el que viene aumentándose en España. Es así, pasar de 785 euros en 2018 a 1.000 euros en 2022 supuso un aumento del 28%. Pero en el mismo periodo la inflación acumulada fue un 13%, por lo que, en términos reales, el aumento del SMI ha más que duplicado el efecto de la depreciación monetaria. Aumentarlo ahora en un 8% cuando la inflación interanual -diciembre de 2022- fue el 5,7% supone insistir en el sobre aumento del SMI.
Desgraciadamente no estamos ante un juego de suma cero y el aumento en términos reales del SMI supone correlativamente que se incrementen, también en término real los costes empresariales de mantener y crear empleo. Salvo que se quiera negar la evidencia, resulta indudable que encarecer el empleo dificulta la creación de puestos de trabajo. Así lo hizo saber el Banco de España, así figura en numerosos análisis técnicos, y así consta en los diversos estudios empíricos internacionales existentes. Por eso, el aumento excesivo del SMI es negativo para el éxito en el combate contra el desempleo, ese mal endémico de la economía española.
«La carga de las cotizaciones sociales en España es la más alta de la Unión Europea»
No obstante, para defender la necesidad del citado aumento excesivo suele aludirse al comparativamente bajo nivel del SMI español en relación con otros países de nuestro entorno. La alusión se hace con una trampa numérica, pues al hacerla se omite que en España se cobran 14 pagas y en la generalidad de los demás países, 12. Y se obvia también que la carga de las cotizaciones sociales en España es la más alta de la Unión Europea -30% del salario bruto de un trabajador en España; 22% en la UE-, por lo que el coste laboral real que supone el SMI en España es comparativamente más alto que el que se pretende por los partidarios de aumentarlo excesivamente.
Para proponer estos aumentos injustificados también suele aludirse al espíritu de la Carta Social Europea, en la que se propone que el SMI de cada país sea igual o superior al 60% del respectivo salario medio. Pero se omite que el actual SMI español ya supera el citado umbral en la gran mayoría de las provincias españolas. Curiosamente, en aquellas que forman parte de la España llamada «despoblada», por lo que el efecto negativo de aumentar excesivamente el SMI afectará de manera especial al empleo en las zonas geográficas que más necesitan de la creación de puestos de trabajo.
Y expuesto todo lo anterior, es innegable que el SMI tiene que aumentarse para que siga cumpliendo con las finalidades para las que nació, pero teniendo siempre presente que los aumentos excesivos resultan perjudiciales para España en dos de sus principales problemas: el elevado nivel de desempleo y el fenómeno de la despoblación. Sin embargo, parece que el necesario equilibrio que debiera tenerse en cuenta al actualizar el SMI resulta incompatible con las aspiraciones electorales de Yolanda Díaz y de Pedro Sánchez. De ahí el quilombo que montan cada año cuando llega el momento de actualizar el SMI.