Vamos, Manolo, sal a bailar
«Hay gente para la que ‘serenidad y madurez democrática’ significa mirar para otro lado ante las irregularidades de Borja-Villel al mando del Reina Sofía»
Hay gente que ve con espanto la crítica y que confunde la información respecto a irregularidades en el ejercicio de un puesto de responsabilidad con una enmienda a la totalidad y un ataque a la institución misma. Un poco como cuando Irene Montero piensa que decirle algo que le incomoda a ella es decírselo a todas las mujeres y un ataque al feminismo entero. Hay gente que firma artículos (asombrada y decepcionada) o manifiestos (indignada y ofendida) en los que reclaman «un clima de serenidad y madurez democrática». Para toda esta gente, serenidad y madurez parece significar mirar para otro lado cuando se descubre un pastel. Si el pastel escora a babor, claro, que no es lo mismo robar dos cremas que usurpar un cargo al margen de la ley durante diez años con todo lo que ellos implica. Lo de la superioridad moral y tal. Me refiero, claro, a la propaganda con la que está contestando el autodenominado mundo del arte a los reportajes, documentadísimos y rigurosísimos, de la sección de cultura del diario Abc, que destapó el escándalo de las irregularidades de Borja-Villel al mando del Reina Sofía. Irregularidades que van de la ilegalidad de sus últimos contratos a la compra de obras de arte fuera de todo control y fiscalización, la no presentación de las cuentas del museo, nombramientos sin méritos, anomalías en el manejo del dinero público… Un festival del descontrol, vamos.
Ni medio pero pongo yo a los amiguetes que firman porque Manolo es un buen tipo. Anda que no firmaría yo cualquier cosa por mis amigas, que a majérrimas no les gana nadie. Menos aún a que firmen los asalariados. Firmaba yo hasta la donación de un riñón si me hubiesen colocado sin méritos demostrables en un museo fetén y, antes de marcharse, me hacen fija. Mis peros vendrían, por ejemplo, para la cáfila de periodistas que firman la loa victimista. Me encantaría entender qué les mueve a rubricar un texto en el que no se aporta ninguna prueba que desmonte lo que las informaciones de sus compañeros aseguraban, rigurosamente respaldadas por la documentación pertinente, y, por toda contestación se marquen un ditirambo con filtro valencia y viñeteado. Me gustaría saber la razón por la que les parece buena idea, desde el ejercicio de su profesión, firmar un discurso que acusa a colegas que hacían su trabajo de promover una «guerra cultural desatada capciosamente por la irrupción de la extrema derecha en el panorama político y mediático español» y califica al ya exdirector (muy a su pesar) y al propio museo en «presa y botín de esa guerra de márketing político». ¿Qué creen que deberían haber hecho? ¿Mirar para otro lado? ¿Guardar esa información bajo siete llaves en un cajón y salir de allí silbando con las manos en los bolsillos? ¿Eso es lo que habrían hecho ellos?
«Vas a coger las cuentas de los últimos años que aún no has presentado y vas a demostrar que todo está en orden»
Yo, si fuera amiga de Manolo (le digo Manolo también, como quien dice Gabo en lugar de García Márquez u Olvido en lugar de Alaska), pero amiga de las de verdad, no de las de boquilla, de las de qué bien todo, Manolo, cómo has dejado esto, Manolo, qué razón tienes, Manolo, ay que ver la ultraderecha, Manolo. No, una de esas no. Una de las de verdad, de las que te sujetan el pelo cuando vomitas, en lugar de firmar manifiestos o articulines, le prepararía una tila, lo sentaría en mi cocina y le diría:
Mira, Manolo. Basta ya de ir, llora que llora, por los rincones, que pareces la Zarzamora. Ya vale de pedir firmitas y articulitos y que protesten en redes y digan que es que no te soportan por guapa y por lista. Vas a coger, Manolo, te me vas a secar esas lágrimas y a sorber esos mocos, y vas a salir ahí, con un par, con tu segundo contrato y las dos prórrogas en una mano y la ley del Reina Sofía en la otra, para que todo el mundo vea que no están al margen de esa ley específica. Les vas a enseñar esos dos Reales Decretos que aún no ha visto nadie y les vas a dar con ellos en los morros. Vas a coger las cuentas de los últimos años que aún no has presentado (que vaya cuajo, Manolo, como te digo una cosa te digo la otra) y vas a demostrar que todo está en orden. Les vas a poner una detrás de otra todas las licitaciones con toda su documentación, todos los informes y tasaciones de las obras de arte adquiridas, la vida laboral de todos los contratados que dicen que no reunían méritos. Vas a coger, Manolo, y vas a contestar a esa gentuza como se merece: con datos y con pruebas. Y como tienes razón, porque la tienes, vas a ir y en lugar de encargar publirreportajes vas a emprender medidas legales. Vas a decir, alto y claro, que mienten. Y les vas a callar la boca. Eso, Manolo, o lo que va a parecer es que todo lo que dicen es cierto y que no enseñas esa documentación porque no existe. O que la que existe les da la razón.
Vamos, Manolo, sal a bailar. Que tú lo haces fenomenal.