THE OBJECTIVE
Álvaro del Castaño

¡Attract the Rich!

«Si se quiere redistribuir más y mejor la riqueza hay que asegurarse que se incentiva a los ricos a invertir su capital en el tejido productivo de la nación»

Opinión
66 comentarios
¡Attract the Rich!

Imagen de la campaña de Oxfam Intermón. | Oxfam Intermón (Twitter)

Me quedo pasmado al pasear por la calle de Diego de León, en el barrio madrileño de Salamanca, y observar un enorme cartel, una lona que cubre todo un edificio emblemático, colocado por la ONG Oxfam Intermón, y en el que aparece de fondo una enorme bandera roja de estilo comunista y en el que se puede leer:

«Tax the Rich. Lo que los ricos no pagan, lo pagamos nosotros».

La verdad es que nunca había prestado demasiada atención a esta ONG y tenía una buena opinión de sus objetivos filantrópicos. Reconozco que desconocía su particular afiliación ideológica. Incluso pese a haber leído referencias a los desgraciados escándalos sexuales de la organización en Haití y Chad en 2018, siempre les había dado el beneficio de la duda. Hasta hoy.

Si reflexionamos, a todos nos debería aterrar leer la frasecita que aparece en el cartel: «Tax the Rich. Lo que los ricos no pagan, lo pagamos nosotros». Aunque es una consigna que parece comprometida, progre y responsable, esconde en realidad unos matices sobrecogedores. Singulariza los males de una nación sobre las espaldas de un grupo minoritario en particular. Esa generalización de concretizar los atributos negativos de unos pocos (aquellos casos excepcionales de ricos que no pagan impuestos) en el grupo en general («los ricos») es absolutamente irresponsable. ¿Por otro lado, esto no les recuerda a algo? En la Alemania nazi, se acusaba a los ricos judíos de acaparar fortunas y ser la raíz del mal de la Alemania de entreguerras. Se acusaba a un grupo minoritario de los todos los males de la sociedad y así se les ponía una diana en la espalda como enemigos del pueblo, en contraposición al «nosotros». Espeluznante paralelismo. Además, causa también pavor observar la coincidencia de esta campaña con las declaraciones de la ministra comunista Ione Belarra (y del ex vicepresidente del gobierno Pablo Iglesias) en las que se acusa, desde el gobierno de la nación, a empresarios con nombre y apellidos de ser «capitalistas despiadados». ¿Casualidad?

«El problema surge cuando se acusa a una minoría de todos los problemas de la sociedad»

Ni que decir tiene que estoy totalmente de acuerdo en que hay que enfocarse en generar riqueza para todos, y especialmente para los más desfavorecidos, asegurando la igualdad de oportunidades y salarios dignos. El problema surge cuando se acusa a una minoría de todos los problemas de la sociedad, y la solución propuesta empieza por perseguir injustamente a ese grupo, y, en paralelo, querer aplicar soluciones erróneas al problema planteado.

¿Tiene Oxfam Intermón algo de razón en el fondo (pues en la forma es evidente que no)? Yo diría que marginalmente, y solamente aplicado a los casos de países en desarrollo donde quizá algunos «super-ricos» de esos países se beneficien de un marco fiscal muy débil, e injusto para los menos afortunados. Sin embrago, en el mundo desarrollado, y en España en particular, esta es una campaña que solo causa estigmatización y polarización, pues asume los típicos eslóganes de izquierdas, pero sin substancia real. 

Y esto es así porque, primero, vivimos en una sociedad en libertad donde la única obligación del pueblo libre es la de cumplir con las obligaciones legales, que incluyen la ley tributaria. Si en una sociedad desarrollada como la española, con un sistema tributario progresivo, donde la presión impositiva es una de las más altas de Europa, los ricos a los que se refieren cumplen con sus obligaciones fiscales, entonces estas acusaciones son falsas. Si no las cumplen, ya son objetivo de persecución por las autoridades tributarias, que son implacables en este sentido. Segundo, la campaña asume que el estado es el mejor redistribuidor de la riqueza, cuando en realidad no lo hay peor que el estado faraónico. Una vez que el estado garantiza las necesidades básicas del estado del bienestar (de manera ineficiente pero necesaria) el resto es una mala inversión. Porque la mentalidad imperante en política, especialmente en la izquierda, es que «el dinero público no es de nadie» (Carmen Calvo dixit, exministra y exvicepresidenta del gobierno socialista de España). Es decir, que lo recaudado se puede despilfarrar en iniciativas políticas a beneficio del partido, no de la sociedad. Por el contrario, no hay duda de que la mejor redistribución de la riqueza se hace a través de la inversión empresarial y de la innovación, porque generan puestos de trabajo dignos y bien remunerados, con el efecto multiplicador que eso conlleva. Eso se hace con el apoyo y la supervisión del estado, que crea un marco de solidez institucional que fortalece la inversión, pero siempre con impuestos bajos, nunca altos. Acuérdense de lo que decía el presidente Ronald Reagan, «las nueve palabras que más asustan en lengua inglesa son: soy del gobierno y estoy aquí para ayudar» (en ingles son nueve palabras, en español, ocho). Tercero, la «igualdad», como objetivo en sí mismo es un imperativo marxista, solamente genera falta de libertad y desilusión. Lo que es esencial en una sociedad es la «igualdad de oportunidades» y estas se generan cuando existe una muy buena y exigente educación pública que apoya a los más desfavorecidos, y donde existe un dinámico tejido empresarial privado generando oportunidades de trabajo y movilidad social. ¿Seguro que la gente quiere ser igual y no distinguirse los unos de los otros? ¿Se acuerdan del uniforme Mao en China, o de la Hiyab en los países islámicos? La realidad es que nadie quiere ser igual, todos queremos ser la mejor versión de nosotros mismos.

Si se quiere redistribuir más y mejor la riqueza hay que asegurarse que se incentiva a los ricos a invertir su capital, mediante ventajas fiscales, en el tejido productivo de la nación. Porque ese es el genuino redistribuidor de la riqueza, y el verdadero motor que genera recaudación para el estado. Así que en vez de «Tax the Rich» yo diría «Attract the Rich. Lo que los ricos invierten, lo ganamos nosotros» (que es precisamente lo que está haciendo Isabel Díaz Ayuso en Madrid).

Es importante aclarar también que el mundo tiene, afortunadamente, cada vez menos pobres, y eso es gracias al sistema capitalista (cosa que ha entendido hasta el partido comunista chino). El Banco Mundial publica sus estudios en los que explica que «durante los últimos 25 años, el número de personas que viven en la pobreza extrema disminuyó constantemente». Es posible que la desigualdad haya aumentado, pero eso no es algo negativo si lo que está pasando es que los ricos son mucho más ricos pero, al mismo tiempo, los pobres son cada vez menos pobres. Lo demás es envidia.

Para terminar, esta ONG tiene todo el derecho de realizar el activismo político que quiera, pero dudo que muchos de sus bienintencionados socios sean conscientes de la ideología que manejan, y del modelo de sociedad que quiere impulsar. Les aseguro que mis amigos que eran socios, y que han visto esta campaña, se están dando de baja de la organización.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D