Tito Berni no es gente de bien
«Sea porque vivimos en ese tablero inclinado o porque estamos tuertos, nos hemos ahorrado reportajes, programas y editoriales gracias a que Tito Berni y sus apandadores son del partido de Pedro Sánchez»
¡Qué buenos ratos estaríamos pasando si el escándalo de corrupción, putas y cocaína protagonizado por Tito Berni, el diputado socialista Juan Bernardo Fuentes Curbelo, se hubiera producido con un diputado -digamos- del PP en una comunidad autónoma gobernada por la derecha! ¿Y qué no diríamos de un parlamentario que deja a su sobrino (Thaiset) su dirección general de controlador de subvenciones y multas en el gobierno autonómico de Canarias, a modo de herencia al trasladarse a Madrid, y que consigue confirmarle como candidato a alcalde de Antigua, en Fuerteventura? Diríamos lo que acabaremos diciendo cuando se vayan conociendo más y más nombres que estaban en el ajo.
¡Cuántos vívidos reportajes no habríamos tenido oportunidad de ver en estos días! Ya conoceríamos, como mínimo, el nombre del más sórdido de los prostíbulos en los que Tito Berni, acompañado por sus mejores amigos de la bancada del PSOE, gastaba las dádivas de los empresarios con los que hacía sus negocios. Los mejores periodistas habrían pugnado, y posiblemente conseguido, alguna entrevista (de espaldas y con la voz convenientemente distorsionada) con alguna de las señoritas que daban servicio a los hombres de Tito Berni tras concluir algún debate parlamentario de defensa de los más acrisolados principios feministas del PSOE, y en rechazo al nunca suficientemente denigrado machismo de la derecha.
¡Cuántos testimonios no habríamos tenido ya oportunidad de escuchar! Incluso de alguna fuente cercana a los camellos que facilitaban cocaína y viagra a la pandilla de Tito Berni para garantizarles algún efímero éxito en sus noches de farra.
¡Cuántas informaciones no habrían sido ya desveladas sobre los empresarios que se sometían a las regalías de tío y sobrino! Y cuántas sobre las muy justificadas quejas de aquellos empresarios que –¡ingenuos creyentes en el Estado de Derecho!– aún confiaban en que es suficiente con cumplir la ley cuando operas en territorios gobernados por pandilleros a lo Tito Berni.
«Desde la Andalucía de los ERE, gastar el dinero de la corrupción en meretrices y polvo blanco parece marca de esa casa»
¡Cuántos editoriales no habríamos podido leer ya sobre la arraigada predilección por las putas y la cocaína de los corruptos del partido de Tito Berni! Desde la Andalucía de los ERE, gastar el dinero de la corrupción en meretrices y polvo blanco parece marca de esa casa. Quizá… O quizá, simplemente, en estos días hemos visto una de las inveteradas ventajas del tablero inclinado que popularizó Cayetana Álvarez de Toledo. Sea porque vivimos en ese tablero inclinado o porque estamos irremediablemente tuertos, nos hemos ahorrado reportajes, testimonios, informaciones, programas especiales y editoriales pá asar una vaca gracias a que Tito Berni y sus apandadores son del partido de Pedro Sánchez.
En lugar de eso, una semana después de que el PSOE se viera obligado a exigir la dimisión y el acta del diputado Fuentes Curbelo (Tito Berni), y quizá obnubilados porque el escándalo canario no terminaba de aterrizar en la Península, los aplaudidores de Pedro Sánchez, muertos de risa impostada, dedicaron el huérfano espacio de crítica política sustantiva a hacer chanzas sobre una frase que Alberto Núñez Feijóo dedicó al presidente del Gobierno al terminar su último debate de Control en el Senado: «Deje ya de molestar a la gente de bien y de meterse en la vida de los demás».
¡Qué escándalo! ¡Ha dicho «gente de bien»! ¡Solo le preocupa la «gente bien»! ¡Ojo, que ahí falta el «de» y es clave! «Gente de bien» somos (o deberíamos ser) casi todos: gentes del común honrados, trabajadores, cumplidores de la ley y las normas, aunque no nos gusten… La «gente bien», mientras, es aquella que tuvo la suerte de nacer con la infrecuente fortuna de no padecer escasez económica alguna durante ningún momento de su vida. Se puede ser una u otra cosa, o las dos o ninguna. Desde luego, Tito Berni y sus secuaces no son «gente de bien» y, con elevada probabilidad, tampoco nacieron «gente bien». Son, simplemente, jugadores de fortuna que han traspasado los límites de la legalidad y la decencia con la sórdida armadura de exhibir las siglas del PSOE y tener la cara de cemento armado. Quizá por eso a los impostados aplaudidores de Sánchez les hizo tanta gracia la anticuada expresión de Feijóo.
Sugiero justo lo contrario. ¡Defendamos a la «gente de bien»! De todos los partidos, ideologías y creencias. Y pongamos en la picota a todos los jugadores de fortuna que, pisoteando la ley como Tito Berni y sus apandillados, votan y dicen defender exactamente lo contrario de lo que viven y disfrutan. A todos. No como programa político sino como actitud ante la vida.