THE OBJECTIVE
Francesc de Carreras

El discurso de un profesor comprometido

«La ‘moción de censura de Tamames’ no será propiamente tal, pero puede llegar a ser una aportación a renovar las reglas no escritas de nuestra convivencia»

Opinión
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El discurso de un profesor comprometido

Ramón Tamames (último por la derecha) en un mitin del PCE en Vistalegre durante la Transición. | Europa Press

Descartemos de entrada que Ramón Tamames vaya a ser un candidato al uso de una moción de censura tal como está diseñada en los artículos 113 y 114 de la Constitución española. Sabemos que no va a ser así y nadie, ni siquiera los diputados que le proponen como presidente del Gobierno, lo esperan.

Tamames, a mi modo de ver, va a hacer otra cosa, va a pronunciar un discurso, cosa nada extraña en el Congreso, sin duda. Pero lo peculiar está en que no va a ser un discurso normal y corriente, uno de tantos. Será el discurso que se encuentra a faltar, el discurso de un viejo profesor que no espera ya nada de la vida pública pero se siente en la obligación de aportar su experiencia, por si sirve de ayuda, a que ciudadanos y políticos se detengan a reflexionar y, en la medida que crean oportuno, se dejen influir. 

La designación de Tamames como candidato ha sido una sorpresa para todos, incluso para él, y al principio pensé que era un error, un grave error, parece que otros siguen pensándolo, sin duda con buenas razones. Pero conforme pasaban los días de su anuncio he ido cambiando de criterio: propiamente no será una moción de censura, como ya he dicho, pero imagino que seguramente será una larga reflexión sobre algunos de «los problemas que nos afligen», los llamados antaño «males de la patria», título del influyente libro de Lucas Mallada a fines del siglo XIX. 

Ello puede hacerlo Tamames sin partidismos, es decir, sin necesidad de estar ligado a las tácticas y estrategias de las fuerzas políticas, y deben escucharlo con atención no sólo los políticos sino sobre todo, y  repito sobre todo, los ciudadanos, me refiero naturalmente a los ciudadanos que pretenden formarse una opinión propia. La demagogia ha cundido en la opinión pública, los populismos, también los mediáticos, han desatado inusitadas furias, y un discurso sabio, sereno y constructivo puede ayudar a cambiar los términos del debate. 

En efecto, debemos aprender a debatir sosteniendo posiciones basadas en argumentos razonables y sin faltar al respeto del oponente. Ello ayudaría a que se fuera disolviendo progresivamente el peor rasgo de nuestra  situación política actual: el creciente antagonismo entre dos bloques que cada vez se muestran más irreconciliables, el llamado «bloquismo» que arrincona los matices. 

«La identidad siempre es fruto de la libertad individual, no se nos impone por pertenecer a un grupo»

No debemos desatar guerras culturales, en realidad siempre identitarias, que imposibilitan llegar a acuerdos. La Constitución es el marco en el que debe desarrollarse la vida política, marca los límites de nuestra convivencia. Dentro de ella cabe todo, incluso proponer cambiarla. Y también forman parte de ese marco los tratados de la Unión Europea y los otros tratados suscritos por España, a los que nuestra Constitución remite. 

La identidad siempre es fruto de la libertad individual, no se nos impone por pertenecer a un grupo. Las diversas posiciones, connaturales a una sociedad pluralista, deben mostrarse siempre abiertas a un acuerdo dentro del marco señalado, sin vencedores ni vencidos. El tiempo dará la razón a unos u otros si esta deliberación democrática y racional prosigue más allá de este provisional acuerdo.  

La «moción de censura de Tamames» (pasará a la historia con este nombre) no será propiamente una moción de censura pero puede llegar a ser mucho más: una aportación a renovar las reglas no escritas de nuestra convivencia política.  Además, quizás por dos razones Tamames es el personaje más idóneo para conseguirlo: por su recorrido vital y por su independencia de criterio

Ramón Tamames tiene un larga historia, no sólo por su edad longeva sino también porque lo empezó muy pronto: en 1960, a los 27 años, publicó La estructura económica de España, su primer libro y un libro de referencia en la España de aquellos tiempos, puesto al día en 26 ediciones (revisadas y actualizadas, la última de hace menos de un año) e innumerables reimpresiones. Ha sido un libro de cabecera  hasta hoy, incluso se llegó a olvidar su título, nos referíamos a él como El Tamames: «Esto míratelo en el Tamames», era una frase común. Lo fue escribiendo mientras preparaba sus temas de oposición a la plaza de Técnico Comercial del Estado que ganó en 1957.

A partir del El Tamames ha seguido publicando innumerables libros sobre temas muy diversos. Además de economía, siempre su materia recurrente, de la que es catedrático desde 1968, también ha escrito libros sobre política, historia y filosofía, interesándose en otros muchos por materias como el medio ambiente, la unidad europea y el resurgir de China. Además, ha sido colaborador constante en revistas especializadas de economía y en la prensa generalista. Tamames ha sido, pues, un esforzado trabajador  y una persona de una curiosidad infinita por los temas que preocupan en nuestro tiempo.

«La principal característica intelectual de Tamames nunca estuvo  determinada por  su adscripción política sino por su independencia»

Hoy se recuerda mucho en los periódicos bastante más que su obra académica su actividad política como miembro del Partido Comunista. A ello se le da una connotación de persona incompatible con Vox, el partido que le presenta como candidato. Un día trataré más ampliamente lo que se suele entender por comunista porque efectivamente Tamames lo fue en tiempos difíciles, en plena dictadura, en la primera época de una oposición visible, la de los estudiantes de la generación de 1956

Se dice que fue un comunista peculiar, no el comunista típico. No era así, lo que se suele entender por comunista típico, una persona rígida y dogmática, partidaria de la dictadura del proletariado al modo soviético, no era lo más frecuente en las filas del comunismo español, al menos los militaban en el interior. Además, que una personalidad técnicamente tan cualificada como Tamames perteneciera al partido era un orgullo y una seguridad para los que también militábamos en él. 

Pero la principal característica intelectual de Tamames nunca estuvo determinada por su adscripción política sino por su independencia de criterio, como es propio de todo académico que se precie. No en vano dudar es el verbo más utilizado por todo pensador racional, la estela de Descartes sigue viva. Tamames siempre ha preguntado mucho, le gusta estar informado por fuentes diversas y no tiene ningún problema si llega a la conclusión de que debe rectificar en sus posiciones. En definitiva, le gusta enseñar pero también le gusta aprender, a sus años aún aprende y disfruta con la conversación y la tertulia. Se trata, pues, de un intelectual independiente, no orgánico por su adscripción partidista, un librepensador como debe ser. Siempre ha sido así.

Por todas estas razones, por su larga experiencia de vida, por ser un gran trabajador, por su variada formación intelectual, por su compromiso con los problemas colectivos, por su independencia de criterio, por su espíritu racionalista, creo que Ramón Tamames es en estos momentos la persona adecuada para mandar un mensaje positivo a los españoles en su moción de censura. Deberá contestar cuando sea interpelado en el Congreso, sin duda, pero la pieza principal de tal moción será su discurso, espero que desde perspectivas muy distintas a las que estamos acostumbrados. Sin duda, en su momento, tendremos ocasión de comentarlo.

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