Paguitas y consumidores vulnerables
«Las ayudas a las familias vulnerables no pueden ser, por definición, universales. El bono energético no se creó para gente como Enrique Ossorio o Mónica García»
Escribió La Rochefoucauld que a las personas mayores les gusta dar buenos consejos para consolarse de no poder dar mal ejemplo. Le disculpamos el error porque no conocía a los políticos madrileños. Si los hubiera conocido este aforismo hablaría de cómo los mayores gustan de moralizar al personal para distraerlo de su mal ejemplo.
Muchos recibimos con asombro que Enrique Ossorio, vicepresidente de la Comunidad de Madrid, se beneficie del bono eléctrico y de calefacción para consumidores vulnerables. No sólo porque lo solicitara -tiene un sueldo de más de cien mil euros anuales y un patrimonio declarado de un millón y medio-, sino porque estuviera en posición de cobrarlo. La cuestión central no es la codicia de Ossorio, sino el deficiente diseño de nuestras políticas públicas. Tenemos un Gobierno que pretende revertir instintos prehistóricos, transformar costumbres, combatir el cambio climático y erradicar la gordofobia, pero es incapaz de diseñar una ayuda para la población vulnerable con criterios de renta.
«Ambos se beneficiaron del mal diseño de una medida; García además lo adornó con un triste ejercicio de cinismo»
La otra cara de la historia es Mónica García. Y utilizo «cara» en su acepción de caradura. García pidió la dimisión de Ossorio por beneficiarse de este bono social, y poco después se supo que su marido también lo había cobrado. Tanto la familia Ossorio como la familia García cumplen la condición para recibir la ayuda: son familia numerosa. Y para ambos, la ayuda de 195,82 euros recibida resulta insignificante. Ambos se beneficiaron del mal diseño de una medida; García además lo adornó con un triste ejercicio de cinismo. Los suyos alegan que García, a diferencia de Ossorio, nunca se refirió a las ayudas como «paguitas». Pero Ossorio tiene parte de razón: para personas con el sueldo y patrimonio del vicepresidente y la jefa de la oposición, una ayuda de 195,82 euros es una paguita. Cuando un bono social no cubre ni un tercio de tus gastos de comunidad es que no eres el destinatario propicio.
Para distraernos de la responsabilidad del Gobierno en el dislate del diseño de la ayuda, se ha abierto una conversación paralela respecto a la universalidad de otros servicios públicos. No tiene sentido comparar servicios como la sanidad o la educación, de vocación universal, con ayudas de vocación selectiva. Las ayudas a las familias vulnerables no pueden ser, por definición, universales. Pero este episodio no puede servir para complicar los trámites que ya disuaden a muchos potenciales beneficiarios. ¿Debe el Gobierno censar a los ciudadanos vulnerables y dirigir las ayudas exclusivamente a ellos? ¿Debe obligar a los no-vulnerables a devolver las ayudas en su declaración de la renta? No lo sé. Lo que es evidente es que el bono energético no se creó para que lo disfrutaran personas como Enrique Ossorio o Mónica García. Esta ha dicho que va a estudiar la manera de devolver el dinero recibido. También escribió La Rochefoucauld que la moderación de las personas en la cumbre de su eminencia «es el deseo de parecer más grandes que su buena fortuna».