'Arqueomanía', la esencia humana del cambio
«La arqueología no es una ciencia del pasado. Es una ciencia de vanguardia que estudia el pasado para completarnos como humanidad»
En estos tiempos de complejidad cuántica, donde sentimos que todo se mueve sin horizonte posible, precisamos de algunas certezas. Y la historia y su arqueología nos ofrecen algunas. ¿Cuáles? Pues, por ejemplo, la del cambio permanente, única constante de nuestra dilatada existencia como especie. Desde nuestro origen, el cambio ha sido lo único permanente, lo único cierto, nuestro compañero más fiel. Todo fue cambio: hemos mutado; conquistamos, en nuestras ancestrales migraciones, enormes espacios vacíos; aprendimos a usar las tecnologías que nos condujeron hasta el presente, desde la piedra y el fuego hasta la supercomputación que nos asombra y configura. Y hoy, como no podría ser de otra forma, seguimos sumidos en el cambio permanente. Cambio, sí, pero cambio acelerado como signo de los tiempos.
Es el vértigo de esa velocidad el que nos aturde. Fueron precisos millones de años para los primeros cambios relevantes. Después, cientos de miles para que resultaran apreciables ciertas modificaciones en nuestros modos de sobrevivir, para pasar tan sólo a miles, primero, y cientos, después, desde el neolítico para acá, donde en apenas una década hemos experimentado transformaciones telúricas. Y en ese largo camino, nacieron y murieron grandes civilizaciones que apenas si comenzamos ahora a conocer gracias a la arqueología y a su pulsión por desenterrar recuerdos del opaco sedimento del olvido y la ausencia.
Nadie puede, pues, asombrarse ante el imperativo del cambio que posee nuestra especie. Cambiamos en el pasado, cambiamos en el presente y cambiaremos mientras sigamos con vida y no nos extingamos, otra certeza que nos regala la lección de la historia y la paleontología. Por eso, la arqueología, además de bellísima, es una ciencia de vanguardia que nos desvela nuestra propia personalidad al rescatar de la amnesia colectiva la historia olvidada de amplios periodos de nuestro caminar. Sabemos que una persona con amnesia, mientras no recupera su memoria, no puede considerarse completa, algo le falta. Pues eso, hasta que la arqueología no nos permita reencontrarnos con nuestra propia historia, hasta que no ilumine las grandes zonas oscuras de nuestro recuerdo, no seremos una especie completa. La arqueología no es una ciencia del pasado. Es una ciencia de vanguardia que estudia el pasado para completarnos como humanidad. Por eso, la fascinación que experimentamos ante ella y que hace que cada día nos atraiga en mayor medida.
«La arqueología española, tanto por patrimonio como por esfuerzo científico, figura entre las más importantes del planeta»
Esta radical actualidad de la arqueología, este interés creciente por conocer lo que fuimos y lo que hicimos, explica el éxito de Arqueomanía, el programa de divulgación arqueológica de La2 de TVE, que tengo el honor y la fortuna de dirigir. Esta semana se ha emitido el último programa de la IX temporada, dedicado a un tema estelar, el ocaso de Tartessos. Atrás quedan muchas horas de viaje, de grabación, de montaje, de charlas y entrevistas con arqueólogos y, lo más importante, de asombro, admiración y orgullo por la tarea que realizan. La arqueología española, tanto por patrimonio como por el esfuerzo científico que conlleva, figura entre las más importantes del planeta y desde el equipo de Arqueomanía, con Manolo Navarro, Carmen Martínez Morenilla y Kurro Silva, nos esforzamos en divulgarla y darla a conocer.
Nueve temporadas, ya, mostrando lo que acontece en la investigación arqueológica protagonizada por equipos españoles, tanto en nuestro suelo como en terceros países. Hemos sido testigos de los grandes debates que aún suscita nuestro caminar de especie, comenzando desde el principio, por nuestro propio origen, hasta llegar a las tecnologías disruptivas del presente.
Los dos últimos programas de la IX temporada que acaba de finalizar los dedicamos, como dijimos, al ocaso de Tartessos, encarnado en el espectacular yacimiento de Casas del Turruñuelo, en Guareña, Badajoz, excavado con excelencia por Sebastián Celestino y Esther Rodríguez. Los trabajos de excavación estuvieron paralizados durante un par de años y, afortunadamente, se acaban de retomar en la presente campaña, repleta de valiosos descubrimientos materiales y, sobre todo, científicos. Existe un vivo debate entre arqueólogos e historiadores sobre la propia esencia de la civilización tartésica, durante mucho tiempo sumergida en el mito, y ahora desvelada gracias a la arqueología. Para otorgarle mayor perspectiva, decidimos viajar con los directores de Casas del Turruñelo hasta Etruria, para conocer in situ las semejanzas y diferencias de dos culturas mediterráneas contemporáneas, la etrusca y la tartesia. Fue emocionante, por ejemplo, asistir a la conversación que mantuvieron Esther y Sebastián con el director del museo de Orvieto, ante una Venus de origen oriental encontrada en una necrópolis etrusca y que pudiera resultar similar a la que se espera hallar en el yacimiento del Turruñuelo tras el descubrimiento de los pies de una escultura. ¿Aparecerá el resto? Eso, el buen trabajo de los arqueólogos pronto nos lo dirá. Pero mientras lo descubre, nos gustaría narrar brevemente el resto de temáticas abordadas en esta IX temporada.
Italia es siempre un destino obligado para los amantes de la arqueología. Así, viajamos allí de nuevo para grabar la ciudad sumergida de Bayas, en el golfo de Pozzuoli, en las cercanías de Nápoles, un lugar realmente privilegiado. Una bahía bellísima, cerrada por la isla de Capri y dominada por el intimidante castillo de los aragoneses. Los cercanos volcanes, aunque apagados, aún humean gases sulfúricos, como el del cercano lago del Averno, donde el gran Virgilio ubicara una de las puertas del infierno. Allí, bien cerca del inquietante santuario de la sibila de Cumas y a la orilla del mar se erigió una ciudad ostentosa, criticada en su tiempo, por sus excesos y vicios. Bayas, ciudad del pecado, frecuentada por emperadores, donde encontraría la muerte el gran Adriano, y que, debido a movimientos volcánicos, quedó en gran parte sumergida. Descendimos con nuestros equipos de buceo para descubrir los bellísimos mosaicos y las esculturas que custodian las profundidades de la bahía. Un programa precioso y evocador, que muestra las fuerzas de una naturaleza que jamás se dejará dominar por nuestra ambición.
Como casi todas las últimas temporadas, viajamos de nuevo hasta Egipto para tratar de comprender, en esta ocasión, la gran revolución que protagonizaran los faraones Amenofis III y Amenofis IV –reconvertido en Akenatón-, al romper con la tradición religiosa encarnada por el gran templo de Karnak y que daría pie a la efímera ciudad de Amarna. Visitamos sus restos tras la grabación en Luxor de la tumba del visir Huy -que se mantuvo fiel a la tradición -, lo que le costaría su caída en desgracia -, excavada por los arqueólogos españoles Francisco Martín y Teresa Bedman. Resulta llamativo comprobar el prestigio internacional de los egiptólogos españoles –José Manuel Galán, Miriam Seco, Javier Martínez Babón, Francisco Martín, Teresa Bedmar o Alejandro Jiménez, entre otros-, que nos llega de orgullo como compatriotas.
En un programa especialmente interesante y seguido por la audiencia abordamos el primer cristianismo hispano. Algunos de sus principales interrogantes, como el de por dónde penetró o cuáles fueron sus ritos y lugares de culto, fueron respondidas por historiadores y arqueólogos durante las visitas realizadas a yacimientos emblemáticos, como el de la villa romana de Antiopa, en el Rincón de la Victoria, el de las singulares termas romanas de las Bóvedas o el de la basílica paleocristiana de Vega del Mar, ambas en San Pedro de Alcántara, Marbella, Málaga. En Galicia abordamos su primer cristianismo en la basílica de Asunción, Os Fornos, en Allariz, Orense. Especialmente clarificador nos resultó la exposición Cambio de era, Córdoba y el Mediterráneo cristiano brillantemente organizada en la ciudad andaluza por su cabildo catedralicio.
«La fuerza del imperio romano aún resuena en nuestros días»
La fuerza del imperio romano aún resuena en nuestros días. La romanización de Galicia nos ocupó en el primer programa de la temporada. Para abordarla visitamos el campamento de Aquis Querquennis, que se sumerge y emerge al albur de los desembalses de la presa del río Limia, a cuyas orillas se instalara para dar servicio a una cohorte de legionarios especializados en la construcción de obra pública. Navegamos, también, hasta la isla de Ons, para conocer su castro romanizado y la factoría de salazones. Ya de regreso al interior de Galicia, nos impresionó vivamente las bellísimas ruinas de Armea, que muestran el enriquecimiento de las élites castreñas romanizadas, pronto adaptadas a sus usos y leyes, pero que mantuvieron ciertas peculiaridades locales.
En cada temporada nos gusta actualizar los grandes descubrimientos paleoantropológicos, lo que nos hizo grabar dos programas en lugares emblemáticos de nuestra antigüedad más remota, tales como Orce -donde Juan Manuel Jiménez Arenas nos puso al día de proyectos y trabajos- y Atapuerca, que cada temporada nos regala una gran sorpresa. Este año no podía ser menos y nos deslumbró con la del fósil de una cara de casi 1,4 millones de años que grabamos en el IPHES de Tarragona, donde está siendo estudiada por Rosa Huguet. Nos resultó de mucho interés el yacimiento del Barranco de la Boella, con una sorprendente riqueza de industria lítica de casi un millón de años de antigüedad, entremezclada con defensa de mamuts y de otros grandes animales fosilizados. Y, como tenemos por costumbre, entrevistamos a María Martinón y a parte de su equipo en el Cenieh de Burgos, donde nos mostraron los restos humanos más antiguos y valiosos que custodian.
Nuestra arqueología resulta casi inabarcable y el megalitismo, uno de los periodos más atractivos de la arqueología hispana, debe protagonizar al menos un programa. En esta temporada conocimos en profundidad los grandes dólmenes gallegos, como Cova de Moura o Axeitos, de manos del catedrático de prehistoria Ramón Fábregas. También visitamos la interesantísima excavación del dolmen del Pendón, en Burgos y la recientemente necrópolis megalítica descubierta en las costas de Trafalgar, en Cádiz. Somos tierra de dólmenes, y nosotros, sin enterarnos.
Navarra, un pequeño continente por su variedad geográfica, climática y arqueológica, protagonizó otro de los programas de la temporada que acaba de finalizar. Quisimos conocer su rica arqueología y grabamos la ciudad romana de Santa Criz, en Eslava, en antiguo territorio vascón, bajo la dirección de Javier Andreu, que también nos mostró los restos de la masacre ocasionada por Sertorio contra la ciudad de La Custodia por haberse posicionado con los pompeyanos. En las Eretas de Berbinzana conocimos cómo fue la vida de los navarros en la Edad del Hierro de manos del arqueólogo Javier Armendáriz. Y, para descubrir el megalitismo navarro nos trasladamos hasta el dolmen del portillo de Enériz, en Artajona, con sus puertas horadadas al modo de Los Millares de Almería. Tierra hermosa y antigua esta Navarra con tantos tesoros aún por descubrir.
«Los expolios causan un enorme daño a nuestro patrimonio arqueológico»
Los fenicios, a pesar de resultar omnipresentes en la protohistoria mediterránea, aún continúan siendo unos grandes desconocidos. Para abordar el asunto de las primeras ciudades fenicias en la península, grabamos las excavaciones del Cerro del Villar, en la desembocadura del río Guadalhorce, en las cercanías de Málaga, con las interesantes aportaciones de Pepe Suárez, Carolina López y Manuel Muñoz Gambero. También viajamos hasta Ibiza, para participar en el congreso de Púnicos y Fenicios y grabar en la necrópolis de Pains de Molins con sus espectaculares hipogeos y sus bellísimos ajuares expuestos en su museo.
Pero los amantes de los ajeno y los expoliadores están siempre al acecho, con su enorme potencial destructivo. Los expolios causan un enorme daño a nuestro patrimonio arqueológico. La mayoría, jamás son resueltos. Afortunadamente, el caso de los cascos de Aratis, expoliados en la imponente ciudad celtíbera de Aranda de Moncayo, en Zaragoza, tuvo un final feliz. Las espectaculares piezas celtibéricas se exponían en museos de Alemania y de Francia, sacadas ilegalmente de España. Afortunadamente, lograron ser devueltas en perfecto estado de conservación, tal como se muestran ahora en el museo arqueológico de Zaragoza, que aconsejamos vivamente visitar.
Y hasta aquí un brevísimo resumen de lo vivido y grabado en esta novena temporada, apenas una muestra del enorme potencial de nuestra arqueología, que nos desvela no sólo lo que fuimos, sino que, de alguna forma, también, nos descubre lo que somos y nos anticipa lo que seremos.
Nunca olvidaremos lugares, reflexiones, conversaciones, personas e ideas vividas en cada una de las nueve campañas de grabación. Pero la vida sigue, todo cambia y ya nos encontramos preparando la que esperamos sea nuestra décima temporada de Arqueomanía. Los secretos del pasado desean ser conocidos… y nos encantaría estar ahí para contarlos.
Arqueología somos… y en arqueología nos convertiremos.