THE OBJECTIVE
Juan E. Iranzo

'Libre' de Nino Bravo sigue muy viva

«Donde funciona el mercado, se crea más empleo, se reduce la pobreza y mejora el bienestar general. Todo lo contrario a lo que sucede en los países comunistas»

Opinión
Comentarios
‘Libre’ de Nino Bravo sigue muy viva

Ilustración de Erich Gordon.

El próximo domingo 16 de abril, se cumplen 50 años de la trágica muerte en accidente de automóvil en la carretera de Valencia a Madrid, de Luis Manuel Ferri Llopis conocido artísticamente como Nino Bravo, una de las mejores voces de la historia de nuestra música, que muchos fans seguimos actualmente admirando y escuchando.

Entre sus canciones más emblemáticas, emotivas y conocidas destaca Libre, dedicada a Peter Fetcher, un joven obrero alemán de la construcción, que fue la primera persona asesinada al tratar de cruzar el Muro de Berlín, buscando la libertad. Entre los años 1961 y 1988 perdieron la vida en este intento más de 140 personas, la mayoría abatidas a tiros por soldados fronterizos de la RDA. Esta canción representa un canto a la libertad y un himno contra el totalitarismo. Cincuenta años después sigue estando más viva que nunca en nuestra realidad actual.

Asistimos a un creciente intervencionismo del Estado en numerosos campos de la actividad diaria de las empresas. Se han aprobado subvenciones al consumo sin discriminar en función de la renta, intentos de fijación de precios que las empresas pueden aplicar a sus productos, impuestos a los llamados «beneficios extraordinarios» de la banca o de las empresas energéticas. El Gobierno ha impuesto un sistema fiscal confiscatorio que cercena el esfuerzo, la competitividad y la libertad. Además, ha intervenido la regulación de los precios de los alquileres, lo que está provocando escasez de viviendas de alquiler y el repunte de los precios.

Asistimos a groseros intentos de intervenir en las decisiones libremente tomadas por los órganos de administración de empresas privadas como en el caso de Ferrovial, por no hablar de las tomas de control de empresas como Indra, violentando cualquier respeto al gobierno corporativo. Es sorprendente que el Gobierno siga proponiendo en la actualidad viejas recetas de la política económica del comunismo, el sistema sociopolítico que más víctimas ha provocado, que más miseria ha generado y que más ha cercenado la libertad individual y colectiva.

Los economistas comunistas en el poder deberían saber que las ayudas a las personas más desfavorecidas se deben realizar directamente a la renta, como el impuesto negativo sobre la renta, que propuso Friedman, pero no mediante la regulación de las tarifas, como limitar el precio de «la cesta de la compra». Este tipo de medidas suelen provocar redistribuciones perversas puesto que el consumo de los ciudadanos con más renta suele ser más alto que el de los de menor renta y por tanto se aprovechan más de esos precios capados.

«El comunismo cayó por sus propias contradicciones»

La asignación de los recursos, es decir qué producir, cuanto y como; se puede efectuar a través de la planificación centralizada o mediante el mercado. En el primer caso un grupo de dirigentes toman esa decisión que afecta al conjunto de los ciudadanos, mediante la realización de Planes de producción y consumo, estableciéndose tarifas para su venta. Dichas tarifas pueden estar muy por encima o ser inferiores a los costes de producción y distribución, y no responden en absoluto a criterios de demanda o de escasez, sino solo a decisiones políticas.

El paradigma de la planificación centralizada fueron los planes quinquenales de la antigua URSS. Precisamente la falta de incentivos a la producción, los desajustes que provocaban grandes escaseces, que se regulaban mediante colas y la insatisfacción de gran parte de las demandas al consumo y a la libertad de los ciudadanos, fue una de las razones fundamentales de la caída del sistema comunista. El comunismo cayó por sus propias contradicciones. Se produjo justo lo que predijo erróneamente Carlos Marx para el capitalismo.

Este hundimiento lo explicó perfectamente el profesor Requeijo cuando afirmaba que el modelo comunista incentivaba el absentismo y la baja productividad, frente al incentivo personal que propone el capitalismo. Las políticas económicas comunistas son muy rígidas para introducir cualquier modificación, algo imposible de sostener en un mundo en rápido cambio.

Como oposición al comunismo, el mercado es el lugar de encuentro donde oferentes y demandantes de factores, bienes y servicios acuden libremente y deciden qué cantidad se transacciona a un precio establecido, en función de las escaseces relativas de los mismos. Cuando la demanda es mayor que la oferta los precios suben y viceversa. Además, debe existir la libre entrada y salida de oferentes, con lo que cuando los precios suben se incentiva un incremento de la oferta y viceversa. El mercado se perfecciona cuanto mayor número de participantes existan. Es cierto que se pueden establecer situaciones de monopolio o de oligopolio tanto en la oferta como en la demanda; en estos casos los reguladores, deben permitir incluso favorecer la entrada de nuevos operadores, para mejorar la competencia en el mismo.

Existen algunos fallos de mercado, por motivos medioambientales, de falta de producción o de deficiente asignación de recursos, que han llevado a una creciente intervención del sector público en la actividad económica, en países capitalistas. Sin embargo, se ha demostrado que los fallos del sector público son mayores y además centran todos los esfuerzos en la misma dirección, con lo que se amplifica el error, en caso de fallo en la decisión.

«En un auténtico mercado en competencia no deben concurrir las empresas públicas»

Lógicamente en el mercado deben participar empresas privadas que deben optimizar sus beneficios; cuyos empresarios toman un riesgo. Para garantizar su permanencia el mercado, tendrán que ser eficientes y productivas, puesto que en caso contrario el mercado las expulsaría, dando lugar a lo que Schumpeter denominó «la destrucción creativa», y su hueco será cubierto por otras más eficientes.

La competencia no se realiza solo por precio, sino también por calidad y diferenciación de producto, por lo que se impulsa la innovación y el progreso. Asimismo, Say demostró que, en gran medida, es la oferta quien produce su demanda, «demanda inducida», lo que da lugar al desarrollo de nuevos bienes y servicios, muchos vinculados actualmente a la economía digital. La digitalización de la economía favorece la competencia, sobre todo de algunos servicios y de mano de obra a nivel global.

En un auténtico mercado en competencia no deben concurrir las empresas públicas, puesto que suelen gozar de privilegios que penalizan a las demás participantes y además en la mayoría de los casos suelen ser menos eficientes que la empresa privada. Es más, para impulsar el mercado y mejorar la eficacia del sistema, se deben privatizar las empresas públicas.

En los países donde mejor funciona el mercado, se crea más empleo, se reduce la pobreza, la economía crece más y mejora el bienestar general. Todo lo contrario a lo que sucede en los países comunistas como Cuba, Corea del Norte o Venezuela. En estos países, la canción de Nino Bravo sería un gran éxito, si les dejaran escucharla.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D