El Gobierno más extraño del planeta
«En España nos estamos acostumbrando a cosas realmente pintorescas y, por supuesto, impropias de un país normal»
Pedro Sánchez. | Erich Gordon
Los gobiernos de coalición siempre son complicados, pero lo que está pasando estos días con el Ejecutivo de Pedro Sánchez roza ya el absurdo. El momento quizás más escandaloso se produjo el pasado miércoles cuando la delegada del Gobierno contra la violencia de género, Victoria Rosell, participó en una manifestación a las puertas del Ministerio de Justicia para protestar por la reforma de la ‘ley del sí es sí’ que se iba a votar al día siguiente en el Congreso de los Diputados.
Que un alto cargo del Gobierno, con rango de director general, proteste en la calle contra una ministra del mismo Ejecutivo es de aurora boreal, pero más lo es aún si se atiende a las palabras proferidas durante toda la semana por la señora Rosell. «La reforma de la ley rompe todos los avances que habíamos logrado, se consuma un retroceso en los derechos de las mujeres», dijo por ejemplo en el programa Espejo Público de Antena 3.
Ante esas palabras, resulta increíble que Rosell siga todavía en su puesto. Si tuviera un mínimo de decencia, y se creyera realmente lo que dice, ya se hubiera ido por voluntad propia. Y si en España tuviéramos un presidente del Gobierno con verdadero poder sobre sus subordinados, ya estaría de patitas en la calle por decir semejantes majaderías en contra de una iniciativa impulsada por el PSOE.
Las mismas palabras de Rosell se las hemos oído también estos días a otras dirigentes del Ministerio de Igualdad, empezando por Irene Montero, quien las dijo en el Congreso de los Diputados en el debate previo a la votación de la reforma. Y precisamente ese jueves vimos otros detalles cuando menos curiosos: un Gobierno que deja sola a su ministra el día de una votación clave, un grupo parlamentario que no aplaude cuando sale adelante su propia iniciativa, un presidente que ni siquiera acude a votar a pesar de ser diputado…
Ministro contra ministro
En España nos estamos acostumbrando a cosas realmente pintorescas y, por supuesto, impropias de un país normal. Lo mismo que cuando Yolanda Díaz dijo en televisión hace unos días que si por ella fuera el ministro Marlaska hubiera sido destituido por las muertes en la valla de Melilla. Las reuniones del Consejo de Ministros deben ser divertidísimas con estos compañeros de pupitre.
Y anoten otro detalle especialmente siniestro que también se produjo la semana pasada y que fue desvelado en primicia por THE OBJECTIVE: Pedro Sánchez dio plantón al presidente de BlackRock, el fondo de inversión más importante del mundo y uno de los accionistas de referencia de algunas de las empresas más grandes de España. El presidente le había citado en Moncloa, pero finalmente no le recibió porque prefirió irse a grabar un vídeo propagandístico con un grupo de jóvenes.
Este lunes parece que Sánchez tampoco va a acudir a la entrega del premio Cervantes, el principal acontecimiento literario que se celebra en España cada año y donde no suele ser normal que se ausente el presidente del Gobierno. En la agenda oficial no tiene otro acto previsto, y tampoco se tiene noticia de que esté enfermo. Veremos con qué nuevo ‘performance’ nos sorprende la factoría de La Moncloa.
