THE OBJECTIVE
Norberto Beirak

Cómo solucionar de verdad lo de la vivienda

«Se trata de construir un número suficiente viviendas que salgan al mercado a precios baratos: las llamadas Viviendas de Protección Oficial»

Opinión
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Cómo solucionar de verdad lo de la vivienda

Imagen de unas viviendas.

El precio de compra de una vivienda, que no deja de ser una manufactura –o el de su alquiler tomando en cuenta su amortización– supera varias veces su coste de producción. Algo que no sucede con ningún otro bien manufacturado porque la competencia se encarga de reducir los beneficios empresariales a un mínimo. Esto se debe a que, además de la vivienda en sí, su materialidad, lo que se paga es su lugar en el mundo. Todo propietario de una vivienda es a la vez el dueño del suelo en el que la vivienda se sitúa. Cuando compra una vivienda, compra a la vez el suelo. Pero mientras que construir una vivienda es una actividad que da trabajo, la compra y venta del suelo no. El elevado precio de la vivienda no es socialmente útil; es un derroche o, como se suele decir, mera especulación. Condenados a especular si deseamos habitar, la compra y venta de suelo al comprar una vivienda es el pelotazo inmobiliario más extendido y democrático. Se trata de las rentas del suelo. Por eso circulan las leyendas: «Comprar una vivienda es invertir» o «Su precio nunca baja». 

El precio de compra de la vivienda ha de ser afrontado por el comprador, y este lo ha de obtener de una venta previa. Sea de su fuerza de trabajo si es un asalariado; sea de otro bien si es a su vez un productor. Por tanto, cuanto más caras sean las viviendas, más elevados han de ser los demás bienes; salvo que se pretenda que los asalariados carezcan de viviendas –sucede cada vez más, sobre todo con los jóvenes– o que vivan en viviendas de deficiente calidad. La elevación general de los salarios y otros bienes reduce la competitividad general de la economía; si no se produce, lo que se reduce es la calidad de vida; o bien suceden ambas cosas a la vez. Y esta reducción se hace con el único objetivo de sostener las rentas del suelo; o sea: es un gasto socialmente estéril. 

Cierto es que la reducción de los precios de las viviendas afectaría a unas rentas del suelo singulares: las de los caseros que dependen de estas para subsistir. Pero esto no es más que el reflejo de la deficiencia de los sistemas de previsión vigentes. Debe solucionarse por otra vía.

«Resta saber cuál se desea que sea el futuro económico de España. País de emprendimiento o país de rentas»

¿Cuál ha de ser entonces la manera de reducir el precio de las viviendas, de forma de incrementar la competitividad general de la economía y sin afectar a la actividad inmobiliaria productiva? 

La respuesta es sencilla: se trata de construir un número suficiente viviendas que salgan al mercado a precios baratos: las llamadas Viviendas de Protección Oficial. La calificación de suelo para este tipo de viviendas es simple: está en manos de los ayuntamientos y las comunidades. No hacen falta cambios legales. 

Una vez calificado el suelo, se trata de ponerlo a disposición de promotores privados o públicos que las construyan y vendan o alquilen a precios accesibles. Podrán y querrán hacerlo porque el precio del suelo lo será también y sus beneficios empresariales no decaerán. Nada malo hay en los grandes tenedores si se ajustan a estas normas; al contrario. El incremento de oferta de estas viviendas arrastrará hacia abajo el precio de las ya existentes.

Solo falta para dotarse de una política de vivienda digna de ese nombre que la calificación como protegida de las viviendas sea vitalicia, creándose un parque estable de vivienda baratas; y que las transmisiones estén tuteladas por las administraciones para evitar la picaresca de los sobreprecios.

Hay quien resultará perjudicado: los propietarios de suelo. Por eso estas iniciativas generan y generarán oposición. Solo resta saber cuál se desea realmente que sea el futuro económico de España. País de emprendimiento o país de rentas. Tomando en cuenta que la segunda opción tiende a ser inviable y lleva a la bancarrota: lo vemos cada día. Realmente no es una opción.

Norberto Beirak es arquitecto/urbanista.

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