THE OBJECTIVE
Javier del Castillo

Bochorno institucional

«La lucha política y las estrategias electorales no dejan de abrir brechas nuevas -y cada vez más grandes- entre el poder y la oposición»

Opinión
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Bochorno institucional

El ministro de Presidencia, Félix Bolaños.

Un ministro del Gobierno, Félix Bolaños, que intenta colarse en la tribuna de honor de la Puerta del Sol para presenciar el desfile de la Fiesta del Dos de Mayo, una presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que da instrucciones a su equipo de protocolo para que lo impida porque el susodicho no está invitado y asiste al acto como acompañante de la ministra de Defensa. La ministra Margarita Robles que prefiere desentenderse del lío organizado y, en lugar de echar más leña al fuego, decide mirar para otro lado. 

Al final, la fiesta de los madrileños convertida en una bronca y en un cruce de declaraciones que se prolonga en las tertulias y que parece no tener fin. Vino a provocar, ha señalado Ayuso. Probablemente. Pero eso tampoco justifica que un ministro, representante del Gobierno de la nación, sea tratado como un infiltrado. O como un okupa, en palabras de José Luis Martínez-Almeida. 

En definitiva, que, si Manuela Malasaña y los oficiales de artillería Daoiz y Velarde levantaran la cabeza, comprobarían que aquí seguimos a la greña, sin ponernos de acuerdo 225 años después de la sublevación contra las tropas francesas y los mamelucos napoleónicos. 

Para evitar males mayores, no se debería seguir alimentando, por razones personales o políticas, el descrédito y el bochorno institucional al que estamos asistiendo. Los mismos que hoy critican desde Cataluña lo ocurrido el otro día en la Puerta del Sol, con motivo de los actos del Dos de Mayo, deberían de explicar por qué no predican primero con el ejemplo. Que nos digan hasta cuándo van a considerar persona non grata a Felipe VI, y ¿por qué le dan plantón al jefe del Estado cada vez que viaja a Cataluña, ya sea para inaugurar el Mobile World Congress o para asistir a un acto del Poder Judicial. Y ¿por qué no impiden que la ceremonia de los Premios de la Fundación Princesa de Girona tenga que celebrarse lejos de allí para evitar altercados?

«Nuestros actuales dirigentes olvidan que deben proteger a las instituciones del Estado, porque son la piedra angular de nuestro sistema democrático»

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, le han hecho ya tantos feos y desprecios a la monarquía; han mostrado tanta desconsideración a las más altas instituciones de nuestro sistema democrático, que cualquier opinión suya sobre la crispación en la política madrileña es una broma

Tampoco el actual Gobierno está para dar lecciones a nadie, si repasamos algunas de sus actuaciones en comunidades autónomas gestionadas por gobiernos del Partido Popular. Son frecuentes los viajes de ministros a esos territorios de los que ni siquiera se avisa e informa a las autoridades regionales, por mucho que luego pregone Sánchez la necesidad de diálogo y de acuerdo con los gobiernos autonómicos de distinto signo político. La lucha política y las estrategias electorales no dejan de abrir brechas nuevas -y cada vez más grandes- entre el poder y la oposición.

Nuestros actuales dirigentes olvidan con demasiada frecuencia que deben proteger a las instituciones del Estado, con sus virtudes y defectos, porque son la piedra angular de nuestro sistema democrático. Algo muy serio. Como lo es también la división de poderes. Los ciudadanos españoles hace tiempo que desconfían y recelan de los representantes políticos que intentan controlar y aprovecharse de esas instituciones. 

El desapego es ya contagioso. No hay más que darse una vuelta por nuestros pueblos y ciudades para apreciar la escasa capacidad de convocatoria que tienen los actos de la precampaña electoral. Y basta con acercarse a pequeñas ciudades de nuestra geografía interior para darse cuenta de que algunas formaciones políticas minoritarias ni tan siquiera encuentran candidatos para hacer sus listas electorales.

Y, lo que es peor, nadie parece estar dispuesto a rectificar esa deriva. Nadie quiere darse cuenta de que acontecimientos como el del otro día en la Fiesta del Dos de Mayo alimentan el rechazo y provocan el bochorno institucional. 

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