THE OBJECTIVE
Alejandro Molina

'Sálvame': la telebasura democrática

«A Jorge Javier y sus colaboradoras (Montero incluida) les echan porque querían seguir colando como entretenimiento lo que no era sino su mercancía política»

Opinión
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‘Sálvame’: la telebasura democrática

El presentador Jorge Javier Vázquez. | Mediaset

A la vista de la anunciada eliminación de la TV del programa Sálvame, a causa, dicen, de la reciente aprobación de un nuevo Código Ético para Mediaset España, he leído con creciente curiosidad antropológica el mentado código antes de su reforma, pues en él se recogerían los principios y valores que habrían de ser guía de actuación de sus empleados y colaboradores.

Y es que, conociendo un poco los antecedentes y maneras del citado espacio televisivo y sus invitados —fijos o discontinuos— extraña un poco que un código intitulado ético permitiera lo que se ha difundido en ese programa y cómo se ha hecho.

El asunto presenta notable interés público, pues, no en vano, el actual presidente del Gobierno, ante la advertencia de su popularísimo presentador —Jorge Javier Vázquez— de que nunca más votaría al PSOE, intervino en directo en el show —como invitado discontinuo— en 2014: «Pásame con él», cuentan que le ordenó a un propio el hoy presidente en el libro aquel que le escribieron.

«Yo estaba hablando con él» —con Jorge Javier— «pensando que era una conversación privada», aseguraba en su Manual de resistencia, de modo que fue su mujer, Begoña, quien, tras verle en la pantalla, exclamó: «¿Qué has hecho? ¿Has entrado en Sálvame? Está llamando gente a mi oficina, sobre todo mujeres, para felicitarme por lo que has dicho». Lo que había dicho Sánchez es que a pesar de que el alcalde de Tordesillas (Toro de la Vega) era del PSOE, él sí que estaba en contra el maltrato animal. Como le escribieron allí en aquel libro, Sánchez pensó que los de telebasura «se suponía que eran programas a los que un político no debía ir», algo que, reflexionaba, ha cambiado, y que no acudir a ellos ahora sería «antidemocrático».

Siendo eso así, no es de extrañar que la coalición de progreso se sumara con entusiasmo a la «democracia de la telebasura» innovada por Sánchez, y que fuera el populismo más agreste de Irene Montero quien tomara el relevo, de discontinua también. Fue con ocasión de montarle a un personaje público un espectacular juicio paralelo por violencia contra su exesposa, señora a la que la Justicia le había denegado en reiteradas resoluciones la incoación de diligencias por falta de indicios racionales de criminalidad. Ante tal afrenta, nada mejor que un buen programa de telebasura («documental» fue el término empleado) para —dijera lo que dijera la Justicia— verter imputaciones de violencia, poner en su sitio a la «justicia patriarcal», dar por supuesto que allí había una víctima de violencia de género y llamar maltratador a una persona contra la que no había ninguna condena. Irene Montero, ministra de un Gobierno europeo en el siglo XXI, llamó a todo eso «un periodismo que legitima la voz de la mujer contra la violencia machista».

«Jorge Javier y su ministra invitada no acabaron de aterrizar del todo bien los abstractos principios del Código Ético»

¿Pero qué decía el viejo Código Ético de Mediaset como para permitir a la sazón ese peculiar periodismo emancipador?: «Los periodistas de Mediaset España realizan su trabajo en el más estricto cumplimiento de los principios de veracidad, objetividad e independencia en la información que transmiten. No se comunicará información alguna que se aleje de los principios citados, que no haya sido previa y diligentemente indagada…».

Se conoce que Jorge Javier y su ministra invitada no acabaron de aterrizar del todo bien los abstractos principios del Código Ético, pues respecto del brutal juicio paralelo el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, declarando vulnerados los derechos fundamentales del televisivamente condenado (fue laboralmente despedido, en directo, con vulneración de dichos derechos), declaró:

«Resulta manifiesto que se han comunicado una serie de circunstancias fácticas y no fácticas, con conocimiento de que lo transmitido era falso o con manifiesto desprecio hacia la veracidad de la noticia, sustituyendo una verdad objetiva, empíricamente constatable, por una verdad subjetiva. Y es que, en relación con la emisión de juicios de valor, al medio de comunicación y a los presentadores y colaboradores del programa les es perfectamente exigible también la obligación de respetar la buena fe».

Así las cosas, se infiere que no es la falta de veracidad, objetividad y diligencia lo que ahora expulsa de Mediaset la telebasura de Jorge Javier y sus colaboradoras (ministra Incluida), eso ya lo tenían prohibido y no pasó nada, sino que les echan porque, aprovechando el eslogan «lo personal es político», querían seguir colando como entretenimiento lo que no era otra cosa que su mercancía política. Y ahí es donde entran en colisión con el nuevo Código Ético de Mediaset: «Los programas de entretenimiento son eso mismo, de entretenimiento y, por lo tanto, sus presentadores y colaboradores deben abstenerse de emitir opiniones, preferencias o comentarios políticos…».

Y lo de la veracidad, diligencia y objetividad en la información que difunden pues ya se verá, tampoco pidamos peras (ni manzanas) al olmo.

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