Sánchez frena la economía
«Un déficit camino del 5%, una inflación galopante y un crecimiento económico y un mercado laboral anestesiados son la realidad de su política económica»
Pese a que el Gobierno trata de vender que su gestión económica es certera, hasta el punto de ponerla de ejemplo ante el resto del mundo y afirmar que han demostrado, con ello, que la izquierda gobierna mejor, la realidad es otra, como muestran los fríos datos, que reflejan la peor evolución de la economía española, más allá de los efectos de base estadística.
Lo cierto es que con Sánchez no hemos recuperado todavía el nivel de PIB real anterior a la pandemia. No sólo estamos por debajo de Alemania y Francia en el crecimiento acumulado, sino que, además, ellos están ya por encima del nivel de PIB real de 2019 y España, no.
También el conjunto de la UE ha recuperado ese nivel anterior a la pandemia:
Pero si buscamos algún otro país de la UE que no haya recuperado su nivel anterior a la pandemia, no lo vamos a encontrar, ya que la política económica del Gobierno ha provocado que España sea el único país, el único, de toda la UE que todavía no ha recuperado su nivel de PIB real anterior a la pandemia. Es el único que retrocede respecto a 2019. Es más, ni con el crecimiento del ITR-2023 lo ha alcanzado, pues todavía está a 0,9 puntos de lograrlo y la Comisión Europea no espera que lo consiga hasta el IITR o IIITR de este año, mucho después, como vemos, que el resto, que ya lo habían logrado al cierre de 2022.
Por otra parte, el PIB per cápita español en términos corrientes se ha incrementado menos que el alemán y que el francés entre 2019 y 2022:
Y si nos referimos al incremento del PIB per cápita en términos de paridad del poder de compra también es inferior en España en términos porcentuales entre 2019 y 2022:
Eso hace que España pierda posiciones en cuanto al PIB per cápita en paridad del poder de compra respecto al resto de países europeos, descendiendo en el porcentaje que supone el PIB per cápita español en paridad del poder de compra sobre el PIB per cápita de la UE en paridad del poder de compra, pasando del 90,9% al 85,2%, es decir, pierde 5,7 puntos entre 2019 y 2022.
Todo ello, con un crecimiento artificial, basado en una cantidad ingente de gasto, que en el momento en el que no pueda mantenerse, provocará una caída de actividad importante.
Caída de actividad que se producirá, con la economía maltrecha en su estructura, atenazada por la deuda creciente que Sánchez deja, que impide tener cualquier margen de maniobra. Así, desde que gobierna Sánchez la deuda se ha incrementado en 378.019 millones de euros. Durante el primer año, aumentó en 38.688 millones, y al cabo de cuatro años de mandato el incremento es casi de 380.000 millones de euros, según las notas mensuales iniciales publicadas por el Banco de España sobre la deuda de las AAPP.
Ese gasto desbordante presiona artificialmente los precios hacia arriba y dificulta la correcta transmisión de la política monetaria que el BCE está aplicando para tratar de corregir la inflación, de manera que el desbordante gasto público retrasa el efecto de dicha política monetaria y obliga a que las medidas restrictivas tengan que ser más profundas y duraderas. Así, los precios en España han aumentado un 15,18% desde mayo de 2018 hasta la actualidad, si hablamos del IPC general, y un 13,25% si se trata de la subyacente, de manera que con Sánchez los precios han subido exponencialmente, con el consiguiente empeoramiento del poder adquisitivo de los ciudadanos.
En cuanto a la inversión extranjera recibida, ha descendido en 9.660 millones de euros desde que gobierna Sánchez y en 4.840 millones sólo en el último año. La inseguridad jurídica creciente que generan las políticas de Sánchez de intromisión en la libertad empresarial -como el caso Ferrovial- o los impuestos arbitrarios, que posiblemente serán anulados por la justicia, ahuyentan la inversión, especialmente la extranjera.
En cuanto al sector empresarial, la disolución de empresas crece un 53,3% el cierre de las mismas desde que gobierna Sánchez.
El Índice de Producción Industrial (IPI), también se resiente y es 8,3 puntos menor desde que gobierna Sánchez.
Ni siquiera el turismo, tan pujante, logra recuperar las cifras anteriores a que Sánchez llegase al poder, con un nivel de viajeros mensuales en marzo de 2023 que es un 26,4% menor que en mayo de 2018, siendo las pernoctaciones mensuales un 35,3% menores que entonces, mientras que el número de viajeros extranjeros mensuales es un 35% menor que entonces.
Ésa es la realidad de la gestión de Sánchez, que deja un déficit estructural que va camino del 5%, con un déficit que no reduce ni con el incremento extraordinario de más de 30.000 millones de euros derivados de la inflación. Una deuda exponencial, una inflación galopante y un crecimiento económico y un mercado laboral anestesiados por el ingente gasto público movilizado (y, aun así, España tiene, con Sánchez, las mayores tasas de paro y paro juvenil de la UE), que tendrá el recorrido que le dure a dicho gasto público, escaso ya, puesto que en 2024 retorna el cumplimiento de las reglas fiscales, que la Comisión Europea, en sus previsiones de primavera, considera que no va a cumplir en 2024, al situar el déficit en el 3,3% del PIB, que obligará a que España tenga que recortar medio punto de PIB cada año.
Todo ello es fruto de esa gestión de la que presume Sánchez, que, sin embargo, la realidad muestra cómo lejos de estar contentos por ella nos debe mantener muy preocupados por el gran número de profundos desequilibrios que la política económica de Sánchez está generando en la economía española.