THE OBJECTIVE
Esperanza Aguirre

Hay que aplazar el voto en Melilla

«Dada la dificultad para descubrir ahora cuáles son los votos fraudulentos y cuáles los legales, se hace evidente la necesidad de posponer las elecciones en la ciudad»

Opinión
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Hay que aplazar el voto en Melilla

Operativo policial en Melilla por la supuesta compra de votos.

Cuando hablamos del nivel de calidad de una democracia lo primero que tenemos que hacer es analizar con atención la forma en que esa democracia mantiene y defiende la separación de poderes. Por eso no hay que parar de denunciar todos los pasos que Sánchez y su Frankenstein han dado y pretenden seguir dando para acabar con ella, que es la piedra angular de la democracia. Que, no se olvide, es la mejor forma encontrada hasta ahora para garantizar y defender la libertad, que ese sí que es el fin último de todos los sistemas políticos.

He dicho que la manera de garantizar la separación de poderes es lo primero que califica a un régimen democrático, pero en realidad todos sabemos que hay algo previo, y eso es la limpieza de los procesos electorales. Si esa limpieza no existe o es dudosa, ese régimen ni siquiera tiene derecho a calificarse de democrático.

Los hombres del 78, los políticos que elaboraron la Constitución y crearon el marco normativo para que los españoles ejerciéramos nuestra libertad, pusieron buen cuidado para que las elecciones en España fueran modélicas. Quizás tenían en la memoria las acusaciones que existían contra los procedimientos electorales de la época de la Restauración y de la República. Porque los políticos de la Transición sí que conocían, y muy bien, la Historia de España, no como los que ahora pretenden reescribirla e imponerla a los ciudadanos. En la Restauración nació el término pucherazo para calificar las manipulaciones que a veces se hicieron entonces. Y en la República, el libro Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular, de Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa, ya ha demostrado cumplidamente cómo las elecciones de febrero de 1936 estuvieron llenas de irregularidades, trampas y actos violentos, protagonizados por los partidos y partidarios del Frente Popular.

Así, el marco electoral que nos dimos ya en 1977 era y ha sido absolutamente satisfactorio. Pero que las leyes y normas electorales sean correctas no impide que siniestros delincuentes se las salten o intenten saltárselas. Como estamos viendo que pasa o puede pasar en Melilla.

En esta ciudad acabamos de ver cómo una red ha creado un procedimiento para llevar a cabo un colosal pucherazo. Pagaban entre 50 y 200 euros a ciudadanos para que solicitaran el voto por correo, y cuando recibían las papeletas, se las daban a los miembros de esa red, que ya se ocupaban de entregar el voto en las oficinas de Correos. Esto se puede hacer porque nuestra Ley Electoral, la LOREG, sólo contempla la exigencia de exhibir el DNI en la oficina de correos para solicitar el voto, pero no para entregarlo.

«Coalición por Melilla es un partido islámico y promarroquí»

Este fraude se ha descubierto porque resultaron escandalosas las larguísimas colas que se formaron ante las oficinas postales y porque se produjeron algunos asaltos a los carteros encargados de entregar las papeletas.

Hasta el momento las investigaciones apuntan a Coalición por Melilla, un partido que existe desde 1995 y que proviene de una escisión del PSOE impulsada por los dirigentes socialistas musulmanes de esa ciudad. Coalición por Melilla es un partido islámico y promarroquí, y ahora gobierna la ciudad en coalición con el PSOE, aunque el presidente sea de Ciudadanos.

Ya han sido detenidos el yerno de Mustafá Aberchán, líder de Coalición por Melilla, y un consejero del Gobierno de la ciudad. En noviembre de 2018 Aberchán ya fue condenado a dos años de cárcel y dos años y medio de inhabilitación por dos delitos electorales y un delito continuado de estafa en una trama de compra de votos por correo para las elecciones al Senado de 2008, junto con el exsecretario general del partido socialista melillense, Dionisio Muñoz, sentencia confirmada por el Tribunal Supremo en febrero de 2021.

Ahora se ha sabido que los componentes del actual caso de fraude electoral han intentado sobornar a funcionarios de Correos de Barcelona para remitir desde oficinas del norte de España esos votos por correo melillenses.

Parece que, por las solicitudes recibidas, esta compra de votos podría llegar a 10.000, sobre un censo de 55.000 ciudadanos, lo que quiere decir que sería absolutamente determinante a la hora de formar el nuevo gobierno de la ciudad, porque sabemos que la participación en las últimas elecciones fue de 34.000 votantes.

Dado el número de peticiones de voto por correo y el precio que los organizadores de la trama pagaban, se hace evidente que nos encontramos ante una trama que ha movilizado más de un millón de euros, que habrá que averiguar de dónde y cómo han salido.

«No pasa nada si las elecciones en esta ciudad se celebran dentro de dos meses con un censo claro»

No podemos evitar pensar en la trascendencia que tendría que esa ciudad española, ambicionada sin ambages por Marruecos, estuviera gobernada por un partido que, también sin ambages, se declara promarroquí. Y no es caer en delirios conspiranoicos sospechar qué podría pasar si, a imagen de los golpistas catalanes de 2017, un gobierno de Melilla declarara su adhesión al Reino de Marruecos. Eliminado el delito de sedición para pagar a los golpistas catalanes el billete del Falcon y demostrada la sumisión de Sánchez ante Marruecos, ¿cómo España podría defender esa ciudad españolísima de esa especie de marcha verde que pondría en marcha ese gobierno de Melilla formado a base de la trampa ahora descubierta?

Estas lógicas reflexiones que a cualquiera se le pueden ocurrir ponen en evidencia la importancia enorme de las elecciones melillenses y la trascendencia del fraude recién descubierto.

Lo primero que se impone es introducir inmediatamente las reformas necesarias para que no quede margen en la normativa para que puedan cometerse trampas como ésta.

Pero, además, dada la enorme magnitud de esta operación delictiva y la dificultad evidente para descubrir ahora cuáles son los votos fraudulentos y distinguirlos de los legales, se hace evidente la necesidad de aplazar las elecciones en Melilla. Sería lo más lógico, lo más limpio y lo más democrático.

No pasa nada si las elecciones en esta ciudad se celebran dentro de dos meses con un censo claro y unas normas que eviten trampas y manipulaciones como las ahora descubiertas. España y los españoles no podemos ni queremos que nadie pueda albergar ni la más mínima duda acerca de la limpieza y el rigor de nuestro sistema electoral. Cuando existe alguna duda lo que se pone en duda es la existencia misma de la democracia.

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