La contraofensiva de Pedro Sánchez
«Cuando lleguen las generales, los pactos tóxicos del PSOE serán historia, y los del PP estarán en ebullición. Su estrategia es alentar el miedo y devorar a sus socios»
Es casi inaudito que los intereses de España se hayan alineado con los intereses de Pedro Sánchez. Y digo casi porque sucedió una vez, en una galaxia muy lejana llamada 2016, cuando PSOE y Ciudadanos rubricaron un buen acuerdo de Gobierno que frustró Mariano Rajoy. Tras el barrido electoral que sufrió el PSOE en la jornada de ayer, la convocatoria anticipada de elecciones es la decisión responsable, pero no nos engañemos: no es la responsabilidad institucional lo que orienta las decisiones del presidente del Gobierno, sino el cálculo personal.
Hay que reconocerle a Pedro Sánchez una audacia de la que carecía su antecesor y carecen muchos de sus rivales. Apenas doce horas después de que finalizara el escrutinio, la contraofensiva estaba decidida. Pedro Sánchez es como esos boxeadores que se ponen de pie cuando el árbitro canta nueve y sorprende a su adversario descorchando champán en su rincón. Quien hoy lo imaginara caído en la lona tras la derrota de ayer no conoce al púgil.
«Podemos, Sumar y compañía tienen 10 días de plazo legal para cerrar una coalición»
Ha desconcertado a todos: ¿por qué convoca un plebiscito a escasas horas de haber perdido uno? Precisamente por eso. Porque sabe que en política las victorias tienen que asentarse en la mente de los ciudadanos, y eso no sucede de la noche electoral a la mañana siguiente. Unas elecciones en diciembre encontrarían al PP estabilizado en todas las comunidades y ayuntamientos ganados, los previsibles pactos con Vox normalizados, y el proyecto de Yolanda Díaz armado. Y todo esto lo ha desactivado Sánchez con esta convocatoria repentina. Recordemos que Podemos, Sumar y compañía tienen 10 días de plazo legal para cerrar una coalición. Pedro Sánchez logra, además, redirigir la conversación pública. Miles de artículos que, como este, estarían valorando la victoria del PP y el descalabro del sanchismo, están loando la audacia del presidente. El tsunami de ayer es agua pasada.
Por la fecha elegida, 23 de julio, podríamos inferir que al presidente no le inquieta la participación. Media España estará de vacaciones y la confianza en el voto por correo no pasa por su mejor momento. Pero la principal ventaja de esa fecha es que las conversaciones del PP con Vox estarán fructificando y convirtiéndose en munición electoral. Cuando lleguen las generales, los pactos tóxicos del PSOE serán historia, y los del PP estarán en plena ebullición, aunque estos traten, donde se pueda, de demorar las investiduras hasta agosto. La estrategia de Sánchez es clara: alentar el miedo y devorar a sus socios. Y el mejor momento para lograr ambas cosas es ahora.