THE OBJECTIVE
Antonio Caño

La derrota de Sánchez

«Estos resultados son un rotundo adiós a Sánchez, un inequívoco ‘no te queremos’. Tal vez nunca fue querido»

Opinión
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La derrota de Sánchez

Pedro Sánchez vota para las elecciones municipales y autonómicas. | Ricardo Rubio (Europa Press)

Cualquiera que prestara más atención a los comentarios de sus compañeros de trabajo, familiares y amigos, a la calle, en definitiva, que a los cálculos y análisis de expertos y portavoces políticos, habrá asistido sin sorpresa a los resultados que esta noche arrojaron las elecciones municipales y autonómicas. Pedro Sánchez es objeto de la desaprobación mayoritaria de los ciudadanos. Su política, sus alianzas, su conducta han sido muy duramente castigadas por los votantes y, con mucha probabilidad, lo serán aún más el próximo mes de julio.

Tratará de esconderse ahora detrás de colaboradores y socios. Buscará excusas y justificaciones. Será inútil. Es su derrota. En la primera ocasión que han tenido después de años de un verdadero desbarajuste de Gobierno -cuando no una actuación consciente contra los intereses mayoritarios-, los españoles le han propinado a Sánchez la bofetada que venían anunciado a cualquiera que quisiera escuchar.

«No era necesario un extraordinario olfato para presumir el rechazo que despierta entre una mayoría de la población»

Por algo el presidente del Gobierno llevaba meses escondiéndose detrás de videos fabricados a su mayor gloria. Por algo llevaba tiempo sin exponerse al contacto directo con la gente. No era necesario un extraordinario olfato para presumir el rechazo que despierta entre una mayoría de la población.

Seguramente también lo sabían muchos de los que insistían en apoyarle por razones ideológicas o tácticas, y por eso insistían en que no se acudiera a votar este domingo sobre la gestión del Gobierno de la nación, sino sobre las gestiones locales y autonómicas.

No ha sido posible. La acumulación de escándalos, coronados por los pactos con Bildu y la ley del sí es sí, ha sido demasiado abultada como para que pasara inadvertida a cualquier votante con sentido de la responsabilidad.

Estos resultados son un rotundo adiós a Sánchez, un inequívoco «no te queremos». Tal vez nunca fue querido. Su llegada al poder fue el fruto de una sucesión de errores y casualidades que no son ajenos a la ola populista que en este tiempo llevó al poder a otros oportunistas inescrupulosos en otros países.

Los compañeros del Frankenstein han sido un desastre, tanto en su versión antigua -con Pablo Iglesias- como en la moderna -Yolanda Díaz-, pero no son los principales responsables. El PSOE se ha borrado y echado en manos de su líder sin el más mínimo pudor. Pero, precisamente por eso, tampoco el PSOE es el responsable. El responsable es Sánchez que es a quien la gente identifica como el artífice de estos penosos años.

Es cierto que, en el camino, Sánchez se lleva al infierno a todos los demás. Se lleva también con él alguna gente buena y quizá incluso algunos bien intencionados que creyeron en sus palabras de izquierda y progreso. Nada ha habido de eso, en realidad. Todo ha sido estos años una acción desesperada para salvar su propio pellejo.

De aquí a julio muchas cosas aún sucederán, mucha más gente caerá con él. Los independentistas catalanes pueden cabalgar de nuevo y, en el País Vasco, el blanqueo de los aliados del terrorismo tendrá el efecto temido. Y lo peor de todo es que, si un milagro no lo remedia, con Sánchez caerá también el Partido Socialista.

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