¡Ojito! No se ha ido...
«Unos 35 diputados del Parlamento son separatistas y apoyan al Gobierno. Nada hace presumir que eso disminuirá y Sánchez sabe que contará con ellos el 23-J»
Pocos han recordado que las elecciones del domingo pasado, 28-M, son las primeras a escala nacional que se celebran tras la entronización del Doctor Sánchez como jefe de Gobierno hace cuatro años. Es decir desde que el autócrata contrastado Sánchez re-accediera al poder tras la felonía antidemocrática, legal y legítima por supuesto, de dar un giro de 180 grados en una sola noche sobre sus compromisos electorales torales. Los que le quitaban el sueño. Si una necesidad para la democracia es que se vote libremente pero siempre desde la mejor información, no digamos la traición a la ética democrática que supone basar unas elecciones sobre el más brutal engaño. Eso sí, era legal y legítimo. Sánchez contaba que tras cuatro años eso se hubiera olvidado o perdonado. Increíblemente, una gran masa crítica de votantes españoles ha demostrado que no, que muchos son conscientes de que el arteramente impuesto Gobierno SanchoPodemistaSeparatista,(SPS), ha sido un letal desastre para el futuro y el presente de los españoles. A eso añadiríamos que las elecciones se han celebrado en un momento de particular calma relativa en la crisis económica con medidas acertadas en el alivio coyuntural.
El votante medio no parece haber votado más preocupado por la coyuntura económica que por otros temas claves. Es más, creo que la política económica a corto no es, ni mucho menos, lo peor que haya hecho este Gobierno, sobre todo teniendo en cuenta que gran parte de ella se hace desde la Comisión Europea y el BCE. Por lo que la llamada marea azul, no es tal, es una pequeña y ajustada resaca anti SPS, anti podemita y anti Sánchez. Y esa masa crítica que ha votado por democracia contra autocracia irrespetuosa con la ley, y por la unidad de los españoles frente a su fragmentación cainita, es decir que ha votado por las verdades fundamentales, es una recuperación de la dignidad de la democracia española. También nos recuerda que en España no se ganan las elecciones, sino que se espera a que las pierda el contrario. Volveremos sobre esto.
Ante esa situación, es democráticamente normal, casi inapelable, que se celebren unas elecciones generales urgentes para que lo indeseable no siga gobernando, aunque la fecha elegida no podía ser peor para la participación ciudadana. Pero para que fuera además éticamente democrático, al haber perdido su moción de censura de facto frente a los ciudadanos españoles, el Doctor Sánchez tendría que haber dimitido, y sobre todo de su puesto de secretario general del actual PSOE que es un residuo friki de lo que fue el gran PSOE, mi expartido. Tiene razón mi amigo Leguina: ¡Vete ya! Aunque el mal esté hecho.
«Sánchez siempre ha pretendido mantenerse gracias a la alianza con Podemos y separatistas»
Pero el Doctor Sánchez no se va porque tiene aún sus bazas y sus triquiñuelas. Y es momento de hablar de aspectos mucho más sombríos de estas últimas elecciones. Estas han demostrado que una de las peores herencias de Sánchez es que ha convertido ya, de hecho, España en una especie de confederación asimétrica inconstitucional. Los resultados globales de las municipales en Vascongadas e Hispano-Cataluña son desoladores y terribles. El separatismo, amigo de la violencia cruenta o de la violencia opresora impune, el golpismo, y el totalitarismo de bases racistas han dominado esos territorios aplastantemente. Hay que reconocerlo. El Doctor Sánchez sabe de siempre que no ganará en solitario el derecho a seguir en la poltrona, pero siempre ha pretendido mantenerse gracias a la alianza con Podemos y separatistas.
Actualmente unos 35 diputados del Parlamento nacional son abiertamente separatistas y apoyan al Gobierno. Nada hace presumir que eso disminuirá y Sánchez sabe que contará con ello el 23 de julio. Si logra atraer algunos votos del agonizante Podemos y del no nato Sumar, su apuesta es reinstalarse gracias a los votos separatistas. Y puede suceder porque la famosa marea, cifras en mano, ha ganado por diferencias ajustadas en varias circunscripciones en territorio democrático, y ha perdido totalmente ante el separatismo en Vascongadas y Cataluña. Lo que demuestra una vez más que la singularidad única de la democracia española: la absoluta lenidad y complicidad con los separatismos que atentan abiertamente contra el bien común, está destruyendo la propia democracia.
Por lo que podemos terminar con una evidencia y una pregunta. Primero hay que recordar a los que han votado por la democracia y por la España de libres e iguales que nada está ganado y que queda mucha lucha. Y lo segundo, a la vista de los problemas fundamentales, si el SPS termina perdiendo el Gobierno (que es cómo se cambian los Gobiernos, perdiendo) y cede el poder, lo que importa es qué hará con la victoria el vencedor. ¿Un cambio de ciclo? O una reconstrucción de la democracia española convirtiéndola en una «democracia militante» con ciudadanos libres, iguales y solidarios. Ojalá sea esa la cuestión, pues si no pierde el SPS, olvídense de una España de ciudadanos.