'This is the end'

Con un poco de suerte, o, mejor dicho, con un poco de sentido común, dentro de poco podremos dejar de hablar de Sánchez y de los sanchistas. Es de suponer que van a darse de cabeza contra un muro de hormigón color azul a finales de julio. Han sido cinco años de lucha contra un demente que quería destruir España desde la jefatura del Gobierno. Un auténtico tiranillo latino.

Todavía deberemos intervenir porque ese chapuzas va a intentar dar el pucherazo con los votos por correo y de hecho casi lo ha reconocido. Habrá que estar atentos, pero sobre todo deberán andar vigilantes los partidos constitucionalistas. No sólo el PP, sino también Ciudadanos. Sus 300.000 votos serán esenciales para dar la patada al chulo de La Moncloa y luego podrá rehacerse el partido. Será más necesario que nunca.

Pero ahora quizás comienza otra etapa para quienes cometemos la audacia de opinar en público, como si supiéramos más que los demás. No es así. Opinamos urbi et orbe sólo porque cumplimos nuestro papel lo mejor que podemos dado que cada cual tiene asignado uno en esta vida, muchas veces sin habérselo propuesto. Y somos intercambiables, desde luego. Nadie, absolutamente nadie, es insustituible.

En la nueva etapa creo que será necesario dirigirse a los futuros dueños del poder. De hecho, hasta ahora no hemos exigido nada por ese lado, obligados como estábamos a poner en guardia contra un gobierno despótico, pero ha llegado el momento de preguntar sobre muchos asuntos.

¿Qué va a hacer el PP para desmontar los ataques identitarios? ¿Cuál será su política lingüística, por ejemplo? ¿Tiene algún proyecto de hondura, como la reforma del mapa autonómico? ¿Y algo que iguale el voto de los ciudadanos libres e iguales? ¿Recuperará talentos políticos que ha arrinconado (espero) por motivos tácticos?

«Los votantes esperamos, por encima de todo, un proyecto general para toda España»

Hay tal enormidad de instituciones para cambiar, limpiar, reformar o suprimir que su programa para las legislativas algo debe de anunciar, aunque sólo sea para dar un poco de esperanza a los votantes. ¿Algo sobre los planes educativos absolutamente destructores de los socialistas? ¿Alguna idea para buscar la eficiencia en los transportes públicos y en especial en la red ferroviaria? ¿Un plan para reducir costes en la administración burocrática y en el sinnúmero de enchufados?

Demasiadas preguntas. Por el momento, dejemos que trabajen, pero sin olvidar que los votantes esperamos, por encima de todo, un proyecto general para toda España. ¿Es muy difícil? ¿Cuentan con poco tiempo? Eso es lo que quieren los sanchistas. Así son las cosas. Menos perder horas y días hablando de alianzas o no con Vox y más dibujar, construir, escribir, proyectar medidas y leyes viables.

Sin olvidar que lo primero, antes de julio, es garantizar que el okupa de Moncloa no va a intentar dar el pucherazo por medio del voto por correo. Una amiga se llegó esta mañana hasta la estafeta para pedir el sobre y se encontró con grupos de gente cabreada porque no habrá listas hasta el 3 de julio, de modo que los sobres no empezarán a salir hasta el día 10. Un disparate. Al enterarse, la gente, indignada, rompía los sobres que ya había adquirido. Los pobres empleados no tienen la culpa, pero han de soportar el enésimo enfado de los ciudadanos por culpa del demente. No olviden que al frente de Correos ya se encargó de poner a un amiguete.

El PP debe tomar la iniciativa desde hoy mismo. Sánchez quiere que estas sean unas elecciones ideológicas y hay que dejarle sin su juguete. Todos estamos esperando para ver la cara ejecutiva de los candidatos, la real y empírica, no la abstracta, la que hemos de votar antes de dos meses, no la que trata de recrear el cristianismo y la guerra civil.