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David Mejía

¿Qué tiene de malo pactar con Bildu?

«Si atendemos a sus nombramientos, listas y homenajes, veremos que no representan el rechazo a la violencia, sino su glorificación»

Opinión
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¿Qué tiene de malo pactar con Bildu?

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este miércoles en el Congreso de los Diputados. | Europa Press

Hace unos días, la ministra Irene Montero dijo que le parecía repugnante que el Partido Popular «usara el dolor de las víctimas para hacer campaña». El presidente Sánchez desarrolló su tesis en el Senado enunciando un puñado de supuestas verdades del PP sobre ETA. La primera («la democracia derrotó a ETA») contradecía la segunda («el PSOE derrotó a ETA»), pero por lo menos coincidían en la derrota del terrorismo. Las siguientes verdades pretendían exhibir el cinismo del PP en la gestión del nacionalismo radical vasco antes y después de la disolución de ETA: Aznar dijo «Movimiento Vasco de Liberación Nacional», negoció con los terroristas y acercó presos, y Maroto y Semper se abrieron a pactar con Bildu. 

El oficialismo estaba muy satisfecho con la contraofensiva del presidente. ¿Quién es el PP para dar lecciones? La clac presidencial olvidaba, como suele, que el presidente no rinde cuentas al PP, sino a los españoles. Incluso si damos por buenas sus críticas al PP, los ciudadanos rasos no estamos satisfechos. A quienes no somos dirigentes, diputados o militantes del PP nos resulta irrelevante lo que hiciera Aznar o dijera Maroto. El presidente no puede limitarse a enumerar las contradicciones de su adversario para justificarse. Los ciudadanos queremos explicaciones y claridad. No basta con decir «y tú más». Si pactar con Bildu es legítimo, queremos conocer las razones.

«El problema moral de pactar con Bildu está en la herencia de la que se sienten orgullosos legatarios»

Los debates se emponzoñan para huir de las preguntas inaugurales. ¿Es moralmente aceptable pactar con Bildu? Quienes consideran que sí niegan cualquier vínculo con ETA. Y cuando salen los nombres de Arnaldo Otegi o David Pla los exhiben como prueba de que los terroristas han colgado el pasamontañas para hacer política. El problema moral de pactar con Bildu no está en las puertas giratorias, sino en la herencia de la que se sienten orgullosos legatarios; uno de los ejes de su actividad es hacer apología de ETA. Si atendemos a sus nombramientos, listas y homenajes, veremos que no representan el rechazo a la violencia, sino su glorificación. Esto es un hecho, y es independiente de lo que haya dicho o hecho el PP sobre ETA y Batasuna en los últimos 30 años. Insistir en que Bildu no tiene nada que ver con ETA porque ETA no existe es tan absurdo como decir que la Fundación Francisco Franco no tiene nada que ver con Franco porque Franco no existe.  

ETA amenazaba, extorsionaba y asesinaba para imponer una hegemonía nacionalista en el País Vasco. En buena parte lo consiguió, y esas son las nueces que recolecta Bildu y que se ofrece a compartir con quien esté dispuesto a blanquearla. Porque para no aceptar que pacta con un partido indecente, uno se apresura a adecentarlo. Nadie debe aprovechar políticamente el dolor de las víctimas. Pero tampoco está bien aprovecharse del apoyo de los victimarios. 

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