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El nuevo Cid Campeador

«Rodrigo Díaz de Vivar ganó batallas después de muerto. Pedro Sánchez pretende superarle en vida, ganando batallas tras haberlas perdido»

Opinión

El nuevo Cid, Pedro Sánchez

  • Catedrático de la Universidad Pompeu Fabra; Affiliated Professor, BSE; Investigador Asociado, FEDEA; Coordinador, Foro Mercado Libre. Expresidente, Society for Institutional & Organizational Economics. Investigación sobre las bases institucionales y culturales de la economía de mercado.

El pasado domingo, el PSOE cedió mucho poder pero pocos votos, algo menos de un punto porcentual. Cierto que perdió varios gobiernos autonómicos y muchos ayuntamientos, pero los gobernaba por márgenes pequeños; y el PP los gana, si acaso, con márgenes incluso menores. Además, el PSOE no es más que un instrumento en manos de su líder, para quien esa derrota exigua le ha brindado la oportunidad de convocar elecciones generales el 23 de julio. 

Persigue con ello varios objetivos. El más obvio es el de retener el Gobierno tras unas elecciones en las que el bloque de izquierda aún tiene posibilidades de ganar. También aborta la oposición interna que pudieran ejercer los miles de cesantes socialistas tras los resultados electorales. Menos probable es que fructifiquen los gestos de sus antiguos líderes, el más notable el silencio de un Felipe González que aún podría arrastrar algunos miles de votos entre el electorado pero pocas voluntades entre una militancia tan profesionalizada.

Más importante es el que Sánchez se haya erigido en líder indiscutible del frente populista. Igual que ocurrió en las elecciones andaluzas, el PSOE perdió unos pocos votos respecto a los partidos a su derecha pero mejoró notablemente su posición relativa respecto a la extrema izquierda. El pasado domingo ha sucedido lo mismo, y no sólo respecto a Podemos sino a ERC, un cambio éste esencial, dado el dominio que ejerce el PSC sobre el PSOE del siglo XXI. 

Queda así Sánchez en una posición muy fuerte para, si perdiera las elecciones y así lo desease, liderar la oposición y volver al poder, una posición reforzada por varios factores, de los que no se suele apreciar toda su potencia política. 

Por un lado, la anestesia sanchista de todo problema mediante un gasto público creciente es financieramente insostenible, en especial si la Unión Europea recobra cierta dosis de sensatez. Es éste un horizonte cada vez más cercano, aunque sólo sea por la creciente restricción financiera de la propia Unión. El próximo Gobierno, en vez de cumplir dudosas promesas electorales de reducir impuestos, es más probable que haya de estrenarse congelando pensiones y sueldos públicos. 

Igualmente, ese nuevo Gobierno confrontará resistencias muy notables para revertir las medidas populistas mediante las cuales el Gobierno saliente ha hecho una política más sectaria que social en favor de algunos ciudadanos, como okupas, arrendatarios o deudores; pero no a costa de los contribuyentes sino tan sólo de los arrendadores y los acreedores. 

Por último, su control del Tribunal Constitucional posibilita que éste se preste, llegado el caso, a bloquear la acción de gobierno. A juzgar por sus recientes decisiones, algunos hasta temen que la mayoría del actual Tribunal sería capaz de encontrar bizantinismos jurídicos que le permitieran fabricar constitucionalidades ad hominem, de tal modo que, mientras ha considerado constitucional que Sánchez legislase materias ordinarias por decreto-ley, podría estar dispuesto, por ejemplo, a negar la urgencia a los decretos-leyes o a paralizar sine día las leyes que pudiera promover un futuro gobierno presidido por Feijóo.

Se dice con ánimo crítico que la convocatoria de elecciones no es fruto de la audacia de Sánchez sino de su soberbia. Probablemente, ya que ambas son cara y cruz de la misma moneda. También la valentía se fabrica con miedo y la cobardía se suele disfrazar de prudencia. 

«Siempre le queda la opción de luchar por un puesto internacional, como la Secretaría General de la OTAN»

Pero son aspectos menores. Además, un poco de soberbia no viene mal si nos trae algo de autoestima, de la que andamos algo escasos. Vean, si no, a esos diputados socialistas dispuestos a aplaudir durante varios minutos a su líder. O al ya citado Felipe González, que presencia en silencio la demolición de su obra convivencial, no por endeble menos real. O el revelador triunfalismo que exhibe mucho aspirante de centroderecha, quien, al contrario que su líder, se muestra feliz de gobernar con tan escaso poder; un indicativo claro de cuáles son sus prioridades. Lo mismo que los directivos catalanes que consensuaron la enésima Nota d’ Opinió del Cercle d’Economia, en la que exigen a los políticos mucho liderazgo y coraje, esas dos virtudes de las que el Cercle ha dado todos estos años pruebas sobradas de carecer. Todas esas actitudes ayudan a explicar y son así corresponsables del insólito éxito que ha alcanzado entre nosotros alguien como Sánchez.  

También el error de quienes, atendiendo a los precedentes, son incapaces de imaginar a un expresidente del Gobierno rebajándose a ser el jefe de la oposición. Deben recordar que tampoco se lo imaginaban recobrando el control del PSOE tras ser expulsado de su jefatura. 

Por lo demás, si el «triple» que ha lanzado Sánchez al convocar las elecciones no llegase a entrar y la senda de la oposición se tornase demasiado empinada, siempre le queda la opción de luchar por un puesto internacional, como la Secretaría General de la OTAN

Se sorprendían algunos esta semana de que Estados Unidos promoviera la candidatura de Sánchez. Lo realmente curioso es que el idealismo estatista español se extienda incluso a las organizaciones internacionales, que aún gozan entre nosotros de una respetabilidad que, dada su ineficacia y más que ocasional corrupción, quizá no merecen. Por eso mismo son un buen destino para un sujeto tan adaptable y diestro en políticas maquiavélicas. Hasta en eso se parece a un mercenario ocasional como el Cid. Si lo miran bien, incluso se da un aire a Charlton Heston. 

5 comentarios
  1. Thefreedomman

    Muy agudas observaciones en su artículo,el Cid Sánchez tiene en su ajuste de cuentas con todo aquel que discrepa su razón de ser,más que Charlton Heston en el papel del Cid, le viene mejor el papel de Stephen Boyd como el tribuno Mesala,su fin justifica los medios,sin juicios de conciencia,ni altura moral o ética que se le parezca,él también nos interroga a nosotros tal y como hizo el tribuno a su amigo de la infancia,y con el que tantas aventuras compartió,incluso salvándole la vida,su pregunta es tan cínica como trágica,y por eso nos convoca a decidir ya: Españoles,o estáis conmigo,o estáis contra mí. Su carro es cuestión de que se estrelle en el Circo de la política si somos capaces y libres de votar en conciencia,sin temor alguno por su amenaza,ni por por la pérdida de nuestra propia convivencia civil y solidaria.

  2. danif

    Con Sánchez, España ha recuperado todos los defectos que con la transición creíamos superados, entre ellos, la apropiación de los recursos públicos y las instituciones del Estado para asegurar su poder y la crispación social sobre la guerra civil. Y con ello, ha” socavado los fundamentos de nuestro estado democrático” . El coste de la experiencia autoritaria del Gobierno de Sánchez y los que le apoyan en España , en cuanto al deterioro de la calidad democrática , independencia de sus instituciones, sostenibilidad del estado del bienestar, endeudamiento para futuras generaciones y la pérdida de soberanía correspondiente ..habrá sido enorme . Es un experto “en socavar “y lo hizo con su partido y luego con España..
    Seguramente, ya ha cumplido con su misión»

  3. danif

    Hemos tenido suerte de que Sánchez haya adelantado las elecciones.
    Lo que se preveía “por nuestros expertos” , que Sánchez utilizaría el segundo semestre para promocionarse de cara a fortalecer su imagen de cara a las elecciones generales , no habían imaginado que se le podía convertir en un laberinto y hasta en un infierno al tratarse «no de un dirigente cabal sino un insensato sin escrúpulos” , mentiroso y de contrastada ineptitud. El problema es que afectaría gravemente la imagen exterior de España. Hace poco tiempo Sánchez se había atrevido a intervenir en el debate sobre la reforma judicial de Israel como si estuviera de tertuliano en alguno de sus medios criticándola a la vez que intervenía el TC . Lo que ha producido el inmediato escándalo ya que denuncia “ la reforma judicial después de hacer lo mismo en su país» . En poco tiempo todo el mundo hubiera visualizado las carencias que aquí han intentado ocultar los medios que le han apoyado” tan ciegamente” por ignorancia o tal vez, por interés.

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