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El legado de Pedro Sánchez

«El PSOE que va a dejar Sánchez tras su mandato absoluto es un ecosistema devastado se lo mire desde donde se lo mire»

Opinión

El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, durante una reunión con los diputados y senadores socialistas, en el Congreso de los Diputados, a 30 de mayo de 2023. | (Eduardo Parra / Europa Press)

  • Fundador y Director General de la compañía de consultoría estratégica Redlines.
    Ha dirigido campañas electorales tanto en España como en diversos países de América latina, y es analista político habitual en diversos medios de comunicación.
    Es autor de los libros : «Guía práctica para abrir Gobiernos» (Goberna, 2015), «Otro Gobierno» (Algón Editores 2012), y «Open Government – Gobierno Abierto» (Algón Editores, 2010).
    Le encantan los platos de cuchara, sufre con cada partido del Athletic de Bilbao y no se pierde un concierto de Los Planetas.

«La responsabilidad del muy mal resultado electoral es mía, mía y mía y así asumo mi responsabilidad. Con un resultado como éste, algo no hemos hecho bien. Aquí hay un problema de responsabilidad política de un resultado malo sin paliativos; una responsabilidad que hay que asumir. Y esa responsabilidad la asume la dirección y la asumo yo».

Con esas palabras y tras la derrota del PSOE en las elecciones europeas (¡europeas!) de 2014, unos comicios en los que ni siquiera él mismo era candidato, Alfredo Pérez Rubalcaba anunció su renuncia a la secretaría general del PSOE de forma irrevocable.

Lo mismo hicieron antes Felipe González, Joaquín Almunia y José Luis Rodríguez Zapatero al perder, estos sí, las elecciones generales en las que fueron cabeza de cartel, permitiendo todos ellos que el PSOE comenzase los procesos de regeneración política, estratégica, ideológica y organizativa que pocos años más tarde llevaron al gobierno a sus sucesores.

Exactamente lo contrario de lo que ha hecho Pedro Sánchez tras una de las derrotas más dramáticas que ha sufrido el PSOE desde su fundación el 2 de mayo de 1879, que incluye la pérdida de siete gobiernos autonómicos y de 17 de las 22 capitales de provincia en las que gobernaba. Un fracaso tras el que, lejos de dar voz a la militancia de su partido como hicieron todos (¡todos!) sus antecesores, el actual inquilino de La Moncloa ha emprendido su enésima huída hacia adelante con una convocatoria electoral que además de condenar a los socialistas a un descalabro más que probable el próximo 23 de julio, pone en riesgo la propia supervivencia del PSOE como partido capaz de articular un proyecto autónomo y transversal con posibilidades reales de formar mayorías de gobierno en nuestro país.

«El legado de Pedro Sánchez será una losa tremendamente pesada para cualquiera que sea su sucesor y obligará al PSOE a una travesía por el desierto»

Y lo pone en riesgo porque el PSOE que va a dejar Sánchez tras su mandato absoluto es un ecosistema devastado se lo mire desde donde se lo mire:

No solo hablo de que Sánchez legará a su sucesor o sucesora menos diputados, menos senadores, menos poder regional, menos poder local, menor presencia institucional y una casi inexistente capacidad de influencia de la que él recibió cuando se hizo cargo del partido, cuestiones materiales sin duda importantes pero susceptibles de ser superadas a medio plazo con trabajo y esfuerzo, sino sobre todo de que que Sánchez ha logrado en menos de diez años tres prodigios simultáneos: 

  • Reventar la estructura orgánica del partido transformando en una falsificación de mercadillo los engranajes del reloj suizo que la generación de Felipe González y Alfonso Guerra lograron armar.
  • Contagiar a su militancia de un virus que mezcla el populismo de guayabera con el pensamiento milenarista davidiano y las formas de Georgi Dimitrov. Eliminado de su ADN cualquier traza de crítica interna.
  • Subvertir de la marca PSOE, transformándola en un mero contenido lateral subordinado de la gran la gran marca ‘Pedro Sánchez’.

Elementos todos ellos, que tomados juntos van a convertir el legado de Pedro Sánchez en una losa tremendamente pesada para cualquiera que sea su sucesor y que obligará al PSOE a una travesía por el desierto para la que va a necesitar guías más avezados que la obsecuente pandilla que lleva casi 10 años riéndole las gracias al que ya es por méritos propios el único español que puede disputarle a Largo Caballero el dudoso honor de haber sido el peor dirigente de la historia del PSOE.

1 comentario
  1. Guicciardo

    Pérez Rubalcaba dio la cara, asumió los errores de la derrota electoral con tanta firmeza que a los españoles se les borró de su memoria (histórica) el numerito de tocata y fuga de Rodriguez Zapatero, la insoportable levedad de sus últimos años de gobierno, donde era ya un fantasma habitador de la Moncloa mientras Rubalcaba se arremangaba para atender como podía los inaplazables asuntos de Estado, con una habilidad todavía no superada desde entonces. Ahí quedó el sentimiento de tantos socialistas que pensaban que habían sido derrotados no por la ineptitud zapateril en su Gobierno sino por la dureza de la crisis económica negada y renegada y a pesar del buen hacer de Rubalcaba. Ciertamente el partido quedó hecho unos zorros y expuesto al primer aventurero que se tirara en paracaídas sobre Ferraz.

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