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«O me das, o a votar»

«Los españoles mayoritariamente han votado desalojar a Sánchez. Anteponer al objetivo general, soberbios principios y valores radicales, es un error que se paga»

Opinión

Ilustración de Erich Gordon.

Lamentablemente estamos viendo que la cultura del gobierno de coalición es un fracaso en España. Vamos para el medio siglo de democracia y no sabemos establecer coaliciones. Las pocas experiencias que se han dado siempre han sido de multipartidos con plena incidencia en territorios con nacionalismos. Gobiernos donde prevalece el territorio sobre lo ideológico.

El primer gran experimento de un gobierno de coalición ha sido el fracaso de Pedro Sánchez. Un experimento, mejor definido como esperpento, en el que el Gobierno no fue tal y por ello el Consejo de Ministros nunca existió como órgano colegiado. El acuerdo entre Pedro y Pablo, atendiendo a la necesidad de Sánchez y a la ambición de Iglesias, no produjo un Gobierno de coalición. Fue una asociación de poder. Pedro Sánchez no puso ni quitó a ningún ministro de la cuota de Podemos. El presidente que se autocalifica con un «notable» estaba a la cabeza de un desastre que ha degenerado en su propia oposición. Presentaban al Congreso leyes «de gobierno» que votaban diferente y enfrentados. No ha existido la cultura de la integración entre distintos para gestionar. Ya sabemos que la izquierda no sabe gobernar en coalición, pero sabe resistir, sin ninguna dignidad, por el poder.

La crisis del bipartidismo llevó a España a la fragmentación del voto y a forzar los acuerdos. Lo malo es que debe hacerse desde los bloques. Se está perdiendo la oportunidad de transformar la política de la aritmética —sumar la mayoría— en la política de los gobiernos en minoría sostenidos sobre la cultura de la negociación y el pacto. La izquierda tiene una gran responsabilidad por seguir manteniendo las «dos Españas» como brecha política que imposibilita el consenso en la sociedad.

El calendario está forzando a interpretar los resultados de las elecciones municipales y autonómicas obligando a desarrollar los acuerdos para la gobernabilidad. La diferencia de resultados por territorios fuerza a unas asimetrías de pactos que no se están sabiendo gestionar. La gobernabilidad debe establecerse desde la proporcionalidad. Ya pasó el tiempo en el que en los ayuntamientos en los que faltaba un concejal aparecía el oportunista de turno que daba el voto a cambio de la concejalía de urbanismo. ¿Por qué? Por eso.

«Los partidos deben interpretar qué votaron los ciudadanos, y han votado cambio»

A la hora de establecer acuerdos lo más importante es que los partidos entiendan el mandato de las urnas. Los partidos deben interpretar qué votaron los ciudadanos. Y está muy claro. Desalojar a Sánchez. Eliminar los gobiernos de la izquierda. Se ha votado cambio. No puede ser que dándose las mayorías necesarias esto no suceda. Pero es parte del carajal político que Sánchez ha provocado.

En los pactos para la gobernabilidad hay muchas más fórmulas que las vicepresidencias y las consejerías. En algunos sitios la proporcionalidad del resultado así lo marca y así debe ser. En otros no. Los gobiernos en minoría mayoritaria se obligan a pactos de legislatura, a políticas consensuadas y a compartir órganos de poder como los parlamentos y otras instituciones. Pero para eso hay que saber hacer política. Para eso hay que entender el mandato de las urnas. Y aunque no lo parezca dos o tres votos no valen vicepresidencias y consejerías, carguitos y paguitas.

Lamentablemente, en vez de hacer lo que hay que hacer, florecen líneas rojas, debates que no corresponden, vetos y amenazas. «O me das, o a votar”. Una exigencia que demuestra más ansias de poder y tener, que ganas de hacer. No es grave tener que volver a votar. No es grave para el que crece, pero sí para el que pierde. Las urnas no las carga el diablo, las cargan los ciudadanos. Y saben qué hacer. Todos creen que volver a votar le perjudica al otro. Y que no pasa nada hasta que pasa.

Me llama la atención que se haya olvidado tan pronto qué ocurre con los que no cumplen con su papel. Fue en 2019 cuando Pedro Sánchez decidió repetir las elecciones. Se votó en abril y en noviembre. Y quien no cumplió con su papel pasó en seis meses de 57 escaños a 10. Y de ahí a la desaparición. Ciudadanos no fue una excepción.

«Hay que tener muy presente que el voto nunca es del partido, siempre es algo prestado»

Ahora, a cuatro semanas de las elecciones generales, no es el momento de no hacer lo que hay que hacer. Los españoles mayoritariamente han votado desalojo del poder. A Sánchez se le echa desde los ayuntamientos y comunidades autónomas. Anteponer otras cosas al objetivo general, soberbios principios y valores radicales, es un error que se paga. Los principios y los valores están muy bien. Si fueran lo importante y lo más deseado para los ciudadanos habrían recibido muchos más votos.

El que impone el «O me das, o a votar» normalmente es botado. El objetivo de la ciudadanía no ha cambiado. Echar a Sánchez. Si hay que repetir la votación se repite. Hay que tener muy presente que el voto nunca es del partido, siempre es algo prestado. El libro de la política dice que el que está más cerca de lograr el objetivo es el que siempre sale ganador. Y ése siempre es el que fue más votado.

Está claro que no es sólo Sánchez el que no entiende lo que demandan los españoles. A cuatro semanas de las elecciones generales, equivocarse en el diagnóstico, lejos de reforzar la posición, la debilita. Para derogar al sanchismo lo que hacen falta son votos. Y si teniéndolos no se dedican a ello, se busca cómo hacer que sirvan para lo que son. «O me das, o a votar» fortalece el voto útil. «O me das, o a votar» multiplica los votos del que es la alternativa real. Y ésa sólo es una.

Es sorprendente el trabajazo que están haciendo los neopartidos en restaurar el bipartidismo.

10 comentarios
  1. RedBaron

    “O te allanas, o a votar” Y de paso te insulto a ti y a todos tus votantes. Que no, que quien ha PERDIDO las elecciones tiene la OBLIGACIÓN de pactar y buscar consenso.
    Lo que demuestra la Sra Guardiola es una altaneria, soberbia y falta de realidad que la hacen INDIGNA de ser Presidenta.
    Es en el fondo y en las formas una mala copia de Irene Montero

  2. Psilvia

    «Se votó en abril y en noviembre. Y quien no cumplió con su papel pasó en seis meses de 57 escaños a 10».

    Así de simple y de sencillo el análisis: «porque yo lo digo». Han tenido casi cinco años para conocer de primera mano la catadura moral del inquilino de Moncloa, dejando en el olvido las advertencias de Rivera, pero siguen insistiendo en el «error» interesado de pensar que fue su culpa. Siguen insistiendo en que Sánchez era ser angelical que se vio obligado a pactar con otras formaciones pecaminosas que le llevaron camino de la perdición. Quizás es solo una forma de justificar su estulticia al confiar en un auténtico villano que les dio gato por liebre a la primera de cambio, mientras destrozaban la reputación y expulsaban de la vida pública a un político honrado y decente. ¿A quién piensan cargar el muerto esta vez si sobrevive el sanchismo una legislatura más?¿Cuál es la lectura de las urnas para derogar el sanchismo?¿Darle al PP un cheque en blanco? ¿Estigmatizar a un millón y medio de votantes y no darle ni agua al partido que los representa? ¿Esa es la idea de democracia y proporcionalidad que plantea?

  3. Fredo

    El voto nunca es prestado, sabemos que cuando lo emitimos ya no es nuestro, es del partido que lo recibe, con él suelen hacer los políticos lo que les viene en gana, si fuera prestado les podríamos exigir que no los devolvieran, cuando comprobamos que con él legislan para fastidiarnos, algo que suele ser habitual, los que fallan son los Sánchez, o Feijó de turno, no los electores, que eligen la opción que pareciera más le favorece o se acerca a su pensamiento, por otra parte no creo que, a corto plazo, vuelva el bipartidismo, eso sí, puede que en el futuro una mayoría de ciudadanos opten por la abstención.

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