THE OBJECTIVE
Román Cendoya

Por fin una verdad

«Nadie mejor que Sánchez podía definir con tanta precisión y exactitud qué es el sanchismo: ‘Una combinación de mentiras, de maldades y de manipulaciones’»

Opinión
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Por fin una verdad

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Las sesudas estrategias de campaña sucumben ante la genialidad de una simple frase. Fue Bill Clinton quien, en la campaña de 1992, hizo popular la frase: «The economy, stupid» que le llevó a la Casa Blanca. La famosa frase fue obra de su asesor James Carville. Y el que sucumbió ante aquella sentencia fue George Bush. El PSOE tiene un eslogan de campaña. Una frase que seguro que usted no recuerda. Evidentemente no es genial, ni siquiera buena. Pero a Pedro Sánchez no le importa. No hay frase que le supere a él.

Son muchas las campañas en las que el candidato es el mensaje. Nunca había sucedido una campaña de elecciones generales en la que el candidato, además del mensaje, sea el medio. Sólo a Pedro Sánchez se le puede ocurrir ser la campaña. Considera que la derrota del PSOE en las municipales y autonómicas fue un error de su equipo y, por supuesto, de los votantes.

Está establecido que en muchas ocasiones los dirigentes no están a la altura de las naciones que gobiernan. Sánchez ha subvertido esa realidad. Él considera que la ciudadanía es la que no está al nivel de un dirigente como él. Por eso, la campaña es él. Sin filtros. En todas partes. En su narcisismo cree que regalándonos su presencia nos va a conquistar por su grandeza. Y lo único que hace es proyectar y potenciar sus innumerables miserias.

«La sociedad está manipulada porque a Sánchez sólo se le puede juzgar bien»

Nos considera estúpidos a los ciudadanos porque somos víctimas de «la mentira, la manipulación y la maldad» de la «derecha política, mediática y empresarial» y sus «estrategias trumpistas». Pedro Sánchez considera que uno de sus grandes errores en esta legislatura ha sido «no haber prestado atención al factor corrosivo y al veneno que iban metiendo en la sociedad» con el «antisanchismo» que destilan ciertos intereses y que han tratado de dinamitar su «impecable gestión del gobierno».

La sociedad está manipulada porque a él sólo se le puede juzgar bien. Porque él lo vale. En su circo mediático ya ha mostrado su debilidad contando lo injusto y cruel que le parece que le digan «que te vote Txapote». No ha sido la oligarquía de derechas política, empresarial y mediática la creadora de la frase. No hay un James Carville que firme la genialidad. Un ciudadano anónimo —con mucho ingenio— es el que ha sintetizado en cuatro palabras el «antisanchismo» mayoritario de la sociedad.

El Partido Popular ha recogido ese deseo social en la frase: «Derogar el sanchismo». La fórmula sofisticada y política del sentir mayoritario que la sociedad reflejó en las urnas de las últimas elecciones. Un acierto que también borró sus claims de campaña. Como el del PSOE, que no debía de ser brillante porque nadie lo recuerda. Una cosa es que las encuestas vayan bien y otra es rebajar la tensión pensando en un «verano azul». Cuando el Partido Popular se pone en modo pop deberían saber qué les puede suceder. Que le pregunten a su portavoz de campaña qué es lo que pasó en el País Vasco.

La ventaja del PP es que delante está Sánchez. Y él se encarga de todo. Su sobreexposición ya le ha llevado a cometer dos errores de peso de los que no se deben cometer en campaña. Uno de identificación. El otro de credibilidad.

A la pregunta de Pablo Motos sobre qué es el sanchismo contestó: «Sanchismo es una combinación de tres cosas: de mentiras, de maldades y de manipulaciones» (sic). Ni más, ni menos. Por fin una verdad. Nadie mejor que Sánchez podía definir con tanta precisión y exactitud qué es el sanchismo. Sorprende que después de lo dicho siga preguntando por qué Núñez Feijóo quiere «derogar el sanchismo» o no entienda por qué millones de españoles son «antisanchistas».

«Dos errores —identificación y credibilidad— que dejan sin contenido todo lo que diga en campaña»

El otro error de Sánchez lo forzó Carlos Alsina sin saber que en directo iba a destrozar la credibilidad del presidente, su proyecto y los contenidos de su campaña. Sánchez no miente, «cambia de posición». Y así asume con toda naturalidad hacer todo lo contrario de lo que promete y dice en campaña.

Dos errores totales —identificación y credibilidad— que dejan sin contenido todo lo que diga en campaña. Sánchez dice que «si no llega a los cien escaños, lo dejará». O cambiará de posición. Dice que «va a ampliar de 16 a 20 semanas la duración del permiso por nacimiento o adopción de hijo». O cambiará de posición. Dice que va a «incluir en el Estatuto de los Trabajadores el mandato legal de que el salario mínimo interprofesional (SMI) sea el 60% del salario medio». O cambiará de posición.

Nada, absolutamente nada de lo que diga tiene valor. Nada de lo que prometa servirá para nada. Nada de lo que mienta con toda sinceridad servirá para cambiar su tendencia hacia la derrota. Porque nadie, salvo su narcisismo, se cree la imagen de Pedro Sánchez en un atril con la frase del PSOE: «La mejor España». Ese es el eslogan del que usted no se acordaba.

Todo el mundo sabe que para que sea cierta la frase «La mejor España» tiene que desaparecer el sanchismo. O sea, él tiene que salir de la foto y de La Moncloa.

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