Sumar, restar o multiplicar
«La formación política de Yolanda Díaz parece que no hará honor a su denominación de origen y restará posibilidades de gobierno al partido socialista»
La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. | Europa Press
A un mes de la cita con las urnas todas las encuestas —salvo que Tezanos vuelva a decirnos lo contrario— auguran una victoria clara del Partido Popular, aunque no suficiente como para gobernar en solitario. Feijóo necesitaría pactar con Vox o, en última instancia, si la suma lo permite, pasar por caja y someterse a las exigencias que pudiera plantearle el Euzkadi Buru Batzar del PNV y algún otro partido minoritario, como Teruel Existe, Coalición Canaria, etc.
Pero mucho peor lo tiene Sánchez. Al candidato socialista, por el momento, las cuentas no le salen, ni pactando con el diablo. Tendrían que mejorar mucho los resultados electorales de los compañeros de Bildu y de los amigos independentistas catalanes.
Lo ocurrido el pasado 28 de mayo fue un primer aviso. Es posible, también, que Yolanda Díaz no logre mejorar los resultados de Podemos en las elecciones de 2019. La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo nos regala frases chulísimas, que parecen destinadas al mármol, como «España nos espera», «hemos venido a mejorar la vida de la gente de nuestro país» o «vamos a construir un nuevo acuerdo de país». Gracias, gracias…
Sin embargo, la realidad es bastante menos chula de lo que ella quisiera. Después de los navajazos a cuenta del veto a Irene Montero, Sumar parece que no hará honor a su denominación de origen y ello restará posibilidades de gobierno al partido socialista. Al ciudadano español ya no se le convence con promesas, tantas veces incumplidas, ni con el miedo a la ultraderecha. Así, al menos, lo demuestran los resultados del 28-M en Castilla y León.
«Díaz toma buena nota de las inquietudes de la gente, pero sigue sin explicar lo que le preocupa realmente a ella»
Algunas encuestas sitúan a la formación política que lidera Yolanda, y que agrupa a la izquierda de la izquierda —porque aquí solo existen los extremos cuando se trata de la derecha—, como cuarta fuerza política, por detrás de Vox. El éxito de Yolanda está por llegar. Ella, sin perder la sonrisa, escucha y toma buena nota de las inquietudes y preocupaciones de la gente, pero sigue sin explicar lo que le preocupa realmente a ella, ni los motivos y razones que han provocado el veto a su, hasta no hace poco, admirada y joven luchadora feminista Irene Montero.
Sumar, en definitiva, es un decir y podría más bien restar. Nunca, tampoco, será una operación de multiplicar. Me temo que la nueva España que promete Yolanda tendrá que esperar. No, no tiene pinta que la candidata comunista vaya a ser la primera presidenta del Gobierno de España, aunque conociendo a Sánchez puede pasar de todo.
Tampoco parece probable —aunque lo permitieran los números— que pudiera repetir el mismo Gobierno de coalición que tenemos ahora en España, salvo que hicieran las reuniones del Consejo de Ministros/as por separado o estableciendo turnos.
Todo dependerá de que el día 23 de julio un gran número de votantes consiga conciliar su deseo de tumbarse debajo de la sombrilla con el deber ciudadano de votar.
