THE OBJECTIVE
Francisco Sierra

Las uñas de Sánchez

«Hay que valorar su gran fortaleza en la explicación didáctica del verdadero significado y definición de la palabra ‘mentira’»

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Las uñas de Sánchez

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Pocas veces en la historia de las naciones que viven en un sistema democrático un político ha tenido que sufrir un ataque tan duro, persistente y cruel como el que ha sufrido nuestro presidente de Gobierno en los últimos años. Tan grave ha sido que denuncia que se considera humillado y acosado por los medios que a su estilo de gobierno lo han llamado «sanchismo». 

Sí, «sanchismo». Una palabra dura, cruel, hiriente, de las que marca para siempre al que lo sufre porque causa unos daños inimaginables. El sufrimiento que genera es exponencialmente superior a cualquier tipo que se conozca. ¿Y quién sufre esta terrible ofensiva de que se hable del «sanchismo»? ¿Feijóo? ¿Abascal? ¿Yolanda Díaz? ¿Rufián? No. Lo sufre en soledad una sola persona que dejando de lado sus preferencias personales e incluso las de su partido, lo ha dado todo por el bien superior de España. 

Lo sufre Pedro Sánchez, que vela en una guardia perpetua desde la Moncloa por el bien de todos y al que nadie sale a defender de hablen de «sanchismo». Su lamento se sucede por televisiones, radios y diarios donde nadie sabe darle consuelo. Poco importa que en su día hubiera «suarismo», «felipismo», «guerrismo», «aznarismo», «pujolismo», «marianismo» e incluso «zapaterismo». Nada es comparable al dolor que supone el «sanchismo». Y él mismo es el que lo explica: «Sanchismo son las tres emes: mentiras, manipulaciones y maldades». En eso sí parece que estén de acuerdo tanto Sánchez como los que hablan de «sanchismo»: en las tres emes. Si han llegado hasta aquí entendiendo que era un tono irónico, se lo agradezco. Si no, da igual, ya que no lo van a leer.

La realidad de lo descrito no se aleja mucha del pensamiento real de Pedro Sánchez. Una visión egocéntrica en la que maneja conceptos, definiciones y tiempos de una manera única y unilateral. Por ejemplo, hay que valorar su gran fortaleza en la explicación didáctica del verdadero significado y definición de la palabra «mentira». En el diccionario de la RAE hasta ahora había dos definiciones de la mentira: la primera recoge que es la «expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se piensa o se siente» y la segunda más corta y directa: «Cosa que no es verdad». Hay una tercera definición de mentira en el diccionario que de niño la escuchaba mucho: «Mancha pequeña de color blanco que suele aparecer en las uñas». Decían en casa que te salían cuando decías una mentira. Qué equivocados estaban. Salían, según sabemos ahora gracias al presidente, cuando cambiabas de opinión o rectificabas.

No es fácil entrevistar al presidente y él lo sabe. En esta gira mediática de precampaña ha elegido a los periodistas que a su juicio marcan la opinión publicada, que diría Sánchez citando, aunque parezca raro, al mismísimo Felipe González cuando decía que no era lo mismo «opinión pública que opinión publicada». Dice el líder socialista que existe un 90% de tertulianos y comentarios cuyo único objetivo en la vida es atacarle a él y lo que llaman el «sanchismo». Se defiende el presidente cuando le sacan el tema de las mentiras negando la mayor y diciendo que son solo «cambios de opinión».

Y es que la palabra «opinión» para Sánchez lleva implícito el pecado. Por eso a todos los reproches que se le hacen contesta con que «eso son opiniones y no hechos». La libertad de opinión la convierte en una jauría derechista contra él. Frente a opinión, hechos, hechos y hechos. Aunque tampoco los hechos están muy claros cuando los explica él. Para Sánchez es un hecho que somos la mejor economía de Europa. Da igual que hayamos sido los penúltimos de toda la Unión Europea en recuperar el PIB previo a la pandemia. O que España haya sufrido la mayor pérdida de PIB per cápita de la UE desde 2020 y nos hayan superado Eslovenia, Lituania y Estonia. Ya antes de ese año nos habían superado también potencias como Chequia, Malta o Chipre. Un hecho que omite es que nuestra renta per cápita es ya sólo un 85% de la media europea. O que tengamos la mayor tasa de paro de Europa, doblando la media europea y que en el caso del paro juvenil se dispara por encima del 32. Datos escandalosos que para nuestro presidente no son hechos destacables.

Los hechos de Sánchez son aquellos que determina él mismo. Por ejemplo, asegura que solo hay dos salidas para España: o un gobierno con la extrema derecha formada por el PP y Vox o un gobierno progresista suyo. En este caso, dentro del progresismo, estarían los independentistas de Bildu o ERC, dos partidos cuyas políticas en sus respectivos territorios han sido de todo menos progresistas para una parte importante de su población. 

Nada es un hecho negativo de su gobierno para Pedro Sánchez. Cuando Ana Rosa Quintana le recuerda que su gobierno fue el que aprobó la ley del sólo sí es sí que ha rebajado la condena a más de mil delincuentes sexuales y ha puesto en la calle a más de cien violadores y que no ha cesado ni dimitido nadie, Sánchez le contesta: «Esa es su opinión». No lo debe considerar un hecho. O cuando dice que sólo hay tres empresas que publiquen encuestas serias: El País, Eldiario.es y por su puesto el CIS de su maestro Tezanos. El resto de las empresas demoscópicas españolas no son hechos, son opiniones interesadas.

Los hechos y las opiniones. Los cambios de opinión y las rectificaciones. Todo es un laberinto de declaraciones, juegos y lamentos en palabras de Sánchez. Al final, puede que la respuesta esté en sus uñas.

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