THE OBJECTIVE
Alfonso Javier Ussía

El debate y el fin del sanchismo

«El debate ha tenido un ganador clarísimo: Feijóo, quien a pesar de tener que jugar a la interrupción, no ha tenido otra para defenderse de las zancadillas de Sánchez»

Opinión
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El debate y el fin del sanchismo

Pedro Sánchez a su llegada al debate.

Comenzaba el debate electoral como si los participantes se apearan al plató del MGM Gran Garden Arena, sito en el estudio 14 de Atresmedia. Feijóo empezaba con la ventaja de la hemeroteca, pues son demasiados los vídeos en los que Sánchez dijo algo para luego hacer lo contrario. El debate de 100 minutos en los que, según los expertos, sirve para que un 7% del electorado se decida, ha dejado un poso sobre esa mesa de ajedrez de un presidente que estaba histérico mientras que Feijóo no sabía cómo afrontar la charla contra la pared. La gesticulación ha dicho más que la palabrería: cejas arriba, carrillos apretados, sonrisa falsa. Estaba acorralado, eufórico, maleducado…

El primero de los bloques, sobre Economía, lo abría Pedro Sánchez para decir va como una moto, aunque no sabemos si él o las arcas. En su balance, el empleo ha subido como nunca, al igual que el crecimiento económico que ha multiplicado por cuatro, controlando la inflación y siendo un ejemplo a seguir. Vamos, que estamos perfectamente. Feijóo iba a responderle pero Sánchez no le dejaba contestar; aún así, ha conseguido afirmar que lo de la moto es una falta de respeto a los españoles; sus más de 40 ministros no es un gobierno estable para Feijóo ni para nadie, como los 42 impuestos que ha subido su Gobierno. Sánchez le devolvía el golpe prometiendo el pleno empleo, y que el sueldo medio se va a blindar. Pero ha interrumpido al gallego cada vez que éste tomaba la palabra. Por eso, entre subidas de alimentos e hipotecas, Feijóo le ha pedido que deje de mentir, mientras Sánchez sólo decía eso no es verdad a todo lo que su oponente le ponía sobre la mesa. Los datos, como decía Feijóo, no son una opinión, y Sánchez ha sido el Presidente que más incrementado nuestra deuda. Por fin él ha reconocido que se ha endeudado, sí, pero por la pandemia, la guerra, y por salvarle la vida a los españoles, a lo que Feijóo le ha respondido que el doble de los países europeos. Hasta Ana Pastor y Vicente Vallés han tenido que cortar al Presidente mientras Feijóo intentaba hablar de viviendas. Y seguía para hacer hincapié en la deuda y en las cajas de ahorro, donde por cierto, Sánchez fue consejero de Caja Madrid. 

Lo de la vivienda ha sido un tabú. Y yendo a las pensiones, la respuesta de Sánchez ha sido reconstruir el pacto de Toledo, y proponer que llenará la hucha de las mismas: todos los años, cinco mil millones. Feijóo le ha recordado de cuándo votó la congelación de las pensiones con ZP, y ha reiterado que el compromiso del PP será revalorizarlas de acuerdo al IPC, garantía de sostenibilidad, y de no tomarle el pelo a los pensionistas. Pero la cosa ha seguido siendo un patio de colegio por ver quién manejaba la pelota. Entre el barullo sólo escuchaba PP y Vox son lo mismo. Y a cada poco sudaba más. 

Se marchaban a sus esquinas para seguir con el siguiente asalto, el de Política Social e Igualdad, que comenzaba Alberto Núñez Feijóo dirigiéndose a las mujeres gracias a la muleta de Ana Pastor contra Vox, y ahí le ha metido la puntada sobre la ley del sí sólo es sí, una ley que aprobó el Gobierno de Sánchez facilitando que los violadores salgan de la cárcel. Sánchez hablaba de un error jurídico, pero ha dicho Vox más veces que pedido perdón por la nefasta ley. Feijóo le decía que se tranquilizara pero Sánchez seguía sin dejarle hablar, pese a los 117 machistas que salieron de la cárcel por la ley. Por tercera vez le han llamado la atención al Presidente del Gobierno porque no dejaba hablar a su oponente. Por mucho que Sánchez quiera abanderar el feminismo, los resultados han sido claros con la ley y con la utilización de las banderas: 1.150 violadores y pederastas con las penas reducidas son un dato suficiente como para que nos dejemos de vainas. Feijóo le proponía un pacto: él se comprometía a facilitar su investidura si Sánchez ganaba las elecciones, pero el Presidente le ha seguido interrumpiendo como un niño soberbio. Ante la pregunta, ¿Usted se abstendrá si gana el PP las elecciones? Y Ana Pastor le cortaba para ahorrarle la respuesta. 

Sobre Sanidad, Eutanasia, la ley ELA y Educación, el debate ha sido una pelea en el barro y un constante corta y pega sin que podamos enterarnos de nada. Menuda forma de mantenerse en la mesa. Cortaban para ir a publicidad tres minutos en los que me hubiera gustado saber qué se decían entre asesores. Hasta aquí sólo ganaba uno, mientras que el otro perdía el debate, y los papeles. 

El tercer asalto sobre Pactos y Gobernabilidad lo abrió Feijóo, asegurando que con los votos necesarios no necesitará a Vox, e incluso hablará con el PSOE aunque a lo mejor usted no estará, le dijo a Sánchez. Volvía a intentar el gobierno de la lista más votada y Sánchez a cortar. Y Feijóo sacaba a la mesa el aniversario de Miguel Ángel Blanco, para recordarle a Sánchez que de pactos, él no puede dar ninguna lección. Hasta Otegui le recordó al Presidente que los españoles no eran bobos, pero Sánchez volvía al ataque hablando de declaraciones de miembros de Vox, y Feijóo, por tercera vez, le ha pedido que gobierne la lista más votada, recordándole al Presidente sus propias palabras de 2019 sobre este tema ¿Qué le parece si modificamos la ley electoral y dejamos fuera los delitos de sangre, sedición y prófugos? Y Sánchez repetía por enésima vez lo de PP y Vox son lo mismo. Es paradójico que sea el propio Sánchez quien haya sacado lo del «que te vote Txapote», mientras que Feijóo le pedía que dejara de enredar, y que no distinguir la verdad de la mentira es un problema patológico, y de nuevo, le ha pedido que gobierne la lista más votada porque no quiere ser Presidente perdiendo. Sánchez volvía a la carga con el pegamento de supervox. PP y Vox son lo mismo, PP y Vox son lo mismo, PP y Vox son lo mismo, la la la la la, no escucho nada, —cómo tapándose los oídos… —Era una repetición de eslóganes que me ha obligado a tomarme una aspirina. Sánchez no estaba debatiendo con Feijóo sino con Abascal. Por quinta vez le reitera que firmara el pacto de la lista más votada, y Sánchez le decía de nuevo que se lo enviara a Fernández Vara mientras se descojonaba de risa. No es serio tener un Presidente debatiendo así. Ha sido una tomadura de pelo. Y acababa el bloque porque la broma estaba siendo pesada hasta para él. 

Ya en el cuarto, la cosa iba de Políticas de Estado, Institucionales e Internacional, y Sánchez lo iniciaba hablando de Cataluña, diciendo que es muy distinta la comunidad de hoy respecto a la de hace cinco años. Volvía a decir que PP y Vox quieren dividir a los españoles. Hablaba de pensiones, de salario mínimo, de Bruselas, y que el Partido Popular no ha cumplido la Constitución por la renovación del Poder Judicial. 

Feijóo le sacaba entonces el tema de los indultos, el delito de sedición, la reducción de penas por malversación, y todo eso que Sánchez dijo que no haría pero que luego hizo para que Esquerra le siguiera aprobando leyes. Le ha recordado también lo del Sahara, lo de la reunión con Delcy Rodriguez en Barajas y lo del móvil; el famoso teléfono espiado que solo Marruecos sabe a cambio de qué. Pero el Presidente ha querido ganar el debate hablando Aznar, del 11M, y demás artillería de guión que ha venido preparando desde el viernes en su búnker. Ana Pastor le preguntaba a Feijóo por su posición sobre Marruecos, y sin quererlo, le ha dejado botando la pelota porque nadie sabe qué ha pactado Sánchez con Marruecos. 

Feijóo le recordaba entonces la cantidad de ceses en las filas socialistas mientras que ha tenido las manos atadas con Podemos, pues a su juicio no ha sido un Presidente libre. Y de nuevo Sánchez a la carga con Vox, porque dice que él sí ha sido libre, autónomo y limpio. Después le ha acusado de secuestrar el órgano de los jueces, obviando el nombramiento de su Ministra de Justicia como Fiscal General, aquello de ¿de quién depende la Fiscalía? Pues eso. Después volvían a cortar para la publicidad y uno esperaba que Sánchez interrumpiera también los anuncios, como indicaba David Mejía en Twitter.

En el minuto de oro Sánchez ha dicho que el PP no acabará con ETA. Pero que sí acabará con una España moderna, europea y que avanza. Vuelve al túnel del tiempo tenebroso y que si votan a Feijóo, en realidad se vota a Abascal. Los avances, los derechos LGTBI, el salario mínimo y el miedo a volver a una España gris han sido sus mejores armas para despedir un debate que ha sido una vergüenza. Lo bueno del directo es que lo ha visto la España indecisa. 

Feijóo en su final ha pedido que le voten masivamente para acabar con el bloqueo y para conseguir una mayoría fuerte. Aseguraba que no mentirá a los españoles y que cumplirá su programa, su deber y compromisos. Desde luego ha sido mucho más serio que el Presidente., que todavía andaría interrumpiendo al ujier de Atresmedia mientras se subía al coche para volverse al búnker monclovita.

En definitiva, el debate ha tenido un ganador clarísimo: Feijóo, quién a pesar de no dar crédito y de tener que jugar a la interrupción para ser escuchado, no ha tenido otra alternativa para defenderse de las constantes zancadillas que el presidente le ha puesto en cada una de sus intervenciones. Un presidente nervioso, alterado, hiperactivo y que ha dejado a cuadros a los asesores con los que llevaba preparando este debate tantos días. El Sanchismo se ha terminado hoy, no les quepa duda. Como bien dice Otegi, los españoles no son tontos. 

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