Sánchez, el perro que silbaba y acabó silbado
«El triunfalismo económico reiterado por el presidente constituye una auténtica afrenta para las principales víctimas de la política económica sanchista»
Pocos días después del debate electoral colectivo que antecedió a las segundas elecciones de 2019, coincidí con José Miguel Contreras en la tertulia de la Ser –Hoy por Hoy– a la que entonces yo acudía con habitualidad porque asiduamente era llamado a acudir. Contreras, eufórico por el resultado del debate, explicaba como Sánchez había utilizado eficazmente lo que él denominaba «el silbido del perro». Según explicaba, está técnica consiste en desvalorizar el discurso del rival realizando cuando éste intervenía breves comentarios descalificadores que se superponían a la intervención. Y en efecto, eso hizo Sánchez en aquel debate. Recuerden que, durante varias intervenciones de Albert Rivera, Sánchez exclamó «¡Qué decepción!» al tiempo que ladeaba su cabeza de uno a otro lado en gesto de desaprobación que acompañaba a lo expresado. Cierto es que el PSOE no logró mejorar su resultado electoral previo, pero también lo es que Ciudadanos se hundió estrepitosamente.
Bien, todavía borrachos por lo que debieron entonces considerar un éxito, todo apunta a que Contreras y Sánchez decidieron volver a recurrir al «silbido del perro» en el debate del lunes. Pudo apreciarse claramente que mientras Núñez Feijóo escuchó escrupulosamente las primeras intervenciones de Sánchez, éste empezó a silbar -interrumpir- a aquél desde el momento cero de su primera intervención. Y lo que sucedió después lo vimos todos. Si van a silbarme sin parar yo también silbaré, debió pensar el líder del PP y, a partir de entonces, el líder del PSOE empezó a descuajeringarse.
No tenía la prerrogativa en forma de superioridad de tiempos de la que dispone en los debates parlamentarios. No tenía a su bancada de fieles ovacionándole a cada instante. No tenía al presidente de la Cámara -Congreso o Senado- como peón de brega para echarle un capote cuando le hiciera falta. No tenía la conexión, vía teléfono móvil, con el ejército de asesores que se ha montado en La Moncloa. Y encima, cuando siguiendo el consejo de Contreras él silba, resultan que le responden con silbidos. Era demasiado para él y ahí empezó su descuajeringue.
«Frente al discurso triunfalista de Sánchez, Feijóo expuso la realidad económica que sufren los españoles»
Además, sucede que el primer bloque del debate versaba sobre el tema económico y ahí el ya descuajeringado Sánchez no pudo soportar la descripción de la realidad que expuso Feijóo. Frente al discurso triunfalista del primero, el segundo cuestionó su triunfalismo exponiendo la realidad que sufren los españoles, resultando la exposición demoledora para la credibilidad del líder socialista. Y es que la evidencia no puede taparse con cifras macro maquilladas o interpretadas retorcidamente. Es fácil imaginarse como recibe el discurso triunfal de Sánchez el español de a pie cuando a él no le llegan sus ingresos para pagar la cesta de la compra, o el que ha visto aumentar el pago de su hipoteca en 300 euros mensuales. Es también fácil imaginarse como lo recibe el joven que forma parte del 30% de paro juvenil existente en España, o el que ha suscrito un contrato fijo discontinuo y tras trabajar un mes lleva varios esperando en su casa la oportunidad de trabajar de manera continuada.
Es también fácil imaginar como recibe el triunfalismo de Sánchez el propietario de una vivienda ocupada que lleva años intentando la desocupación y ve ahora que, con la aprobación de la nueva ley, se le dificulta aún más la liberación de su propiedad. Es también fácil imaginar como es recibido el discurso triunfal por todos los españoles que durante el Gobierno de Sánchez han pasado a engrosar la aumentada lista de pobres o de personas en riesgo de pobreza.
«Somos el país de la UE cuya ‘renta per cápita’ peor se ha comportado desde 2018»
Y por todo esto el discurso del triunfalismo económico reiterado por Sánchez y Calviño constituye una auténtica afrenta para las principales víctimas de la política económica sanchista. Digo principales porque víctimas somos todos los españoles, no en balde somos el país de la Unión Europea cuya renta per cápita peor se ha comportado desde 2018. En unos países ha subido y en otros ha descendido, pero en España es donde su reducción ha sido mayor. Y también es España el país de la Unión Europea donde peor les ha ido a los ciudadanos en materia de impuestos. En unos han bajado y en otros han subido, pero en España es donde más ha crecido la exigencia fiscal a los ciudadanos.
Lo descrito fue expuesto con claridad por Feijóo en el debate y a partir de hacerlo Sánchez entró ya en caída libre pues como tonto no es, se dio cuanta de como sus mentiras, maldades y manipulaciones habían quedado al descubierto en directo ante millones de espectadores. De modo que descuajeringado ya del todo, el líder socialista entró en caída libre.
Se ha escrito y comentado sobradamente sobre el resto de las cuestiones tratadas en el debate por lo que voy a huir de la reiteración. Tan solo constato que, según el consenso general habido en el debate posterior al debate, Feijóo ganó y Sánchez perdió. En parte fue una emulación de lo sucedido en la obra de Lope de Vega a Acteón. Si éste fue el cazador cazado, Sánchez ha sido el silbador silbado.