Mentiras y amistades peligrosas
«¿Bastaría la foto de Feijóo con un ‘narco’ para tumbar a un candidato en otro país? Sí. Pero en esos países no se cambia el Código Penal al gusto del delincuente»
No vi venir que la estrategia electoral de Pedro Sánchez sería buscar votos entre quienes detestan la mentira. Pero así es. Por lo menos desde el debate del 13-J, y para mi asombro, el PSOE ha convertido la credibilidad en su principal eje de campaña. Es tan extraordinario como sería ver al Barça convertido en adalid de la justicia arbitral tras el caso Negreira. Aun así, es un alivio comprobar que los numerarios del sanchismo hayan descubierto, cinco años después, que la verdad importa. En verano también se aprende.
Este lunes, por ejemplo, por fin aprendieron que la función del periodismo no es reverberar las palabras y afirmaciones del político de turno, sino fiscalizarlas. Aunque sea una pena que en política sólo se escarmiente en cabeza ajena, peor sería no escarmentar nunca. Quienes semanas atrás reprocharon la supuesta dureza de Alsina o Ana Rosa con Pedro Sánchez, ayer por la mañana celebraban la contundencia con que Silvia Intxaurrondo se empleó en cuestionar las palabras de Feijóo sobre el PP y la revalorización de las pensiones. Ese corte de la entrevista ya se ha convertido en eslabón de oro del argumentario oficial. Dudo que sea suficiente para invertir la tendencia; una cosa es demostrar que Feijóo miente, y otra demostrar que es menos fiable que Sánchez.
Además de las mentiras, el PSOE ha introducido en campaña las malas compañías, poniendo en circulación la famosa foto de Feijóo con el narcotraficante Marcial Dorado. Esto no lo han hecho sólo los militantes más exaltados, sino perfiles de esos que otrora llamábamos tecnócratas, como la vicepresidenta de Transición Ecológica, Teresa Ribera. También la vicepresidenta Yolanda Díaz (sí, además de candidata de Sumar, es vicepresidenta) aludió a la famoso foto este domingo en un mitin, llegando incluso a reprochar a Feijóo su amistad con un narco mientras cientos de madres «veían cómo sus hijos se morían sin compasión» por culpa de las drogas. No es una acusación menor: Díaz culpa a Feijóo de compadrear con quien indirectamente ha provocado miles de víctimas inocentes. Su acusación asume, claro, que Feijóo sabía entonces que Marcial Dorado era un narcotraficante.
«Sánchez no salió a navegar con un delincuente, pero salió a gobernar gracias a él»
En cualquier caso, es evidente que la fotografía con Marcial Dorado ensucia la imagen Feijóo y es lógico que sus adversarios la utilicen contra él. El problema para el PSOE está, de nuevo, en demostrar que Feijóo está más contaminado que Pedro Sánchez. Si bien es cierto que Sánchez no tiene fotos en yates con narcos, su partido negoció una investidura con Oriol Junqueras. Y no se puede decir que sus hoja delictiva fuera desconocida porque cuando se produjo la negociación Junqueras estaba en la cárcel. Pedro Sánchez no salió a navegar con un delincuente, pero salió a gobernar gracias a él. A cambio, lo sacó de la cárcel y eliminó el principal delito por el que había sido condenado. Y sobre su partido, aún instalado en la vía delincuencial, ha pivotado la gobernabilidad de España los últimos años. Podríamos hablar de los antecedentes penales de Arnaldo Otegi, Coordinador General de Bildu, o de David Pla, número dos de Sortu, pero esos son conocidos.
¿Bastaría la fotografía de Feijóo con Marcial Dorado para tumbar a un candidato presidencial en otro país? Seguramente. Pero en esos países no se reescribe el Código Penal al dictado del delincuente. En esos países, incluso dimiten los ministros que plagian su tesis.