THE OBJECTIVE
David Mejía

Sobre el «Que te vote Txapote»

«Me repugna ver a un asesino convertido en un eslogan electoral. Tanto como los oportunistas que apelan al dolor de unas víctimas a las que siempre han ignorado»

Opinión
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Sobre el «Que te vote Txapote»

Una manifestante con el eslogan «Que te vote Txapote».

No hay mal que por bien no venga. Gracias al aciago «que te vote Txapote», cientos de personas que jamás habían mostrado interés alguno por las víctimas de ETA han salido en su heroica defensa. Reconozco que este repentino despertar me resulta sospechoso. La mayoría de ellos jamás ha condenado los festejos con los que muchos pueblos del País Vasco homenajean a sus gudaris, ni se inmutaron cuando Covite reveló que un puñado de condenados por pertenencia o colaboración con ETA estaban en las listas electorales de Bildu. Y quizá recuerden que, hace unos años, se negaron a aplaudir la intervención de Mari Mar Blanco en el Congreso. Hay que agradecer al «Que te vote Txapote» que (¡por fin!) un buen número de políticos y periodistas, otrora insensibles al sufrimiento de las víctimas, hayan visto la luz. Siguiendo con el refranero: mejor tarde que nunca.

Ay, pero no puedo evitar ser malpensado. A los agnósticos nos cuesta creer en las caídas de caballo y, en general, en cualquier forma de conversión repentina. Comparto con Consuelo Ordóñez la repulsa por el lema, y sé que su dolor al escucharlo es genuino. Pero sospecho que lo que inquieta a los conversos no es el dolor de las víctimas, sino la reputación de Pedro Sánchez. Las críticas a los dirigentes del PP que entonan o se niegan a condenar el lema subrayan su cinismo: «Las víctimas son sagradas hasta que…». Es verdad, pero esa reflexión tiene su envés: «Las víctimas son invisibles hasta que…».

«Entre los indignados hay ‘selfies’ con Otegi, pero ni rastro de una palabra de aliento a las víctimas»

Imaginen que un Partido Popular en minoría decide apoyarse en Vox. Imaginen que Vox logra la derogación completa de la Ley de Memoria e impulsa iniciativas para relegitimar el franquismo, promoviendo homenajes a personas como Millán Astray o Emilio Mola. Imaginen que el PP, por mantenerse en el Gobierno, las acepta. Ahora imaginen que un militante indignado de Podemos aprovecha la visita de Feijóo a su pueblo para gritarle «¡Que te vote Billy el Niño!». ¿No les llamaría la atención que dirigentes de Vox, y periodistas afines, denunciaran el grito por faltar a las víctimas del franquismo? ¿No les sorprendería que la portavoz de Falange Española de las JONS, como hizo ayer la portavoz de Bildu, Mertxe Aizpurua, exigiera respeto a las víctimas del régimen? Internet conserva también lo que no hacemos, y entre los indignados con «Que te vote Txapote» hay selfies con Otegi, pero ni rastro de una palabra de aliento a las víctimas, como entre los falangistas habrá mucha foto con el brazo en alto, pero poca solidaridad con Enrique Ruano.

Me repugna ver al sanguinario Txapote convertido en un eslogan electoral. Tanto como me repugna el oportunismo de quienes lo impugnan para proteger a su líder, apelando al dolor de unas víctimas a las que siempre han ignorado.

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