THE OBJECTIVE
Pilar Marcos

'Que ENS bombin a tots'

«Hay que ser muy Patxi (¡pero mucho!) para que el cacareo te lleve a equiparar al partido de Ortega Lara con el de sus secuestradores»

Opinión
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‘Que ENS bombin a tots’

Xavier Trias, candidato de JuntsXCat para el Ayuntamiento de Barcelona | EuropaPress

A sus 76 años, Xavier Trias, candidato de Junts a la alcaldía de Barcelona, quiso poner un pésimo broche final a su dilatada carrera política: «Si no soc alcalde, que us bombin a tots» (si no soy alcalde, que os den… a todos). Verá, señor Trías, no es nada personal, pero la composición de su candidatura al completo, el partido independentista que la sostiene (el Junts de Puigdemont), su mal disimulado pacto con los también independentistas de ERC, y el hundimiento que el procesismo ha causado a Barcelona, y a toda Cataluña, son motivos sobrados para decidir que entre el probable pésimo alcalde Collboni y usted, como representante del hombre de Waterloo en la Ciudad Condal, el mal menor para la democracia española pasa por regalar al PSC-PSOE la alcaldía de la segunda ciudad de España. 

Hemos decidido que es mucho mejor ‘que ENS bombin a tots’ (que NOS den… a todos) por la vía de hacer generosos regalos al PSOE, que jamás serán ni agradecidos ni reconocidos, antes que reforzar los dos arietes del independentismo que sostiene el núcleo duro del Frankenstein: Bildu en el País Vasco y la enconada entente Junts-ERC en Cataluña. Mejor ‘que ENS bombin a tots’, con una alcaldesa socialista en Vitoria y con cinco alcaldes del PNV en relevantes municipios vascos, empezando por Durango, que conceder esos ayuntamientos a Bildu. De la misma forma, los aficionados al ‘bombin’ creemos que la dádiva que el PP de Alberto Núñez Feijóo le ha hecho al PSOE de Pedro Sánchez para evitar que la alcaldía de Barcelona quede en manos indepes es una demostración patriótica de cómo se puede -y se debe- hacer política poniendo los principios por delante de los intereses partidarios. Por resumir y por ejemplo, exactamente lo contrario de lo que ha hecho el PSOE en Santiago de Compostela.

Con toda probabilidad, y al igual que el lehendakari Patxi López en su momento, el alcalde Collboni nunca perdonará al PP el inmerecido obsequio que recibió un 17 de junio en Barcelona. Ni él, ni Sánchez, ni el PSOE. Ni lo perdonarán ni lo entenderán porque les resulta impensable la opción recíproca: que el PSOE votase a un candidato del PP para evitar nada, por muy indeseable que cacareen que les parece. Y hay que ser muy Patxi (¡pero mucho!) para que el cacareo te lleve a equiparar al partido de Ortega Lara con el de sus secuestradores. Ya. A él que más le da. A los demás, sí. Especialmente cuando los regalos (del PP al PSOE) tienen a la democracia constitucional española como principal beneficiaria. Por eso, y porque los regalos se produjeron en el día que puso fin a un ciclo de ocho años en la base del Frankenstein, son reseñables y memorables

«El retorno a la institucionalidad llegó al punto de que, en el Ayuntamiento de Madrid, la sesión de investidura del alcalde Almeida concluyó con los acordes del himno nacional»

Este 17 de junio se volatilizaron los vergonzosos espectáculos de ‘te lo juro por Arturo’ que tanto han devaluado las sesiones constitutivas de parlamentos y ayuntamientos en los últimos años. Y eso que ahora el Tribunal Constitucional de Cándido Conde Pumpido -embarrado con el polvo de su camino– ha decretado que se puede jurar por tu gata Flora si así lo deseas. Pues ni caso. El retorno a la institucionalidad llegó al punto de que, en el Ayuntamiento de Madrid, la sesión de investidura del alcalde Almeida concluyó con los acordes del himno nacional: concejales e invitados, en pie, lo escucharon con respeto. Nadie dio la nota. 

¡Qué lejos queda el 13 de junio de 2015! En aquel sábado de constitución de todos los ayuntamientos de España arrancó un ciclo político que ha terminado este 17 de junio. Como «lo que ocurre en Madrid resuena en toda España», aquel 13 de junio de hace ya ocho años se escucharon en Cibeles variopintas fórmulas para ni jurar ni prometer el cargo de concejal que concluían con un «omnia sunt communia» (todo es de todos). Al finalizar la investidura de Manuela Carmena tampoco el público mantuvo el protocolo. En lugar del himno nacional, invitados y ediles se gritaron un amenazante «pacta sunt servanda» (los pactos obligan) dirigido desde la dirección de Podemos hacia los del PSOE. Y no es que ediles e invitados hubieran caído presos de una inopinada fiebre por gritar en latín, es que estábamos inaugurando un ciclo de Frankenstein político que, agotado en sus excesos, ya toca a su fin.

Tan agotado está que el mismo sábado, en medio de la avalancha de noticias sobre la constitución de todos los Ayuntamientos de España, se descolgó el aviso de que lo que queda de Podemos asume obediente el veto de Yolanda Díaz a Irene Montero (y su indescriptible compaña), y agradece el puesto de consolación para Ione Belarra en sus listas de Sumar. Poco van a sumar y lo saben. El 23 de julio, ahí también habrá ‘bombin’ para «todas, todos y todes».

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