THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

Voto útil y derecha inútil

«Las posibilidades de que Frankenstein siga reinando son muchas más que las de que el PSOE se abstenga para que gobierne Feijóo»

Opinión
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Voto útil y derecha inútil

Santiago Abascal comparece en la sede de Vox tras conocerse el resultado del 23-J. | Europa Press

El panorama creado por el PP y Vox ha movilizado a la izquierda lo suficiente como para prolongar la vida de Frankenstein. Esto nos enseña varias cosas que concluyen en qué es un voto útil y cuál es la derecha inútil.  

Primero: un PP voxizado no sirve. Si ahora los populares se tiran a su derecha a hacer la «guerra cultural», denunciar la Agenda 2030, retirar banderas LGTB, hablar de soberanía española contra la Unión Europea, proponer la ilegalización de partidos independentistas, y demás hit parade de Vox no ganarían un voto más, y tendríamos a una izquierda muy movilizada. La derecha que prioriza esta cantinela ya está en la formación de Abascal.

Esto significa que el PP debe quedarse en el centro. Su plan de hacerse con ese electorado es bueno y da frutos. Han sido tres millones más de votantes, con un 33% del electorado, y subiendo 47 diputados. De hecho, los populares han ganado las elecciones. Vox, sin embargo, ha perdido 19 diputados. Llegó a su techo en 2019, porque en ese nicho no hay más, y no ha retenido a 500.000 votantes. Esa es la realidad. El resto, cuentos. 

Segundo: la guerra entre el PP y Vox no funciona. El tiempo en el que la formación de Abascal crecía a costa de despreciar a los populares ha terminado. Es triste y cansino leer y escuchar a los voxeros insultar a los del PP un día y otro. Hasta Garriga, el día de la derrota, se ha puesto a culpar a los populares, a los medios de comunicación, a las empresas de encuestas, al empedrado y al que pasaba por allí. Ni una autocrítica. Esto dice muy poco de los dirigentes de Vox.

«No querían al PP, del que dicen que es igual que el PSOE, y ahora manda Puigdemont»

El victimismo insultante puede quedar bien entre los feligreses palmeros, pero es contradictorio con el objetivo declarado. Más claro: menosprecian al PP y a sus votantes al tiempo que aceptan que solo con ese partido, en coalición poselectoral, se puede echar a Sánchez. No querían al PP, del que dicen que es igual que el PSOE, y ahora manda Puigdemont. Felicidades. Esa falta de inteligencia política mezclada con el exceso de soberbia se paga en las urnas. 

No ocurre lo mismo entre las izquierdas. Al tiempo que Abascal pinchaba en el debate a tres, Sánchez y Yolanda Díaz mostraron un tándem muy eficaz. Ese matrimonio de interés es impensable entre el PP y Vox. No solo este último es culpable. También el partido de Feijóo. Esos asquitos a Vox como estrategia para hacerse con el votante centrista son infantiles. Fingir repugnancia es tratar al elector de tonto, porque el ciudadano sabe que ambos partidos se entenderán después. 

Tercero: el PSOE subirá si PP y Vox se presentan a la repetición electoral con la misma estrategia y mensaje de la campaña para el 23-J. Es una cuestión de moral colectiva y movilización. El votante de la derecha se ha llevado un palo de tal envergadura que va a ser muy difícil reanimarlo. Todas las encuestas daban a los populares como próximos gobernantes junto a Vox, y no ha sido así. La frustración desanima. 

El partido socialista recuperará al votante de centro en dos meses, tiempo para una nueva convocatoria, si los partidos de la derecha no cambian. El elector centrista se ha movilizado hacia el PSOE ante la «amenaza» de que Vox entrara en el Gobierno nacional como lo estaba haciendo en los ejecutivos autonómicos y municipales. 

«España prefiere el sanchismo, que es el PSOE dando vida a Frankenstein, con su Otegi y su Puigdemont, antes que a Vox»

España prefiere el sanchismo, que es el PSOE dando vida a Frankenstein, con su Otegi y su Puigdemont, antes que a Vox aunque un centrado PP esté para contenerlo. Negar esta evidencia es mentirse al solitario. Ahora podemos lamentarnos, bajar la cabeza y mascullar «Ay, este país», pero eso no arregla nada y está muy visto. 

Vuelvo al principio. Hay un voto útil y una derecha inútil. La utilidad del voto era que cumpliera el objetivo, que era echar a Sánchez, y no ha sido así. Las posibilidades de que Frankenstein siga reinando son muchas más que las de que el PSOE se abstenga para que gobierne Feijóo. Tan solo unos miles de votos concentrados en el PP en unas circunscripciones habrían sido útiles para cumplir el «objetivo patriótico» o quedarse con el mal menor. Pero hay demasiados egos y puestos de trabajo en juego como para admitirlo. ¿O es que un gobierno de Feijóo es peor que uno socialista sometido a Otegi y Puigdemont? Pues eso.

La derecha, por tanto, es útil en la oposición si sirve para desbancar a la izquierda del poder en la primera oportunidad. Es inútil si se pierde en una estrategia autodestructiva y egocéntrica, intelectualoide en ocasiones,  remilgada en otras, para proteger cada uno su negociado. Porque para hacer bonito en el Congreso ya tenemos a los leones. 

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