THE OBJECTIVE
Marta Martín Llaguno

El (falso) dilema de Feijóo

«El líder del PP solo tiene una salida: retratar al verdadero Sánchez poniéndole entre la espada y la pared y desentrañando la amoralidad de sus alianzas»

Opinión
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El (falso) dilema de Feijóo

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. | Europa Press

Si hace años alguien hubiera propuesto el 23-J para la trama de Borgen o de House of Cards, los guionistas habrían rechazado la idea por ser simplemente endiablada. Ni en la mejor ficción se diseña un escenario tan complejo e inextricable como el que estamos viviendo en España.

Para resumir la situación: las elecciones las ha ganado el PP, pero el resultado arroja dos ententes empatadas y sin apoyos suficientes para formar gobierno. En un lado, los de Feijóo, que con Vox y UPN alcanzan 171 escaños. En otro, los de Sánchez, que con Sumar, ERC, Bildu, PNV y BNG suman exactamente los mismos. Coalición Canaria —¡ojo al dato!— dice, por ahora, que se borra de la ecuación.

Ante esta tesitura, en cualquier país sensato, la oposición no bloquearía el país y dejaría gobernar a la lista más votada. Así lo indicó «Alberto» a «Pedro» este domingo en una educada carta.

Pero España es, desde hace un tiempo, políticamente, todo menos un país sensato. Pedro ha contestado ipso facto a su «estimado Alberto» alejando cualquier opción de entendimiento.

La pelota sigue pues en el tejado de un golpista prófugo de la justicia, Puigdemont, quien, de momento, ha llamado «mentiroso e incumplidor» a Sánchez, pero que parece que le va a ceder los votos de varios de sus diputados para la constitución de la mesa del Congreso. Vaya: todo en orden.

Así las cosas, los escenarios son tres. El primero (descartado): que «Pedro» entre en razón, haga caso a «Alberto», y le deje gobernar, en cuyo caso, el PP y los españoles ganan, pero Sánchez -que nunca lo hace- pierde. El segundo (probable): que, mientras desde Bélgica se insulta en público, desde Madrid se negocie en privado, y que, como ha dicho Ayuso, tengamos un gobierno al final de año… aunque no tengamos país. PP, Vox y los españoles constitucionalistas —también algunos del PSOE— perderemos y ganarán —mucho— todos los que quieren cargarse España (pero no «dan miedo», como Vox). La cuestión en este caso no es si gana Sánchez —que lo hace— sino por cuánto tiempo lo hará. Porque la mayoría del PP en el Senado condiciona la aprobación de presupuestos. Y, ya se sabe, sin pasta, no hay apoyos ni de secesionistas ni de populistas.

«No es descartable que se vuelva al punto de partida tras una legislatura de inestabilidad»

El tercero (no descartable): que las dádivas de Pedro no colmen las extorsiones de Puigdemont, o que simplemente a Sánchez no le venga bien tener el aliento en el cogote de sus socios y del PP en el Senado, en cuyo caso habrá repetición electoral. ¡Ojo! Pedro se presentará como salvapatrias con el relato fake de que «podría haber gobernado, pero no cedió».

No es nada descartable que se vuelva al punto de partida, sea ahora o en breve tras una legislatura de inestabilidad. De acuerdo con los sondeos que están saliendo, si no cambian de estrategia, PP y Vox, esta segunda vez, van a perder más.

En este contexto no pocos medios, redes sociales y conmilitones colocan ya a Feijóo en un dilema enrevesado.

Dado el talante de los personajes en el tablero político (que no asumen que la mayoría de los españoles hemos votado y queremos una gran coalición o un gobierno de concentración) para ser presidente, el líder del Partido Popular necesita conquistar el centro y, al mismo tiempo, requiere sí o sí del apoyo de Vox.

Feijóo está en lo que los anglosajones denominan un Catch 22, una situación donde la solución a un problema es negada por reglas sin sentido. Porque, si opta por abrirse al liberalismo y a la socialdemocracia sensata, los votos de Vox se le escapan, pero si gira a posiciones más radicales, pierde el centro.

Sin embargo el enfoque no es justo ni acertado. El atolladero lo sufre Feijóo pero lo causan otras dos figuras políticas clave en España: Santiago Abascal y Pedro Sánchez.

Y es que, si verdaderamente a Abascal le importa algo este país, debe comprender que su partido ha de abandonar estridencias, histrionismos y enfocarse en propuestas concretas, útiles y responsables. Las posturas extremas y las salidas de tono no aportan nada en este momento, ni a España ni tan siquiera a las opciones del propio Vox, que no puede ser una simple coartada para Sánchez. La derecha debe ofrecer una opción sólida y real para el país, porque es necesaria.

Es una pena que este partido parece decidido a mantener su estrategia de confrontación, mientras que el sanchismo necesita (y va a necesitar más) esa «terrible ultraderecha» para mantener su discurso del «fascismo o yo». Esta postura cínica solo perpetúa la polarización y aleja a España de soluciones reales.

«Sánchez se presenta como presidenciable de un país que quiere desmontar buscando alianzas con Puigdemont y Otegi»

Por otro lado, Pedro Sánchez quiere dos cosas: la primera, explícita, ser presidente. La segunda (a la luz de los hechos) seguir deconstruyendo este país y sus instituciones para perpetuarse. Porque, si no fuera así, y si de verdad quisiera librar a España de los extremos y fascismos de todo tipo, estaría dispuesto a formar una gran coalición con constitucionalistas.

Sánchez se autopresenta como presidenciable de un país que quiere desmontar buscando únicamente alianzas con Puigdemont y Otegi los cuales amenazan con convertir España en un cajero automático para cargarse el Estado de derecho y financiar aventuras independentistas. Eso sí debería dar miedo.

Yo creo que Feijóo solo tiene una salida: retratar al verdadero Pedro poniéndole entre la espada y la pared y desentrañando la debilidad y amoralidad de sus alianzas.

El líder del Partido Popular ha de presentarse como una opción ganadora presidenciable que, ante todo, tiene espíritu de servicio, sentido de Estado y del deber… y picardía política. Si para que se vea lo que verdaderamente persigue Sánchez, ha de ofrecerle la opción de compartir gobierno, que lo haga. Públicamente, poniéndole 24 horas de plazo para la respuesta. Les digo ya que Pedro no quiere y que se escaqueará, como hizo en su día con Rivera. Pero así, cuando haya elecciones, no podrá volver a decir que no tuvo alternativa.

Me malicio que ninguna de las partes involucradas va a ceder.

Se necesita urgentemente un cambio en la política española. Feijóo podría romper con el juego de tronos y demostrar que es posible formar alianzas responsables y sensatas en beneficio de la nación. Que sean Sánchez y Abascal quienes nos digan a los españoles que no las quieren: que prefieren a Junqueras, a Otegi y a Puigdemont hipotecando de por vida a nuestros hijos y nietos.

España ha de salir urgentemente del Catch 22 en el que se encuentra atrapada.

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