THE OBJECTIVE
Francisco Sierra

Los buitres vuelan bajo

«En Waterloo lleva años prófugo de la justicia española el pirómano que acaba de ser premiado con un lanzallamas para negociar la estabilidad política de España»

Opinión
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Los buitres vuelan bajo

Carles Puigdemont. | Europa Press

Nos quedan semanas de declaraciones cruzadas y altivas, de informaciones contradictorias e interesadas, de rumores cuyo único fin es crear señuelos y cortinas de humos. Y nos quedan también semanas de sustos. Sustos, que en realidad solo lo serán para los que piensan que la Constitución del 78 fue algo hermoso que apoyaron la mayoría de los españoles y que nos ha dado cuarenta años de estabilidad y prosperidad democrática. Sustos para los que creen en el estado de derecho y que todos los españoles, incluidos los independentistas catalanes, son iguales ante la ley. Sustos para los que piensan que el estado de las autonomías era una buena formula de armonización e igualdad entre los distintos territorios de España, y no un sistema en el que algunas comunidades, dos o tres, (País Vasco, Cataluña y Navarra) son más iguales que el resto y tienen más derechos que nadie por viejos y caducos dioses y fueros.

Pocas cosas hay tan gratificantes y reveladoras como leer con cierto detenimiento comparativo los Episodios Nacionales de don Benito Pérez Galdós. Muchas de sus novelas sobre la Historia del siglo XIX nos traen a la memoria lo que vivimos ahora en pleno siglo XXI. Carlistas y absolutistas, fanáticos políticos y religiosos, de la sociedad más cerrada y egoísta de amplias zonas del norte y noreste de España. Aquellas élites que impidieron un desarrollo de ideas reformadoras y progresistas y que siempre pusieron por delante sus dioses y sus fueros y, por supuesto, el poder del dinero oculto bajo reaccionarias banderas independentistas.

De eso se ha tratado siempre el independentismo. De eso sigue tratando. Nadie lo representa mejor que Junts y que el PNV. Esas derechas tradicionales que siempre han representado a las clases más poderosas de Cataluña y del País Vasco. Junts procede de la Convergencia i Unió del 3%, el arma política del nunca juzgado Jordi Pujol. El primero de los grandes farsantes de nuestra democracia que jugó a ser el símbolo de un pueblo para evitar ir a la cárcel gracias a la acomplejada mentalidad del socialismo español que siempre creyó que eso de ser nacionalista era más moderno y evolucionado que ser simplemente español. 

«Todos han pagado la ingenuidad racional de una ley electoral basada en la ley D’Hondt»

Todos los gobiernos han tenido que mirar a otro lado y ceder a sus exigencias. Todos han pagado la ingenuidad racional de una ley electoral basada en la ley D’Hondt. Con ella los padres de la patria intentaron mantener la proporcionalidad, pero huyendo de la megafragmentación italiana. De esa forma se consolidaba, o eso creían ellos, un sistema bipartidista más estable y por otro lado, se conseguía reflejar una representación de los partidos nacionalistas que con los años ha resultado ser tan sobre ponderada que se han convertido en los chantajistas del sistema. Su fuerza electoral está siempre dopada y además es llave de muchos gobiernos. 

El PNV alardea ahora de haber frenado a la derecha. No se le recuerda a este partido ni por su valor ni por haber tenido fama de haber frenado a nadie. Traicionaron a Rajoy en su día para apoyar a un Sánchez que les ha traicionado a su vez para beneficiar sin ningún rubor ni vergüenza a Bildu, los hijos políticos de ETA. Ahora lloran por las esquinas e intentan hacer méritos para volver a recuperar el favor de Moncloa. Lo han perdido y lo saben. Lo saben tan bien que ellos mismos lo explicaron auto llamándose «los kleenex de Sánchez». Con el resultado final que han dado las elecciones del 23-J, el PNV ya no es ni fundamental ni necesario

es fundamental el partido de Junts. Bueno, en Junts que no se sabe bien qué es, nadie es fundamental excepto el de Waterloo. Un partido que desde la derecha más supuestamente moderna ha practicado durante años en la oscuridad las maniobras más vergonzantes de la tradicional burguesía catalana. Ahora esa vieja guardia se ha transformado en los más extremistas independentistas de la mano de un flautista que dio un golpe que duró treinta segundos, que huyó escondido en el maletero de un coche y que se refugió en ese país que pese a tener la capital de la Unión Europea tiene una de las justicias más retrograda de la UE. En Waterloo lleva años prófugo de la justicia española el pirómano que ahora acaba de ser premiado con un lanzallamas para negociar la estabilidad política de España.

Junto a Junts y PNV están en el monstruo del pacto Bildu y ERC. El partido de Otegi ha sido blanqueado por Sánchez en detrimento de la ética y del PNV. Beneficiado con un trato tan especial que han conseguido convertirse en la primera fuerza política del País Vasco. En el caso de ERC, su apoyo al sanchismo ha sido sin embargo duramente castigado por las urnas. Y eso que consiguieron del presidente que eliminara el delito de sedición y rebajara el de malversación consiguiendo así que en el futuro ya no se castiguen duramente las nuevas intentonas. Algo que según sus dirigentes volverá a suceder. 

Sánchez intentará de nuevo jugar a concederles casi todo lo que pidan. Y van a pedir y mucho. Ya vuelan bajo sobre un estado de derecho al que consideran lógicamente débil e indefenso. El nivel de avaricia de sus demandas particulares se encuentra esta vez ante el hecho nuevo de que ni PNV ni ERC pueden soportar ante sus votantes ser juguetes secundarios frente a Bildu y Junts. Y las primeras demandas de cada uno de los cuatro así lo demuestran. Veremos al final que puede más: la querencia y dependencia de Sánchez a la Moncloa o el sinsentido de nuevos sacrificios de los frutos y logros de la Constitución del 78. La solución pronto. El voto que cambió el CERA va a hacer que lo que tenga que ser sea mucho antes de lo que quieren todos los implicados. Y si no, a Navidades.

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