Ni somos iguales, ni lo vamos a ser
«Unos viven desde hace años en la modernidad de unos ‘fueros históricos’ de hace siglos con un concierto económico y un ‘cuponazo’ cada vez más secreto y que hace más rico a los más ricos»
El resultado de las elecciones del 23-J ha puesto de relieve un hecho fundamental para analizar a partir de ahora la vida política en España. Han demostrado que casi ocho millones de españoles han asumido y apoyado que se sigan produciendo políticas y alianzas que provoquen que haya desigualdades ante la ley y el estado en España. Los casi ocho millones de votantes del PSOE han refrendado todo lo hecho en los cinco años de Sánchez en los que nos dimos cuenta de que no todos somos iguales ante la ley como dejó claro el indulto a los golpistas. Y han refrendado también el que Presupuesto tras Presupuesto se hayan favorecido todas las demandas competenciales y sobre todo financieras de las comunidades autónomas ¿De todas? No, sólo de tres: Cataluña, País Vasco y Navarra.
Cinco años en las que nunca se habló de urgencias para modificar las reglas de la financiación autonómica porque muchas comunidades que eran gobernadas por los socialistas tenían también su plus de ayuda frente al resto. Años en los que la Comunidad Autónoma de Madrid que preside Isabel Díaz Ayuso, la comunidad que más aporta al estado, la más solidaria con el resto de los territorios, haya sido la más perjudicada, ejercicio tras ejercicio en un bucle maldito en el que estas medidas provocaban castigos electorales luego a Sánchez y por eso luego venían más castigos de Sánchez a su financiación.
«Lo que haga falta otra vez para lograr esa mayoría necesaria para un líder que no ha ganado las elecciones, pueda seguir gobernando»
Pareciera a veces, bastantes veces que Pedro Sánchez no haya sido, en sus cinco años presidente de todos los españoles. Pareciera a muchos que el líder de la Moncloa sólo miraba por el bien de aquellos ciudadanos que vivían en comunidades donde existían partidos independentistas, nacionalistas, regionalistas o provincialistas como Teruel Existe (cuya política de palmero del gobierno le ha sacado ahora del Congreso) que le pudieran dar votos en el Congreso.
Tras el 23-J estamos en las mismas, o en peores. Lo que haga falta otra vez para lograr esa mayoría necesaria para un líder que no ha ganado las elecciones, pueda seguir gobernando. La lista de los agraciados con escaños decisivos y que se creen con la capacidad de exprimir a Sánchez es larga. Lo malo es que lo que se exprime no es a Sánchez. Lo que se exprime es la igualdad de todos los españoles.
Unos viven desde hace años en la modernidad de unos «fueros históricos» de hace siglos con un concierto económico y un «cuponazo» cada vez más secreto y que hace más rico a los más ricos. Mientras, en Cataluña, siguen con su despilfarro por el delirio independentista. Se han acostumbrado a vivir entre porcentajes del 3%, financiación de Waterloos, embajadas en todo el mundo y el derroche de subvencionar toda broma que diga que Cataluña ya existía en la época de Noé.
Amnistía y autodeterminación. Y si no puede ser, porque no puede ser, pues dinero. Unos cien mil millones de euros. Está muy bien el indulto a Puigdemont y a los que participaron en la intentona independentista. Está muy bien que se pueda hablar en catalán en el Congreso de los Diputados (aunque en los recreos y aulas de Cataluña se prohíbe desde hace años hablar en castellano, con la pasividad cómplice del gobierno español). Está muy bien que se rompan de nuevo normas en el Congreso para que los chicos de Junts tengan grupo parlamentario propio. Todo eso está muy bien para Junts y ERC. Pero para ellos, mucho mejor la pasta. La pela es la pela. La pasta o amenazan con la boca pequeña con no dar su voto a Sánchez.
Ellos quieren cien mil millones de euros del pasado y manejar la caja en su futuro. Casi 72.000 millones de deuda con el Fondo de Liquidez autonómico y 20.000 millones más que dejarían de contribuir con el Fondo de Solidaridad Interterritorial. Porque para solidarios, ellos, pero sólo con ellos mismos. Eso en el pasado y para el futuro lo mismo que ya tienen sus amigos del PNV y Bildu. Quieren una Hacienda propia en la que nadie pueda meter las narices. Es decir, quieren también su «cuponazo».
«Eso de ser solidario con los más pobres de España debe de ser de fachas españolistas»
Algo que no sólo supondría la ruptura de la ya inestable igualdad y solidaridad entre las comunidades de España, sino que el resto de España, los catorce territorios que siguen cumpliendo, perderían hasta el 12% de su financiación y por tanto de su capacidad de mejorar su sanidad, su educación, sus ayudas sociales, sus ayudas a la vivienda, a la dependencia o a la cultura. Perderían un 12% como publicaba The Objective según los estudios realizado por Ángel de la Fuente, director de FEDEA para el CSIC.
El mapa de la España autonómica ha cambiado mucho desde mayo. El partido popular manda ahora en doce comunidades. Y los socialistas solo están en mayoría absoluta en Asturias y Castilla-La Mancha. Las otras tres comunidades que faltan son País Vasco, Navarra y Cataluña. Las dos primeras ni intervienen. Para qué. Eso de ser solidario con los más pobres de España debe de ser de fachas españolistas.
Fachas deben de ser entonces esos millones de socialistas que votaron a Sánchez en las generales en las doce comunidades donde gobierna ahora el PP. Y en Asturias y Castilla-La Mancha. Millones de votos que han respaldado políticamente a Sánchez para que siga jugando a premiar a los ricos e insolidarios. Todo un ideal de izquierdas. Pareciera que a esos votantes les doliera menos que la financiación de sus hospitales y escuelas sea un 12% más baja si el motivo fuera el de ayudar a los pobres ricos independentistas.
Esta es la paradoja de España. Millones de ciudadanos de las comunidades más pobres han votado a un político que ya ha demostrado, que por su obsesión por permanecer en el poder, ser capaz de beneficiar financieramente a las comunidades independentistas más ricas. Con ese voto han respaldado y asumido también todos los indultos que vengan. Ya no provocarán sorpresa e indignación. Si acaso al resto de españoles solo indignación y tristeza. Pobre Constitución del 78. Ni lo españoles somos iguales en derechos, ni lo vamos a ser.