THE OBJECTIVE
Manuel Llamas

El impuestazo a la banca lo pagas tú

«Aplicar un tributo con el único fin de ganar votos castigando a un sector más o menos impopular vulnera el Estado de Derecho y es perjudicial para la economía»

Opinión
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El impuestazo a la banca lo pagas tú

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El populismo económico no entiende de siglas ni de ideologías. Por desgracia, es un mal común y ampliamente extendido, cuyo origen radica, por un lado, en la profunda ignorancia que ostenta buena parte de la clase política sobre los fundamentos de la economía y, por otro, en su ansia por ganar votos de forma rápida y sencilla, aunque engañosa, mediante el uso de chivos expiatorios que, a la postre, acaba perjudicando al conjunto de la población.

El Gobierno italiano de Giorgia Meloni es el último ejemplo palpable de estas nefastas prácticas, tras anunciar la aprobación de un impuesto del 40% sobre los «beneficios extraordinarios» de los bancos. Y todo ello con la excusa de aliviar el encarecimiento de las hipotecas y apoyar los recortes fiscales aplicados en otros sectores. 

Italia, gobernada por la derecha, se suma así a la Hungría conservadora de Orbán y a la España socialista de Sánchez, los tres únicos países de la UE que han puesto en marcha un gravamen especial y exclusivo sobre la banca, alegando que registran ganancias excesivas como consecuencia de la repentina e intensa subida de los tipos de interés que viene aplicando el Banco Central Europeo (BCE) para tratar de combatir la inflación.

El impuestazo a la banca es una pésima idea, venga de donde venga y la apruebe quien la apruebe. En primer lugar, porque parte de un supuesto irreal. Los beneficios que presenta actualmente parte del sector financiero no tienen nada de extraordinario. Lo anómalo no son las ganancias presentes, sino la bajísima e incluso nula rentabilidad pasada que propiciaba el tradicional negocio bancario, fruto de un período de más de diez años donde los grandes bancos centrales redujeron los tipos de interés de forma artificial e irresponsable a un mínimo histórico del 0%.

«Lo raro es que familias y empresas se hipotequen a 30 años con tipos inferiores al 1%»

Lo raro no es que las hipotecas variables cuesten un 4% o 5% de interés anual o que el coste de las fijas sea superior a plazos mucho más cortos. Eso es lo lógico y normal. Lo raro es que familias y empresas no paguen intereses o se hipotequen a 30 años con tipos inferiores al 1%. Lo realmente extraordinario es que muchos bancos hayan obtenido rentabilidades ridículas e incluso hayan perdido dinero en la concesión de crédito, tal y como ha sucedido en los últimos años, no que lo ganen ahora como consecuencia de la más que necesaria y urgente normalización de los tipos de interés.

Además, la banca, lejos de lo que pregona el populismo de izquierdas y derechas, ya paga muchos impuestos. De hecho, este sector es, junto con el de la energía, el que soporta una de las mayores cargas fiscales y regulatorias. En el caso de España, por ejemplo, las entidades financieras soportan un tipo medio del 25% frente al 21% del resto de empresas

Lo más grave, sin embargo, son las consecuencias de este tipo de políticas. Aplicar un impuestazo a la carta de semejante naturaleza, con el único fin de ganar votos castigando a un sector más o menos impopular, no sólo vulnera los principios elementales del Estado de Derecho, sino que resulta lesivo y perjudicial para la economía y, por tanto, para todos. Se trata de un impuesto «potencialmente inconstitucional», que no se adecúa al derecho comunitario, razón por la cual ha sido recurrido ante los tribunales y, muy posiblemente, tenga que ser devuelto con intereses por el Estado, tal y como advierten los expertos del Instituto de Estudios Económicos (IEE). Es decir, lo acabarás pagando tú vía impuestos.

Su anuncio e implantación, tanto hoy en Italia como ayer en Hungría y España, ya se ha traducido en cuantiosas pérdidas para millones de accionistas que han invertido sus ahorros en el sector financiero. Pero lo peor es que su coste, de una u otra forma, se acaba trasladando a los clientes de las entidades, por mucho que los gobiernos digan lo contrario. Los estudios al respecto demuestran que, si bien a dos años vista los beneficios bancarios pueden caer ligeramente (-1,8%), estos no se ven afectados a más largo plazo, de modo que el impuesto en cuestión lo terminan pagando los usuarios. De nuevo lo pagas tú vía comisiones o tipos de interés más altos.

«Esta tributación adicional se acaba traduciendo en una menor concesión de crédito y una financiación más cara»

Y, por si fuera poco, esta tributación adicional se acaba traduciendo en una menor concesión de crédito y una financiación más cara, lo cual, en última instancia, afecta negativamente al crecimiento económico y la creación de empleo. Y, muy especialmente, a los futuros clientes e hipotecados, ya que no conseguirán un préstamo o soportarán una carga mayor por culpa de esta particular ocurrencia política. Otra vez pagas tú.

El resultado es que la recaudación extra obtenida a través de ese impuesto es irrisoria, de apenas el 0,07%, en comparación con los costes que supone para la actividad económica. En concreto, el impuesto español, que pretende recaudar unos 1.500 millones de euros al año, podría restar más de 2.000 millones al PIB nacional y destruir casi 35.000 empleos, según las estimaciones del IEE. Y todo ello sin contar el negativo impacto que este clima de arbitrariedad jurídica genera sobre la inversión. Sí, también pagas tú.

El despropósito es de tal calibre, sobre todo teniendo en cuenta la debilidad de la banca italiana, que el Gobierno de Meloni se ha visto obligado a matizar en tan sólo 24 horas que el famoso impuesto a los bancos tendrá un tope máximo, de modo que su impacto no supere en ningún caso el 0,1% del activo total de la entidad afectada. Aunque esta corrección limitará parcialmente el daño, el problema sigue siendo el impuesto en sí, no su diseño o características. España, por el contrario, no sólo suavizará este error, sino que lo agravará, dado que el Gobierno de Sánchez ya estudia aumentar y prolongar sine die la tributación especial sobre los bancos. Sin duda, lo pagarán todos los españoles.

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