El asalto a Telefónica y la juerga de 'socialistos' en casa de Javier de Paz
Que el Gobierno conocía la operación saudí de antemano es evidente: la única duda que queda es si ha sido impulsada directamente por el PSOE
Cada 24 de julio, coincidiendo con su cumpleaños, Javier de Paz, perejil de todas las salsas relacionadas con el PSOE desde que muy mozo fue secretario general de las Juventudes Socialistas, organiza una fiesta en su casa de la calle Fernando VI de Madrid. Pero este año, como justo el día anterior el presidente del Gobierno había decidido convocar elecciones generales, y ante la perspectiva de una humillante derrota tras cinco años de Pedro Sánchez en Moncloa, De Paz decidió dejar la fiesta para mejor ocasión. El día 24 iba a ser un día de luto para el PSOE, o al menos eso decían las encuestas.
Para sorpresa del expresidente de la empresa pública Mercasa en tiempos de Zapatero, Sánchez logró salvar los muebles el 23-J. Así que, llevado por la euforia del momento, De Paz tiró de WhatsApp el mismo día de su cumpleaños para convocar una gran fiesta el día 26 en su casa… y así celebrar su aniversario y, de paso, el resultado de las urnas.
La fiesta, según alguno de los participantes, fue un fiestón. Y allí estuvo lo más granado de lo que en su momento se llamó la ‘beautiful people’ del zapaterismo, ahora devenida en ‘beautiful people’ del sanchismo. Acudió, cómo no, el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, pero también su número dos en el partido, Pepe Blanco, y los denominados ‘migueles’, es decir, Miguel Barroso y José Miguel Contreras, los compañeros de baloncesto de ZP que, gracias a Sánchez, han logrado al fin asaltar el Grupo Prisa, aparte de susurrar al oído al inquilino de La Moncloa.
Barroso y Contreras lideran la pata mediática del sanchismo, lo mismo que Cándido Conde-Pumpido hace lo propio en el frente judicial desde la presidencia del Tribunal Constitucional. Este último tampoco faltó en casa de Javier de Paz. Y aparte de todos ellos, otros tanto de la órbita del PSOE como de la de Telefónica, donde el cumpleañero trabaja como consejero desde hace 15 años. Entre estos últimos, Rosauro Varo.
Visto lo visto estos días, tras la compra del 9,9% de Telefónica por parte de Saudi Telecom, no son pocos los que se preguntan si el Gobierno está detrás de la operación y si el ínclito Javier de Paz ha tenido algo que ver en ello, puesto que es el hombre del PSOE en la teleco española. Oficialmente, el Ejecutivo ha dicho que no tenía noticia del asalto saudí antes de que se conociera, pero es evidente que una operación como esta, preparada durante semanas por la financiera Morgan Stanley y con la involucración, entre otros, de la agencia de comunicación Kreab, es imposible que no fuera conocida de antemano por Moncloa. La única duda que queda es si ha sido impulsada por el PSOE. ¿Se habló en la fiesta de ello?
Por lo que vamos conociendo, la parte socialista del Gobierno es claramente partidaria de la operación y, por tanto, salvo sorpresa mayúscula, el Ministerio de Defensa dará el visto bueno a la inversión en un plazo máximo de tres meses, como acertadamente desveló desde el primer momento Fernando Cano en THE OBJECTIVE mientras que el resto de la prensa española, un poco perdida al principio, destacaba que al quedarse a una décima del 10% la operación no necesitaba ningún plácet del Gobierno. Falso. Sánchez ha puesto tantas trabas al capital extranjero durante los últimos años que no hay inversor que quiera entrar en España que se libre de pasar por Moncloa para rendir pleitesía al presidente.
A Sánchez le viene bien la entrada de Saudi Telecom (STC) en Telefónica porque, entre otras cosas, servirá para reforzar a su presidente, José María Álvarez Pallete, con el que mantiene una relación cordial, y de paso arrinconar dentro de la operadora a otros accionistas más incómodos: Blackrock, BBVA y Caixabank.
Por su parte, el ala podemita del Gobierno ha puesto el grito en el cielo, demostrando una vez más su tradicional aversión a cualquier cosa que suene a liberalismo. La verdad es que es difícil seguir el ritmo a esta gente, porque un día les financia Irán su programa de televisión y al otro les parece mal que Arabia Saudí desembarque en Telefónica.
Desde un punto de vista romántico, quizás nos pueda parecer una mala noticia que empresas españolas acaben en manos de capital extranjero, pero no conviene engañarse: si queremos compañías fuertes y sólidas, es la única manera de poder competir en un mercado global, y ahí está por ejemplo el caso exitoso de Iberdrola, también con dinero procedente del Golfo.
La única gran pega que tiene el desembarco de STC en Telefónica es que se trata de una empresa eminentemente pública y, por tanto, que no existe la garantía de que sus gestores se muevan solo por criterios de beneficio económico, pues siempre estará ahí el riesgo de una posible injerencia política. Y eso, cuando están en juego cuestiones tan sensibles como las comunicaciones o ciertos aspectos defensivos, no es un asunto menor.
Por tanto, si se trata de una operación limpia con un operador industrial que lo que quiere es ganar cada vez más dinero, perfecto. Pero si el asalto ha sido inspirado por los políticos, malo. Y mucho peor si es con el propósito de ayudar a Sánchez. Nos iremos enterando con el tiempo, pero no perdamos de vista que los invitados a la casa de Javier de Paz son especialmente listos intentando influir en las empresas para favorecer sus intereses de partido. Si estuviera siendo ahora el caso de Telefónica sería una verdadera catástrofe.