Un chiste chulísimo
«Será difícil contener la risa cuando los chicos de Sumar nos hablen de principios como la igualdad entre ciudadanos o la distribución de la riqueza»
Patroclo se puso la armadura de Aquiles, sin que éste lo supiera, y se hizo pasar por él en el campo de batalla, lo que hizo que acabase muerto. En una versión deformada del episodio ilíaco, Pedro Sánchez prestó las llaves del avión a Yolanda Díaz, sabedor de las ansias de protagonismo de ésta, como un Aquiles perverso que hubiera cedido su impedimenta a Patroclo para que se matara por él.
Según Homero, cuando los troyanos vieron a un guerrero con el escudo de Aquiles se echaron a temblar. Los indepes, en cambio, recibieron al gobierno con pitos y befas. Armada de una infatigable voluntad de escucha, nuestra vicepresidenta Díaz corrió a prosternarse ante el autoproclamado padre fundador de la nación catalana (aunque a su partido, quinta fuerza en Cataluña, lo vote uno de cada diez catalanes). Como el fantasma de Patroclo perseguía a Aquiles, la infame foto perseguirá a Sumar hasta el final de sus días.
Cuando uno se hace pasar por quien no es, generalmente causa hilaridad entre quienes lo contemplan. Es la teoría kantiana del humor, basada en la incongruencia. Una vicepresidenta quejándose en Twitter de que los saudíes toman el control de Telefónica es como Homer Simpson dirigiendo la seguridad de la central nuclear y gritando «¡que alguien haga algo!».
«Seguro que el chascarrillo de Puigdemont era muy gracioso, a juzgar por las carcajadas de Díaz, pero no hay chiste tan gracioso como Sumar»
Homérica es la decadencia de la nueva izquierda: empieza con la épica de un Homero y termina con la comedia de otro. Por eso será difícil contener la risa cuando los chicos de Sumar nos hablen de principios como la igualdad entre ciudadanos o la distribución de la riqueza, principios que contravienen aquellos a quienes hoy ríen las gracias a mandíbula batiente. Seguro que el chascarrillo de Puigdemont era muy gracioso, a juzgar por las carcajadas de Díaz, pero no hay chiste tan gracioso como Sumar.
Ha caído el telón. Los juegos de prestímanos que, durante los últimos días, han tratado de convencernos del encaje de la amnistía en la Constitución (¡perfectamente constitucional!, repetían) dan ya lo mismo. Tampoco es posible escuchar la prosodia meliflua, infantiloide y camastrona de Yolanda Díaz sin pensar que alguien nos está echando mano a la cartera. ¿A santo de qué fue a Bruselas, si había enviado a Jaume Asens a negociar? ¿Eran tales sus ansias de chupar cámara? Si es así, en el pecado lleva la penitencia.