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Tadeu

El golpe de Estado permanente

«Sánchez sobrevive en el poder desde que asaltó ¡los cielos!, subiendo la escalera del nacionalpodemismo…»

Opinión
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El golpe de Estado permanente

Puigdemont.

Si todo es un golpe nada es un golpe. En su manual (técnico) del golpe de Estado (1931), Curzio Malaparte, (1898-1957) describe, apoyándose en Bonaparte, Trotski, Mussolini, Hitler et alii, las condiciones que han de darse para que se produzca uno: no le dio tiempo a hacer el capítulo de Franco (y de la República española, con sus pucheros municipales del 31, y que Dios me perdone).

Hoy, en el mundo iba a decir libre, pero más bien liberto, los golpes se dan  incruentos y con vaselina: así el golpismo posmo, sonrisas y lágrimas y de eyaculación precoz (56 segundos) que inauguró Puigdemont y que se ha ido prolongando, por poderes, desde que decayó el preservativo 155, XXL. 

Lo que sí vio Malaparte desde Bonaparte (predestinati) es que el control de la opinión pública, especialmente  través de los medios, es la gasolina con que carbura el motor golpista.

La Vanguardia (cada vez más Española, como en tiempos), máximo exponente, es una condesía siempre fiel a su cita con los golpistas y otras pendencias desde su fundación. Por encima de El País Subliminal, que ya es decir. Y acaba de celebrarlo en su 142º y feliz aniversario. ¡Hasta el exiliado Juliana cogió el AVE en la otra dirección!  

El magno Alejandro Fernández Álvarez brilló más luminoso que nunca por su ausencia.

«El control de la opinión pública, especialmente  través de los medios, es la gasolina con que carbura el motor golpista»

Mientras tanto, Sánchez, que sobrevive en el poder desde que asaltó ¡los cielos!, subiendo la escalera del nacionalpodemismo,  prepara la amnistía que clausurará el régimen del 78, entonando un usurpado todo «dentro de la legalidad», estupro a Torcuato Fernández-Miranda y su de la «ley a la ley».

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Hoy como ayer: la manifa de Feijóo contra la amnistía suena a canto de cisne y fin de ciclo que no haya invitado a Vox, dos días antes de que lo vote por compasión, augura una legislatura más verde que azul. 

Coda 2)  Chilling effect.  Estrasburgo allana el camino a la condena del Reino de España, tal como vaticinaron Tadeu (sorry), pero también Boye y su banda: ¡la abogacía del Estado alegando contra la Corona y en su propia contra! La madre del cordero, la tesis compartida con la parte actora, es ese sintagma sobreesdrújulo de la judicialización del Procés: habría tenido, según doctrina alsaciana, un «chilling effect» (¡efecto escalofriante, ciertamente!) para los insurgentes: ¿a quién se le ocurre avisarles de lo que les podría pasar si iban por las vías de hecho? Solo a Rajoy, mucho Rajoy y muy Rajoy. (Expiando pecados de la mano de Aznar hoy en la manifa)

Coda 3) Las panteras rojas. Remedando a los Black Panthers en el podio de México 68, las futbolistas del seleccionado (prohibida cualquiera forma de femenino con ellas, que muerden), levantando el puñito urbi et orbi en la precursora Suecia por si alguien no se ha enterado todavía de que están oprimidas por el cromosoma Y. 

Ganaron ¡de penalti, ay el destino! en el último suspiro. Mundiales.

P.D. Por qué no estaba. Jenni Hermoso y su equipo legal de matarifes preparándose para la matanza del Cerdo.

Coda 4) Fracasando mejor. Ha nacido un clon: se manifiesta en sociedad la Tercera España, su querida España: después de fracasar con UPyD y Ciudadanos, muy temerariamente y antes de haber reunido la firmas necesarias para ir a las Europeas (¡Vox casi no las consiguió!), el grupo habitual de salonniers debería ser consciente de que la política ya no es país para viejos ni para ingenuos.  Ever tried. Ever failed. No matter. Try Again. Fail again. Fail better. (Es de Samuel Beckett, y para los interesados que no se sepan beckettés: deepl, que cada día lo hace mejor)

Coda 5) Calimero. Ternera ya va gimiendo por las esquinas del ciberespacio (como Oscar Wilde con su último fracaso teatral: «La obra maravillosa, el público un desastre»): el mundo no me entiende. Mientras, el indio Évole tan contento: otra cabellera más que colgarse al cinto. El repugnante cartel de la película muestra la nuca del asesino. No hay estética sin ética. 

¡Se hace saber!: la ladera más difícil es la septentrional: por eso mismo merece mucho la pena intentar subirla. Aquí.

 Cuestionario maldito (y brevísimo) a los golpistas:

  • ¿Y cómo se repartirán el botín?  – No hacemos spoilers
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