Crisis dentro del Partido Republicano
«Los republicanos no saben cómo posicionarse con respecto al poco y frecuentemente mal entendido fenómeno sociológico y político de Trump»
El Partido Republicano está en crisis. Esta crisis interna de los republicanos estadounidenses comienza en 2015 con la candidatura de Trump, continúa hoy a través de divisiones internas en el Congreso y es probable que se intensifique durante las primarias presidenciales que comienzan en Iowa en enero.
El presidente del Congreso (Speaker of the United States House of Representatives), el representante de Bakersfield, California, Kevin McCarthy, ha sido expulsado, por primera vez en la historia de la joven democracia americana, de su puesto oficial de liderazgo constitucional por una mayoría del Congreso de 216 votos en contra, 208 demócratas y 8 republicanos, y 210 a favor.
La moción de censura (motion to vacate) contra McCarthy fue introducida for un joven representante republicano de Florida alineado con expresidente Trump, Matt Gaetz, quien con apoyo de republicanos moderados como Nancy Mace de South Carolina, y con todo el bloque Demócrata (los 208 presentes) fueron capaces de defenestrar al 55º presidente del Congreso.
Esta semana la Conferencia Republicana del Congreso (House Republican Conference) tiene que elegir un nuevo presidente de la Cámara Baja, un cargo tanto institucional como partidista, ya que el elegido es el líder institucional del Congreso y el líder de la mayoría republicana.
Los republicanos cuentan con 221 de los 435 escaños del Congreso, un escaso margen de solo 3 votos que limita y dificulta la capacidad de gestión del Congreso y de los Republicanos, que, como tantos otros sectores de la sociedad americana, no saben cómo posicionarse con respecto al poco y frecuentemente mal entendido fenómeno sociológico y político de Trump.
La Constitución establece que el speaker sea el segundo en la línea de sucesión del presidente, detrás del vicepresidente, y no requiere que sea miembro de la cámara. Este hecho abre la posibilidad de que el expresidente Trump pueda ser elegido presidente del Congreso temporalmente.
Algunos representantes Republicanos están intentando que Trump participe en la reunión de esta semana de la Conferencia Republicana. No necesariamente para que sea elegido Presidente del Congreso, pero sí para racionalizar e unificar los posicionamientos estratégicos del Partido Republicano con vistas las elecciones del año entrante y facilitar el consenso en el nombramiento del nuevo presidente del Congreso.
El gran problema estratégico de los Republicanos es no saber responder de manera efectiva a los devastadores ataques y descalificaciones de los demócratas, quienes dirigidos desde la Casa Blanca han sido capaces de instalar en la gran mayoría mediática la narrativa de que el Partido Republicano representa una amenaza real a la viabilidad de la democracia estadounidense por el liderazgo y apoyo popular de Trump.
«Es posible que veamos por primera vez en mucho tiempo una convergencia estratégica por parte del Congreso Republicano y el probable candidato presidencial»
Estos ataques intensifican las divisiones internas entre los republicanos, que tienen que preocuparse de responder a los demócratas al mismo tiempo que intentan distanciarse de Trump, a pesar de que en las últimas encuestas el apoyo de moderados e independientes a Trump este aumentando, incluso superando los niveles de apoyo de 2016 en algunos casos. Según el última sondeo de ABC News/The Washington Post Trump tiene una ventaja de diez puntos en intención de voto con respecto a Biden.
La selección del nuevo presidente del Congreso no va a ser determinada por el Comité Nacional Republicano, el organismo burocrático de los republicanos. Va a ser una elección interna, entre congresistas republicanos, pero real y competitiva.
Por el momento hay dos candidatos declarados, Steve Scalise, House Majority Leader (R-LA) y Jim Jordan, House Judiciary Chairman, (R-OH). Trump estaría dispuesto a servir como presidente del Congreso de manera interina, durante 90 días, para unificar al partido y superar la crisis. Es igualmente probable que Trump haga todo lo posible para apoyar a Jordan, a pesar de tener buenas relaciones personales con ambos contendientes.
Scalise fue parte del equipo de gestión de McCarthy, a pesar de tener claras diferencias tácticas y estratégicas con él. Es bien sabido que Scalise tiene serios problemas de salud, ademas de haber sido víctima de un intento de asesinato durante un ataque a un entrenamiento del Congressional Baseball Game. Jordan es un conservador de credenciales establecidas. Alguien capaz de acercarse o distanciarse de Trump en función del tema en cuestión, y más que capaz de defenderse y atacar a los demócratas.
Los republicanos también están en crisis en el Senado, donde el todopoderoso senador Mitch McConnell, líder minoritario, ya no es quien era, entre otras cosas por no haber sabido posicionarse con respecto a Trump. Recientemente una mayoría de los republicanos del Senado se opusieron de manera pública a su decisión a favor de ayuda económica y militar adicional para Ucrania.
El gobernador de Florida y candidato presidencial, Ron DeSantis, es quizás el mejor exponente de la confusión estratégica y los consecuentes errores tácticos dentro del partido republicano, habiendo intentado posicionarse a la derecha de Trump durante la precampaña de las primarias. El resultado, por ahora, ha sido una tremenda erosión de intención de voto, la burla de los medios, y la frustración de los donantes de campaña. Es posible que DeSantis no llegue ni a las primarias de Iowa en enero por dificultades económicas.
La Casa Blanca y los demócratas que controlan el Senado se opone a negociar apropiaciones presupuestarias con el Congreso. Un hipotético speaker Jordan sería capaz de negociar con la Casa Blanca de Biden los temas del día desde una posición de coherencia, unidad, y, por lo tanto, credibilidad. Esto hace más probable que se produzca un cierre de gobierno en noviembre o diciembre y que, eventualmente, se negocie un compromiso presupuestario en el que el nivel de gasto suba menos que lo hasta ahora esperado.
La concesión presupuestaria de McCarthy a los demócratas hace una semana fue su último gran error y el catalizador de la moción de censura. Ni Jordan ni Scalise ni cualquier otro presidente del Congreso puede permitirse ahora el lujo de cometer el mismo error.
Si Jim Jordan consigue tanto el apoyo de Trump como el voto de al menos 218 miembros del Congreso en los próximos días, es posible que veamos por primera vez en mucho tiempo una convergencia estratégica por parte del Congreso Republicano y el probable candidato presidencial, Trump, en oposición al populismo económico y social de los demócratas de hoy que podría, a pesar de las vulnerabilidades personales de Trump, restablecer la coalición electoral de republicanos, independientes, y demócratas moderados de 2016.