Campo de metáforas Netanyahu/Hamás
«La víctima no es Hamás sino el pueblo llano. Sufren los de siempre, los de abajo, que a Hamás y a Netanyahu parecen no importarles nada»
Nada más triste para la inteligencia que ver cómo se trata de convertir en simple lo que de suyo es complejo. ¿Palestina o Israel? Los dos, pero distingamos. Benjamín Netanyahu –«Bibi» coloquialmente, aunque no le pegue- primer ministro de Israel varias veces y en concreto ahora, no es Israel. Es decir, condenar a Netanyahu (un duro halcón de 73 años, cruel a menudo) no es condenar a Israel. Condenar a Pedro Sánchez no es condenar al socialismo ni menos a España. Vergonzosamente para no truncar su investidura, es el único líder europeo que no ha condenado a Hamás que -en este desdichado caso es quien inició el ataque- pues ello le indispondría con Yolanda Díaz y con ese ámbito retrocomunista que, sin distinciones, apoya a los palestinos.
Nicolás Maduro (a quien sin duda Yolanda respeta) ha dicho en su televisión venezolana que Jesucristo fue el primer mártir palestino crucificado por el Imperio Español. ¿Mero lapsus linguae o es que en ese nivel bochornoso está de veras el líder? El colombiano Gustavo Petro -otro gran emisor de disparates- apoya a los palestinos contra la opresión de Israel. No hay matices. Pero Hamás no es Palestina, sino un grupo yihadista -o sea partidario de la guerra santa contra los infieles- y que busca un estado teocrático (como el de Irán) que suprimiría de golpe todas las libertades individuales. ¿Puede una mujer -Yolanda- que se dice feminista, pro aborto libre, y que ve el lesbianismo, con toda razón, como natural, puede esa señora aplaudir a Hamás? Yolanda Díaz sería lapidada por el integrismo islamista, y hablo sólo mirando su ley. Tal vez tiene razón un dicho que cunde bastante en estos días: es muy fácil ser comunista en un país libre, pero es muy difícil ser libre en un país comunista. Miremos Cuba o a China: parece verdad.
¿Es difícil decir que estás a favor de Palestina pero en contra de Hamás? Porque de eso se trata. Mirar bien la Palestina de Cisjordania y su diferencia con la de Gaza. Y palestinos son todos, pero el veterano líder de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, que intenta salvar tempestades con muy escasos medios, es odiado por Hamás casi tanto como Netanyahu. Las ayudas a la moderación de Abás, con quien debieran volcarse los países democráticos, son escasas y eso alimenta un polvorín, en el que la población civil es la víctima más terrible, mientras que los líderes hacen el juego, ¿a quién? Hamás ataca a Israel, ignorando que el Estado Hebreo se defenderá y además brutalmente y que los perjudicados, más aún, serán los mismos palestinos, como está ocurriendo. El actual Gobierno de Israel (y otros anteriores) no está exento de culpa, ni mucho menos, en este conflicto que viene de 1948. Netanyahu no quiere un Estado palestino y sólo desea masacrar, dando razón así a los enemigos de Israel.
«Es muy fácil ser comunista en un país libre, pero es muy difícil ser libre en un país comunista. Miremos Cuba o a China: parece verdad»
Shlomo Ben Ami (laborista, exministro de Exteriores de Israel y exembajador en España) lo ha dicho muy claro: Sobra Netanyahu y sobra Hamás. También lo creo. Ben Ami nació en Tánger en 1943 y conoce mejor que bien la historia y la cultura españolas. Es miembro del Partido Laborista, es decir socialista democrático. En teoría exactamente igual que Pedro Sánchez, sí, pero no han coincidido. Sánchez -ahora, ya sabemos cuánto cambia de opinión- no suscribiría estas recientes palabras de Ben Ami: «El problema se ha convertido en una guerra sucia que no lleva a ningún fin político concebible». Hamás puede destrozar Palestina y Netanyahu invadiendo Gaza puede incrementar el odio contra Israel. ¿Quién gana en todo esto? ¿Irán, China, EEUU? La sucesión de barbaridades daría carta blanca al Irán de los ayatolás para conseguir su bomba atómica. EEUU tendría claro (y más si ganase Trump) su papel oprobioso de policía mundial, y China seguiría creciendo como superpotencia comunista-capitalista, extendiendo ese malestar al que se acogerían los líderes latinoamericanos obsoletos en sus ideas, como Petro o Maduro. Pero sólo sufre la población civil. Y sí, Netanyahu ha sido muy salvaje privando a Gaza de agua y de luz… La víctima no es Hamás sino el pueblo llano. Sufren los de siempre, los de abajo, que a Hamás y a Netanyahu parecen no importarles nada.
La izquierda antigua de Occidente (Díaz en España, que arrastra a Sánchez sacándolo de su quicio, lo que con ese hombre parece fácil) choca con la torpe incapacidad de no ver lo que en verdad es Hamás, confundiendo yihadismo con Palestina. Horrible. Y la derecha choca también al confundir Israel con su gobierno actual. Netanyahu no es el pueblo judío. Decían los escolásticos que «el distingo es la espada del filósofo». ¿A o B? Ni una ni otra: distingo. Otra calamidad de la política actual: no saber distinguir. ¿Sentirse español es facha y sentirse catalán, progre? Sandez tras sandez.